Morir con una esperanza que recoge el espíritu solo para Dios

Nos acercamos al 45 aniversario del martirio del Padre Rafael Palacios (20/6/1979) y al cuarto aniversario de la muerte y resurrección de nuestros hermanos Santiago Portillo y Raquelita Muñoz  (11/6/2020).  Rafael asesinado por un escuadrón  de la muerte,  los esposos Raquelita y Santiago, víctimas de covid-19, fallecidos el mismo día.  En esta reflexión partimos de lo Monseñor dijo durante la homilía en la misa exequial del P. Rafael. 

El sacerdote está a la altura del corazón para amar a todos. El sacerdote, voz de la Iglesia, es amor que se coloca, por una opción preferencial, al lado del pobre no es para excluir a los que tienen, sino para decirles que no se podrán salvar mientras no se coloquen sintiendo como propia la angustia del pobre y ser ministros del Señor para ser felices no en una forma egoísta, sino en compartir como Dios comparte su riqueza con todos los hombres.” (p.27)

Nuestros hermanos Santiago y Raquelita han aprendido y han vivido sintiendo como propia la angustia de las y los pobres.  Siempre hay familias más pobres que la nuestra, nos repetía Santiago.  Vivieron pendiente de otros, ahí donde podrían servir, apoyar, colaborar.   Se han sentido muy felices compartiendo en las comunidades eclesiales de base, desde la Zacamil , en el exilio y hasta en el Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos.  Ha sido una pareja muy solidaria, no solamente a nivel personal, sino también participando en las grandes luchas de nuestro pueblo.

“Este es el gran testimonio que Rafael Palacios nos está dando en esta mañana: una fidelidad en su vocación. … Esta fidelidad a la Iglesia que se inspira en el Evangelio y desde el Evangelio, tiene la audacia de denunciar los pecados mismos de la Iglesia: porque lo que interesa es que esta Iglesia sea fiel a Jesucristo.” (p. 30)

Santiago escuchó la llamada de Jesús y se integró en la comunidad eclesial de base, junto con Raquelita.  Han sido ejemplo de fidelidad al Evangelio. A pesar de la expulsión de la parroquia donde habían nacido siguieron fieles a la Iglesia. Durante muchos años han sido de los más fieles en la eucaristía dominical en la cripta alrededor de la tumba de Monseñor Romero.  Han sido ejemplo de fidelidad en tiempos de represión, en tiempos de guerra, en tiempos de invierno eclesial cuando se abandonó y se rechazó el modelo de iglesia nacida bajo el Espíritu de Medellín y Puebla.  En el movimiento ecuménico de CEBs han sido ejemplos de fidelidad: no fallaban, eran los primeros en las reuniones y actividades. Animaban dando el ejemplo.

“No debemos de llorar sin esperanza, yo creo que este llanto indica que en el testimonio de Rafael, que deja una huella profunda de evangelización en el amor, queda para nosotros la semilla de una evangelización más fecunda.  Yo creo, pues, que el testimonio sacerdotal de Rafael, y marcado por su sangre derramada, es más bien un motivo de esperanza. En él vemos el hombre nuevo y el afán que él tenía de hacer esos hombres nuevos que surgen hoy en América Latina: no es solo cambiando estructuras sino, sobre todo, cambiando corazones.”  (p. 31)

La familia de Santiago y Raquelita ha pasado por el río de sangre de pueblo.  La dura experiencia del desaparición de su hijo Mario los ha puesto en el calvario de nuestro pueblo.   No se cansaron de participar en las actividades reivindicativas y políticas del pueblo.  Cuando la comunidad se dispersó (tanto por la expulsión de la parroquia como por la represión) Santiago y Raquelita no se desesperaron. Siguieron convocando a sus hermanos/as. Siguieron visitándolos en la medida de lo posible.  Los que los hemos conocido sabemos que han sido ejemplo de esos hombres nuevos y mujeres nuevas quienes han cambiado sus corazones.  Han sido animadores de la comunidad. Con sus vidas de entrega y constancia han sido verdaderas semillas de una evangelización más fecunda.  No evangelizaron con doctrinas, sino con servicio, con presencia viva, con participación activa, con su testimonio.  Aprendieron a comentar textos del Evangelio y de Monseñor Romero desde su práctica cristiana. Han sido recordatorios vivos de nuestros mártires.  No se limitaban a las actividades conmemorativas, sino vivieron como personas apasionadas por Jesús.

Hoy hemos retomado la reflexión de Monseñor sobre el Padre Rafael Palacios para recordar e iluminar la vida cristiana de Santiago y Raquelita. Desde las primeras horas de las CEBs en la Zacamil hasta el momento que el covid-19 afectó sus vidas y los llevó a la muerte, Santiago y Raquelita han sido pilares de apoyo.  Varias veces Santiago llevó el izote como símbolo de compromiso en la eucaristía, símbolo de terquedad y constancia, símbolo de no dejarse vencer por nada ni nadie.  Ahora que nos acercamos al cuarto aniversario de su fallecimiento los recordamos con mucho cariño y agradecimiento.  Pero lo principal será que sigamos su ejemplo de servicio solidario, de fidelidad, de entrega, de visitar, de darse para que otros/as vivan.  Gracias Raquelita y Santiago.  

Recordando al Padre Rafael cerramos esta reflexión con la última frase de la homilía de Monseñor Romero en la misa del funeral de Rafael cuando dijo: “Trabajar hasta dejar la sangre en la calle, pero morir con una esperanza que recoge el espíritu solo para Dios”.

Tere y Luis Van de Velde

Reflexión revisada para el domingo 9 de junio de 2024  (escrita originalmente para el domingo 13 de junio de 2021), a partir de citas en la homilía en la misa exequial del Padre Rafael Palacios,    Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 27, 30 y 31

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