Por su alianza, Dios nos adopta en su misma familia

La Santísima Trinidad  - B  -   Mt 28,16-20      26 de mayo de 2024

Para los aportes para la homilía de este día, elegimos una cita[1] vinculada al texto evangélico de hoy.  

“Cuando nos aparece en el Evangelio de hoy: “Id a bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El Dios de Jesucristo es un Dios familia, no es un Dios solitario. (…) Cristo vino a hablarnos continuamente a hablar del Padre: “Mi Padre os ama” y nos hablaba: “Os enviaré el Espíritu”.  (…) Vino el Espíritu Santo, enviado como fuerza de la vida de Dios para hacer de los hombres una sola familia.  (….)  Cristo no viene a revelarnos un Dios de Atenas ni un Dios de los filósofos.  Viene a revelarnos a un Dios vivo, a un Dios amor y no necesita grandes lecciones.   Se presenta para decirle a los apóstoles: “ El que me ve a mi ve al Padre”. (…)  Todas las bellas parábolas de Cristo son revelaciones de Dios. La oveja perdida que el pastor va a buscar con amor; el hijo pródigo que después de dilapidar toda su fortuna vuelve desnudo de bienes y de gracia, y el padre lo abraza, lo viste otra vez.  Es el Dios que Cristo nos viene a revelar.  El Dios de Jesucristo es el Dios de la misericordia.  (…) Es la obra del Espíritu de Dios que vino a adoptar, es decir, a invitar a los hombres: “¿quieren ustedes pertenecer a ese proceso trinitario?,¿quieren ustedes que esa vida del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo que es unidad, que es comunión, que es amor, que es entrega, que es luz, vuelva aquí también y haga de los hombres también amor, unidad, entrega, comunión, generosidad?”.

Hablar de Dios en nuestro  tiempo ya no es evidente y para muchos Dios ya no es relevante. Por otro lado, su nombre es bastante mal utilizado por los gobernantes políticos (pensemos en Gott mit uns[2]) y económicos (pensemos en “In God we trust” en dólares estadounidenses). Aún hoy en América Latina el nombre de Dios es violado por figuras gubernamentales que -en medio de la injusticia, la violencia y la corrupción- se presentan como la bendición de Dios para el pueblo. También en algunos estados islámicos el nombre de Allá se utiliza indebidamente para justificar atrocidades.

Después de los 40 días  de la cuaresma y los 50 días posteriores a la Pascua, la Iglesia expresa su confianza en “la Alianza que procede del Padre, vino a nosotros visiblemente en Jesús y está sellada por el Espíritu[3]”. De eso se trata la fiesta de la Santísima Trinidad. Muy pronto, los primeros cristianos descubrieron el gesto de la señal de la cruz. Eso nos recuerda el sufrimiento y la muerte de Jesús y nos conecta con el sufrimiento y la muerte de las personas. También sabemos que se ha convertido en signo de salvación. Luego, cuando la fórmula bautismal ofrece las palabras para expresar la señal de la cruz, la cruz se conecta con el bautismo. De este modo, Dios -Padre, Hijo y Espíritu- se vuelve inseparable del sufrimiento de los hombres y la cruz se convierte también en signo de esperanza. Entonces somos bautizados para entrar en esa solidaridad en el sufrimiento y en la esperanza. En palabras de Mons. Romero decimos entonces que ser bautizado significa que se desea entrar en “la vida del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que es unidad, que es comunión, que es amor, que es entrega, que es luz” y que se compromete a convocar a las personas a unirse en el nombre de Dios “en amor, unidad, entrega, comunidad y generosidad”.

“El Dios de Jesucristo es un Dios - familia, no es un Dios solitario. (…) Cristo nos hablaba continuamente del Padre: “Mi Padre os ama” y nos decía: “Yo os enviaré el Espíritu”. Esto es lo que nos dice Mons. Romero. En la vida de Jesús se nos hace claro cuán radicalmente el Padre nos ama (a todos y todas). Podemos confiar en eso. Podemos vivir agradecidos en ese amor. En la vida de Jesús también queda claro lo que significa dejarse llevar por ese Espíritu, directamente a través del desierto (de la tentación), entre acusaciones, soledad y traición, hasta la cruz. Los primeros cristianos siempre nos recuerdan Su clamor en la cruz y cómo dio Su Espíritu. Él también se lo había prometido.   No estamos solos al dar testimonio del Evangelio, de ese Dios que siempre realiza una nueva creación, incluso cuando el mundo a nuestro alrededor se derrumba.  Confiamos en su fuerza que es activa y que nos llama a participar en la renovación del mundo.

Podemos orar con palabras[4] de hace más de 50 años: Dios – Padre, Hijo, Espíritu – “haznos atentos a tu actividad en este tiempo, para que no nos quedemos en el pasado ni te busquemos donde no estás. Ve delante de nosotros, tú que eres nuestro futuro. Encontremos nuevos caminos y mantengámonos unidos en toda la incertidumbre”.

Sugerencias de preguntas para la reflexión y praxis, personal y comunitariamente..

  1. ¿Tiene la fiesta de la Trinidad un significado en nuestra vida religiosa? ¿Entonces qué?
  2. ¿Qué significa para mí que al hacer la señal de la cruz pronunciamos el nombre de Dios exactamente como durante el bautismo? ¿Qué relación hay en nuestra vida de cristianos entre la cruz (de Jesús y de todos los hombres) y el bautismo?
  3. ¿Dónde y cómo veo a Dios (Padre, Hijo, Espíritu) trabajando en el mundo hoy? ¿Qué significa eso para mi fe?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo IV – Ciclo B,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2007, p 524.525

[2] Gott mit uns: "Dios está con nosotros" (Judit 13.11) aparecía en las hebillas del ejército prusiano desde principios del siglo XVIII, adoptado posteriormente en el ejército alemán.

[3] Con gratitud, encontramos inspiración en Frans Van Steenbergen en su libro  “Het landschap van het Rijk Gods.  Van Aswoensdag tot Pinksteren” - "El paisaje del Reino de Dios. Del Miércoles de Ceniza a Pentecostés", Halewijn, CCV en la Diócesis de Amberes, 2010, p. 184

[4] Traducción libre de la oración encontrada en:   Frans Cromphout, Een tijd van spreken. Gebeden en vooroefeningen, Tielt – Utrecht, Lannoo, 1970, 105

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