La Iglesia es servicio del mundo

Iglesia da luz y fermento a todas las luchas temporales; que la Iglesia no está en el mundo como una segregación para ser guardada en un camarín, sino que la Iglesia se conserva nítidamente familia de Dios para poder ser fermento de Dios en medio de todas las luchas, combates y aspectos de la humanidad. La Iglesia es servidora de la humanidad. Lo acaba de decir el Papa este mismo domingo al despedirse de Polonia cantando con la juventud: ”Abramos fronteras, en la Iglesia no caben imperialismos, la Iglesia es servicio”.  La Iglesia es servicio del mundo.”

Quienes tienen el poder (económico, político) siempre desean enviar la Iglesia a los templos para que sea “guardada en un camarín”, para que no diga nada sobre la organización económica, política, sobre el medio ambiente, sobre los derechos humanos, sobre los migrantes,…  Si la Iglesia no les hace caso y asume su papel profético y animador del pueblo pobre, es calumniada y perseguida.   Por supuesto para la Iglesia es una tremenda misión saber discernir las líneas rojas del Reino de Dios en medio de la oscuridad de sistemas construidos para ser injustos y excluyentes.   Esto exige, por ejemplo, que al interior de la iglesia, se necesita suficientes y permanentes espacios de intercambio, de lectura histórica a la luz del Evangelio.  Monseñor Romero sabía escuchar a las y los pobres para su discernimiento.  Monseñor formó una comisión arquidiocesana de laicos/as para escuchar sus lecturas de los acontecimientos y sabía consultar.  La voz de la Iglesia debe ser la voz de toda la Iglesia, incluyendo a sus pastores, pero sobre todos desde la Iglesia como pueblo de Dios.

Nuestra misión eclesial es ser luz y fermento de Dios  (no otro fermento, ni de otro dios) en las luchas de la sociedad y de la humanidad entera.  Esto exige que a nivel del pueblo de Dios debemos insertarnos en las organizaciones populares y en sus luchas reivindicativas para arrancar de raíz el sistema injusto.  No basta reunirnos como comunidad eclesial de base, reflexionar, animarnos, orar, evangelizar, celebrar.   Cada cristiano/a debe ir buscando su espacio de compromiso socio-político, no para ser bulto en las organizaciones o en las manifestaciones, ni para aplaudir ciegamente las consignas de gobernantes, sino para aportar, para ser “luz y fermento del Dios de Jesús”.  Iniciando en adescos, cooperativas, grupos AA, comités de salud, comités de emergencia, voluntariado en cruz rojo, comités por la defensa del medio ambiente,.. hasta en las organizaciones propiamente políticas.  Jamás podemos olvidar la coherencia entre lo que decimos y nuestra propia práctica.  Si nuestros hecho no responden a la luz y el fermento de Dios, de nada servimos.

Una de las dificultades constantes en la lectura y comprensión de los hechos de la historia es nuestra tendencia (ideológica) de pensar en blanco y negro, excluyendo las escalas de grises y aún más lo colores.  No pocas veces se inicia con una visión  (o prejuicio) negativa o positiva de la marcha de los procesos.  Se da mucho más importancia a todo lo que confirma o lo que puede confirmar nuestros prejuicios ideológicos, y nos hacemos ciegos y sordos frente a los que contradice esos prejuicios.  A nivel político este mecanismo está floreciendo hasta niveles jamás visto.  La Iglesia (toda la iglesia) tiene la responsabilidad de no caer en esta trampa y de acompañar al pueblo (de Dios) en los constantes procesos de discernimiento, de comprensión de lo que está sucediendo.   Es condición para poder ser fermento efectivo del Dios de Jesús en la historia.   Caer en la trampa del prejuicio convertiría a la Iglesia exactamente en lo que Monseñor aclara que no es su papel “la Iglesia no se identifica, no es política ni luchas temporales”. 

La Iglesia es servicio del mundo”  Pero no es cualquier servicio.  Durante muchos siglos las Iglesias han sido servicio justificador de las atrocidades de gobernantes y explotadores.  Pensemos en las guerras santas, en la invasión y destrucción de América Latina, África y gran parte de Asia.  Pensemos en la alianza entre las oligarquías y las cúpulas de las iglesias, en las bendiciones de nuevos gobernantes, etc.   La Iglesia debe ser servicio al mundo al estilo de Jesús y sus verdaderos aliados deben ser las y los pobres, excluidos/as.  La iglesia debe cargar esa cruz de las y los pobres, para poder ser fermento transformador de la sociedad.  Y todo esto inicia en lo concreto, en la colonia donde vivimos, en la cooperativa, en el sindicato, en el gremio,…   No tengamos miedo. 

Reflexión revisada para el domingo 26 de mayo de 2024.    (Reflexión original escrita para el domingo 30 de mayo de 2021).         Homilía en la fiesta de la Santísima Trinidad, 10 de junio de 1979.   Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo IV, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p.513 - 514

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