¿Acaso los ricos no tienen alma?

“Aquí nos está dando Cristo la respuesta a una calumnia que se oye muy frecuente: ¿Por qué la Iglesia sólo le está predicando a los pobres? ¿Por qué la Iglesia de los pobres? ¿Qué acaso los ricos no tienen alma? Claro que sí y los amamos entrañablemente y deseamos que se salven, que no vayan a perecer aprisionados en su propia idolatría, les pedimos espiritualizarse, hacerse almas de pobres, sentir la necesidad, la angustia del necesitado.” ( 15 de octubre de 1978)

En la época de monseñor Romero se hablaba de la Iglesia de los pobres. Sin embargo, este concepto eclesiológico parece estar un tanto marginado en la Iglesia.En el entorno de las comunidades eclesiales de base aún se oye, pero deberíamos profundizar de nuevo en la exigencia del Espíritu para llamarnos «Iglesia de los pobres».  A nivel eclesial, debemos preocuparnos por el hecho de habernos alejado de la conciencia evangélica de ser la Iglesia de los pobres. Así que a todos nos corresponde «espiritualizarnos, hacernos almas de pobres, sentir la necesidad y la angustia del necesitado».

En tiempos de crisis como el actual, se observan diversas actitudes y acciones. No faltan las personas tremendamente solidarias y fraternas.Aquí recordamos nuevamente a nuestros hermanos Santiago y Raquelita. Siendo pobres, siempre han vivido con «alma de pobre» y han sentido la «angustia del necesitado». En realidad, no todos los pobres tienen «alma de pobre».  Las familias pobres que reciben remesas desde el extranjero a menudo pierden esa sensibilidad solidaria con pensamientos como «mientras yo tengo resueltos mis problemas». 

Con la pregunta de monseñor Romero sobre si los ricos tienen alma, creemos que se puede decir que su alma se ha achicado, endurecido y desintegrado por la manera en que se han enriquecido. Quien se ha enriquecido robando terrenos a otros u obligándolos a vender parcelas a un precio ridículo, se ha apartado de Dios.Si alguien se ha hecho rico explotando a sus trabajadores y trabajadoras, pagándoles salarios de miseria, reteniendo descuentos, evadiendo el pago correcto de impuestos, etc., se ha apartado de Dios. Si alguien se ha hecho rico mediante la corrupción, robando las finanzas del Estado, también se ha apartado de Dios.  Y también se han apartado de Dios las familias de clase media que viven bien de su salario ganado correctamente, si se hacen «mirones» y se encierran en el pequeño círculo de su propia familia, sus alegrías, sus viajes, sus pequeños lujos, etc. Todos se han dejado «aprisionar por su propia idolatría».  Recordemos que Jesús dijo que no se puede servir a Dios y al mismo tiempo al dios dinero.

Por eso, monseñor Romero convoca a todos a «espiritualizarnos», no en el sentido de irse a vivir a una nube de piedad y tradición religiosa, sino en el sentido de «sentir en carne propia la angustia del necesitado» y transformar la vida en fraternidad solidaria.Esto exige abrir los ojos y los oídos, hacernos «alma de pobre» y vivir con espíritu solidario. 

En Europa – con sus déficits presupuestarios – surgen interrogantes y exigencias para aplicar (aunque sea un mínimo extra) impuestos a los más ricos, más millonarios. Los partidos liberales empujan los gobiernos para cortar en los gastos sociales (educación, salud, subsidios sociales, ayuda al desarrollo,…) y brincan cuando se menciona la necesidad de poner impuestos a los más ricos. Es bien extraño que desde las Iglesias no se oye ningún comentario o iluminación evangélica al respecto. Además unos cuantos de esos millonarios también se consideran – de una u otra manera – cristianos. Es extraño que los políticos tienen tanto miedo para exigir más impuestos – por justicia – a los que tienen más, a los multimillonarios, mientras no dudan en imponer más a la clase media y a recortar gravemente los presupuestos sociales.Tienen más miedo de esa minoría rica quede la gran mayoría no (tan) rica.Recuerdo que hace unos años algunos multimillonarios en los EEUU proponían exigirles más impuestos. Es evidente que con un aumento de 10 o 15 % de impuestos sobre sus ingresos y sus capitales, ellos no sentirán ninguna pérdida; su vida de lujo no cambiará nada, pero para el estado podrá ser una fuente importante, para poder mantener y mejorar la sociedad de bienestar para cada vez más habitantes. A pesar de las crisis financieras en Europa, los gobiernos – como por arte de mágica y gracias a recortes en financiamientos sociales y solidarios – cuentan con miles y miles de millones de Euro para invertir en armas. Los ministros con salarios jugosos y muchas extras, no “sienten la necesidad, la angustia del necesitado”, pero ellos deciden!

La Iglesia se preocupa por el Reino, por todos los seres humanos, y su mensaje es como el de Jesús: «Conviértanse», cambien de rumbo, vivan los valores del Reino de Dios. Y en esto todos y todas debemos reconocer que las personas pobres con «alma de pobre» nos darán el ejemplo y serán nuestros ojos para ver con claridad y no perdernos en el camino. Quienes más riquezas tienen también tienen la obligación ética —para no hablar de la obligación evangélica— de compartir más. Es urgente que nuestros obispos y pastores hablen con claridad evangélica y estén dispuestos a pagar el precio por predicar el Evangelio de Jesús. 

Cita 8 del capítulo III (Iglesia) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”

26 dic 2025 - 12:18

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