No deja huella lo que no siembra amor

“Si el mundo no se salva a pesar de que hay tantos cristianos, es porque no hemos respondido a esa tremenda responsabilidad: somos los depositarios de la energía salvadora del amor.  ….  Se medirá la eficacia de un sacerdote y de una comunidad en la medida en que se sepa hacer comunión.  Comunión, es decir, amor que une a los hombres entre sí y los une con Dios.  Por más brillante que sea la obra de un sacerdote o de una comunidad, pero no deja como huella la comunión en el amor, no ha hecho Iglesia; lamentablemente, nada más que un cascarón que se rompe, frágil.   No deja huella lo que no siembra amor. Yo quisiera, queridos cristianos, hoy cuando hay tanto fanatismo en las fuerzas políticas y en las fuerzas de la violencia, que no nos dejáramos alucinar por esas luces de bengala. Yo quisiera que, en la serenidad tranquila de nuestra fe, viéramos que lo único consistente es la comunión que Cristo nos ha dejado.”

En esta cita Monseñor hace referencia a las alucinantes luces de bengala provocada por las fuerzas políticas del país.  Unas fuerzas anuncian el cielo en la tierra y otras anuncian un infierno apocalíptico.  Unas prometen ir cambiando el rumbo del país en beneficio del pueblo, mientras otras anuncian que el pueblo será víctima. Unas llaman a unir fuerzas y esfuerzos por construir un nuevo rumbo de país, otros hacen lo imposible para desmotivar al pueblo en el camino. Unas tratan de descubrir casos de corrupción, doble sueldos, malas jugadas en las instituciones y otras hablarán de persecución política.  Unas hablan de fortalecer la democracia real, otras gritan que la democracia está destruyéndose.   Ambas fuerzas cayeron en el espiral del lenguaje de odio y hasta del uso de vocabularios vulgares. En todo esto recordamos que solo la verdad nos hará libres.

En esa encrucijada política (de aquel tiempo y de hoy) Monseñor deja bien claro: “No deja huella lo que no siembra amor”.  Monseñor se da cuenta que a pesar de tantos siglos de cristianismo y con mayoría de cristianos/as en el país no ha avanzado sustancialmente en la salvación del mundo. Esto se debe entender como “vida en abundancia, vida integral, para todos y todas”. Esas mayorías de cristianos/as están votando por partidos políticos o no van a votar.  La pregunta es: ¿en qué medida sus criterios cristianos impactan en sus decisiones o militancia política?  Monseñor Romero hace ahí una referencia a la importancia de la vida comunitaria “saber hacer comunión” , vivir la comunión – común unidad – entre hombres y mujeres y entre ellos/as y con Dios. 

Hacer Iglesia, vivir Iglesia exige a sus miembros ser constructores/as de comunidad, ser sembradores/as de amor fraterno y solidario.  Recuerda Monseñor que no son las “obras” como edificios o instalaciones que definirán lo que un/a cristiano/as deja como huella, sino lo que ha sembrado en amor verdadero.  Se aplica a la familia, a la comunidad de fe, a la comunidad (colonia) donde vivimos, a la cooperativa, etc.   Las primeras comunidades no tenían esas obras, solo tenían su vivencia fraterna solidaria expresada en el servicio entre ellas y con las personas en su entorno. Lo que llamó la atención de terceros era su vivencia de amor sincero y desinteresado.  Posteriormente cuando los edificios eclesiales se hicieron imponentes, muchas veces perdieron la característica fundamental del seguimiento a Jesús: vivir ese amor generoso, construyendo comunidad fraterna. Y eso es lo único consistente que Jesús nos ha dejado, nos recuerda Monseñor.

En este tiempo de Pascua vale la pena volver a tomar conciencia que creer que el Jesús asesinado ha sido resucitado por el Padre, significa que Dios mismo avaló totalmente el actuar, esa práctica de Jesús.  Si alguien no siembra amor en la vivencia comunitaria fraterna y solidaria, por mucho que puede ir a misa (u otro culto) y persignarse, no será ni testigo, ni seguidor de Jesús.  Los cristianos/as tenemos la responsabilidad de vivir esa misión comunitaria también en el espacio social, económico y político.

Además de la experiencia comunitaria eclesial,  las y los cristianos/as debemos ser fermento de comunión, de cooperación, de organización comunitaria o sindical.    Sembrar el amor no es un asunto meramente personal, ni meramente eclesial, sino fundamentalmente en el conjunto de la sociedad en que vivimos.  El Reino de Dios se gestiona en la historia hoy y mañana.    Perdemos toda autoridad para denunciar la falta de amor (en cualquier ambiente), si nuestra propia experiencia eclesial no es radicalmente comunitaria, solidaria fraterna.   No tengamos miedo. Tengamos confianza y resistiremos.

Tere y Luis Van de Velde

Reflexión para el 6to domingo de Pascua,  5de mayo  de 2024.   (Reflexión original escrita para el domingo 9 de mayo de 2021.)      Cita tomada de la homilía en el 6to domingo de Pascua, 20 de mayo de 1979.   Homilías de Monseñor Oscar A Romero. Tomo IV, ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 458 y 465

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