Los extremismos son muy peligrosos.

“Los extremismos, sobre todo con esa miopía de mirarlo todo del color contrario, son muy peligrosos.  A unos y a otros, yo les quiero decir lo que Medellín, hablando de la paz, ”Quisiéramos dirigir nuestro llamado, en primer lugar, a los que tienen una mayor participación en la riqueza, en la cultura o en el poder. Sabemos que hay en América Latina dirigentes que son sensibles a las necesidades y tratan de mediarlas. Estos mismos reconocen que los privilegiados en su conjunto, muchas veces, presionan a los gobernantes por todos los medios que disponen, e impiden con ello, los cambios necesarios.  En algunas ocasiones, incluso, esta resistencia adopta formas drásticas con destrucción de vidas y bienes.” Y es aquí donde se cita la palabra de Pablo VI: “ los que provocan las revoluciones explosivas de la desesperación.”

En muchos países latinoamericanos vivimos tiempos de extremismos opuestos, tiempos de tremenda polarización política.  Los extremos sobre estiman lo bueno que hacen, callan sobre sus propios errores, y al mismo tiempo ridiculizan lo bueno que el otro extremo hace, exagerando los fracasos de los mismos.  En tiempos electorales se agudiza aun más esa tensión y conflicto entre los extremismos políticos.  La realidad no es tan blanco o negro. Tiene muchas escalas de grises o bien de muchos colores. 

Monseñor Romero denuncia en la cita que hemos escogido que “privilegiados en su conjunto, muchas veces, presionan a los gobernantes por todos los medios que disponen, e impiden con ello, los cambios necesarios”.   Los más ricos de los países y a nivel internacional hacen lo imposible para  manejar los medios de comunicación, para financiar la propaganda electoral, para apoyar a sus serviles políticos, para que – una vez electos – les garanticen los miles de millones de beneficios.   Quien tiene la oportunidad de leer el libro[1] “Es OK estar enojado con el capitalismo” del ex candidato presidencial de los EEUU, Bernie Sanders, se dará cuenta cómo funciona esa máquina corrupta con miles de millones de dólares, comprando tanto a demócratas como a republicanos.  A nivel más latino, se dan los mismos procesos.  Los que tienen el poder económico presionan de miles de maneras a sus políticos para garantizar que no haya cambios serios, ni puntuales, ni estructurales en la economía, para garantizar la satisfacción imparable de su hambre a más y más dinero.   No hacen falta familias políticas poderosas en el poder – muchas veces a través de elecciones llamadas democráticas – que utilizan el poder político para seguir construyendo su imperio familiar económico en muchos sectores de la sociedad.  Un sabio dijo: el poder corrompe y mucho poder corrompe aún más.

Extremistas en el poder hacen lo imposible para “limpiar” su propio partido de posibles candidatos con nuevos liderazgos.  Siempre se encuentra un “pelo” para desacreditarlos y desplazarlos.  No faltan países donde los encarcelan, les quitan la nacionalidad y los expulsan del país, hasta robándoles sus propiedades y sus cuentas bancarias, a ellos y sus familias, hasta borrar sus notas escolares y diplomas.  Son aun más severos en el control sobre posibles voces disidentes o críticas desde otros partidos o de parte de medios de comunicación.  Extremistas en el poder no permiten voces disidentes o críticas. Hacen lo imposible para callarlas.  Reescriben la historia, sobrecentuando lo que los han llevado al poder y elogian sus grandes obras, mientras prohíben mencionar protestas y críticas y esconden sus propios fracasos.   En nuestros tiempos utilizan los medios de comunicación para bombardear la población con sus lecturas de los acontecimientos presentándolas como “la verdad”, la única verdad.

Si la realidad tiene muchos espacios grises (en vez de blanco y negro en los extremos), es importante que los pueblos puedan aprender a discernir críticamente tanto la misma realidad como los discursos políticos de quienes están en el poder (o intentan estar en el poder).  Los pueblos tienen la responsabilidad de mantener viva la memoria histórica especialmente de los acontecimientos que han provocado mucho dolor, muerte, desesperación, pobreza,….  No pueden permitir que los gobernantes borren ciertas épocas históricas porque no les conviene políticamente.   La educación (escolar y en la sociedad) debe enfocar la criticidad en las nuevas generaciones.   Si un gobierno inicia un nuevo año escolar o universitario con actos donde se mezclan banderas nacionales con las banderas del partido en el poder, transmiten el mensaje claro que se  trata de una educación ideologizada: aprenderán a ser seguidores del líder, aprenderán a comprender la historia y la realidad como el partido (desde hace años) en el poder lo divulga; darán honor y fidelidad al supremo poder político.

Monseñor Romero menciona una cita del Papa Pablo VI “los que provocan las revoluciones explosivas de la desesperación.”   En procesos de mucha polarización política ideológica donde los extremos se combaten,  en procesos donde el gran capital compra a los políticos para que les sirvan, en procesos donde se impone lecturas ideologizadas de la realidad de la vida, ahí poco a poco nace y crece la desesperación de los pueblos.  La emigración a otros países es una primera etapa para escapar de la desesperación yendo en búsqueda de más tranquilidad, de más calidad de vida.  En países con mucha emigración los actores políticos, especialmente quienes están en el poder, deberían de cuestionar profundamente la marcha que están impulsando.  Pero cuando la presión interna sigue aumentando, la pobreza crece, se descubre la mentira de la propaganda gubernamental, no se aguanta la constante violación a los derechos humanos, cuando se acaba la paciencia, seguramente tarde o temprano habrá “revoluciones explosivas de desesperación”.  Muy probablemente sean rechazadas y aplastadas violentamente por quienes están en el poder y cuentan con el apoyo de fuertes poderes económicos.  Aunque el poder trata de desacreditar la explosión, de perseguir a involucrados y a esconder el acontecimiento de la memoria, tarde o temprano volver a manifestarse.

Desde la familia, la escuela, la organización social tenemos la responsabilidad de aprender a evitar los pensamientos blanco – negro, las lecturas ideologizadas, las acciones extremistas.   Participación real sin presiones desde el poder, desde abajo,  con conciencia crítica y espíritu abierto, son caminos a abrir en la sociedad.  También las Iglesias tienen una responsabilidad profética para poner el dedo en las llagas del pueblo, denunciando abusos de poder y la acumulación de riquezas, manteniendo abierto el horizonte esperanzador de un mundo diferente en la perspectiva del Reino de Dios. 

Evitemos pensamientos, actitudes y acciones extremistas.  La realidad es mucho más compleja.  Aprendamos a discernir con honestidad desde la vida real de las y los pobres.  No tengamos miedo.

Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  de Mons. Romero durante la eucaristía del 5° domingo de cuaresma  1 de abril de 1979.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo IV,  Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p 348

[1] “It’s OK to be angry about capitalism” de Bernie Sanders. No sé si el libro existe en Español.

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