La Iglesia de Juan Pablo I es la Iglesia de Juan Bautista
26 Domingo ordinario –A - Mt 21,28-32 1 de octubre 2023
| Luis Van de Velde
Mons. Romero titula su homilía [1] : "La Iglesia de Juan Pablo". A la luz de las lecturas de hoy, interpreta el significado del breve pontificado de Juan Pablo I. Para ello, partimos de una cita de la parte de la homilía de Mons. Romero en la que dice: "La Iglesia de Juan Pablo es la Iglesia de Juan Bautista" con su comentario al texto del Evangelio de este domingo. En primer lugar, leemos el texto del Evangelio.
“Cristo hace la aplicación. ¡qué dura aplicación! Acuérdense que nos encontramos en la sección del Evangelio de San Mateo, donde Mateo, en reflexión con las primeras comunidades cristianas, nos está presentando el conflicto, la crisis que siempre tiene que haber en la Iglesia entre la voluntad de Dios y el querer de los hombres. Y allí tenía delante Cristo a los dirigentes de Israel: sacerdotes, gobernantes, políticos, profesionales – según su tiempo – y Cristo, sin tenerles miedo, les dice una cosa bien dura: ”Por eso – les dice – en el camino del Reino van delante de ustedes, dirigentes del pueblo, van delante de ustedes, los dirigentes: los publicanos y las prostitutas”. Créanme, hermanos, que da mucho gusto recordar esta palabra de Cristo para decirles a todos los pecadores – yo el primero – que confiemos en el Señor, que si hemos tenidola audacia de decirle “no te quiero servir” y hemos buscado caminos del placer prohibido o de la ganancia ilícita – como era la de los publicanos y la de las rameras -, Cristo nos dice que podemos ir delante de los que se creen que van camino del reino de los cielos. ¡Quién sabe quién obedeció!
“Todo aquel que predica la justicia, cuando encuentra la roca dura del que no quiere convertirse y orientar por los caminos de la justicia sus relaciones con los demás, tiene que tildar a Juan Bautista y a todos los que tratan de imitarlo, con esos calificaciones. Si hubiere existido el término comunista, le hubieran dicho: “es un comunista”. No le creyeron. Cristo lo dice: “Vino Juan y no le creyeron”, pero, en cambio, los pecadores escucharon como una palabra de esperanza: “Dios nos puede perdonar.”
Monseñor Romero sabe muy bien que siempre habrá crisis en la Iglesia (a todos los niveles) como resultado de la tensión entre hacer la voluntad de Dios y responder a los deseos propios de las personas. Esa tensión está presente en cada creyente, en cada comunidad eclesial. También Pablo[2] reconoció ante la iglesia de Roma que no hace el bien que quiere hacer, sino que hace lo que no quiere, el mal. Oramos en el Padrenuestro para que se haga la voluntad de Dios, pero nuestros deseos y opciones humanas toman a menudo un camino diferente. Vemos en nuestra propia vida creyente lo difícil que es vivir como Jesús enseñó (es decir, hacer la voluntad del Padre). También en todas las comunidades religiosas, en todos los niveles organizativos de la Iglesia, nos enfrentamos a esta tensión permanente. Más que nunca, necesitamos orar para que nuestro deseo esté en consonancia con la voluntad de Dios sobre nuestra vida y sobre la Iglesia.
Nico ter Linden[3] escribe: "Puedes equivocarte con la gente. Algunos parecen piadosos, les oyes decir "Señor, Señor", pero en la viña del Señor no trabajan. Y hay a quienes parece no importarles ni Dios ni los mandamientos, pero de repente aparecen en la viña. Jesús sólo quiere decir que la fe, santa profesada (de boca), es algo distinto de vivirla. Decir y hacer son dos cosas diferentes. Creer es distinto de gritar "Señor, Señor" y no hacer nada. Creer es volverse e ir por el camino de la justicia".
Hoy en día, vemos a más personas que ni dicen sí o no a la invitación de Dios. Muchos ni siquiera escuchan la pregunta - la llamada de Dios. Para muchos, la dimensión creyente de la vida (ya) no es concebible. Siguen conociendo sólo su propio deseo, su propia voluntad en función de sus posibilidades (económicas). Les basta con el progreso y la explicación científica y tecnológica de la vida. Otros han huido de tristes experiencias eclesiásticas anteriores, de imágenes (muy a menudo) mal entendidas de Dios y del ser humano, de lecturas infantiles de los textos evangélicos. Se podría decir que lanzaron al bebé con el agua del baño. No eran conscientes del gran "tesoro" que dejaban atrás. Otros vieron que, después de todo, el camino de Jesús era demasiado difícil. Ter Linde escribe. "Ir por ese camino no es fácil. Incluso puede costarte la vida, como demostró la historia de Juan y como demostrará la historia de Jesús. Por eso es demasiado comprensible gritar "yo no". Sin embargo, otros (por las razones que sean) eligieron caminos radicalmente contrarios a la voluntad de Dios. En lenguaje bíblico, Mons. Romero habla de "recaudadores de impuestos y prostitutas". Hoy lo expresaríamos de otro modo. Se refiere a todos los pecadores; a todas las formas de explotación, corrupción, represión, injusticia, mentira, homicidio, así como a la pecaminosidad personal.
Pero para cristianos, es muy importante tener ojo y oído para los momentos y lugares donde aquellos que dicen "no" o no dicen "nada", emergen en la dinámica histórica del Reino de Dios, luchando por la justicia, con testimonio de la solidaridad fraterna con las personas vulnerables y heridas, viviendo místicas de servicio y misericordia,....
Otros hablan mucho de la Biblia, en la que encuentran (en ciertos versículos) todas las respuestas a todas las preguntas de la gente de hoy. Hablan mucho de la Biblia, pero seguir el camino de Jesús es otra cosa. Se espera que todos los que tienen alguna responsabilidad en la Iglesia hagan coincidir sus acciones con lo que predican, con lo que celebran y rezan. Pero incluso en la Iglesia, esta tensión está siempre presente. No debemos idealizar la Iglesia histórica concreta. También ella, y todos sus miembros y dirigentes, tenemos que ajustarse permanentemente, corregir, volver a empezar, reconocer errores y pedir perdón.
Monseñor Romero cree que pueden abrirse nuevos caminos hacia nuevos horizontes para todas las personas. Todos podemos descubrir destellos de esperanza porque Dios no encadena a nadie al pasado (pecaminoso), sino que ofrece a todos el perdón e invita a todos a participar en ese "cielo nuevo y tierra nueva", el Sueño de Dios para la humanidad. Ter Linde dice: "Los que se apresuran a decir que “sí” probablemente no han escuchado bien la pregunta". Por tanto, el entusiasmo de la primera hora puede apagarse. "El sí de una persona es diferente cuando ha pasado por un no. Esa persona ha crecido en el conocimiento de Dios y en el autoconocimiento".
Preguntas para la reflexión y la acción personal y comunitaria.
- En nuestras propias vidas, ¿cómo experimentamos esta tensión entre "la voluntad de Dios" y nuestros propios deseos? ¿Qué hemos aprendido de ello?
- ¿Cómo vivimos nuestros encuentros con personas que dicen no a la voluntad de Dios, no dicen nada o abandonaron la Iglesia en algún momento? ¿Podemos reconocer semillas del Reino de Dios en sus vidas?
¿Cómo soportamos las limitaciones y la pecaminosidad de una iglesia (y de la gente de la iglesia) que falla demasiado en su testimonio (signo e instrumento) del Reino de Dios? ¿Qué hacemos con eso? ¿Cómo podemos (personalmente, como familia, como comunidad) ser signos de esperanza?
[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero. Tomo III – Ciclo A, UCA editores, San Salvador, primera edición 2006, p. 291
[2] Rom 7,19
[3] Traducción libre de: Nico ter Linden, Het verhaal gaat … 2. Het verhaal van Marcus en het verhaal van Mattheüs, 1998, Uitgeverij Balans, p. 252