La misión de la Iglesia no es otra que la de Cristo

“La palabra de hoy es la Palabra de Dios, que yo trato únicamente de comentar y aplicar a la realidad. …  Yo quisiera que lo principal de mi predicación lo recogieran como una catequesis, como una predicación de la Palabra de Dios. …  El objetivo principal de mi predicación es el anuncio de este misterio. …  La misión que esa Iglesia llevará al mundo, a todos los siglos, no será otra que la de Cristo, muerto y resucitado.  La Iglesia celebra su liturgia, predica su palabra solamente para eso: para salvar del pecado, para salvar de las esclavitudes, para derribar las idolatrías, para proclamar al único Dios que nos ama. Esta será la difícil tarea de la Iglesia. Y, por eso, ella sabe que al cumplir esta misión que a Cristo le hizo ganarse una cruz y unas humillaciones, tendrá que estar dispuesta ella también a no traicionar ese mensaje y, si es necesario, como Él, sufrir el martirio, sufrir la cruz, la humillación, la persecución.”

Recordando como nos dieron “catequesis” (para las y los mayores, “catecismo”: en primer lugar una enseñanza de doctrinas, credos, oraciones, normas litúrgicas, tradiciones religioso – culturales, …  ¿No tendría que ser en primer lugar enseñar a vivir como Jesús, a hablar como Jesús, a asumir la vida como Jesús?  Catequesis presacramental siempre tendría que ser fundamentalmente ir conociendo mejor a Jesús y el misterio dinámico de su vida, asesinato y resurrección, para actuar como Él.   Si un/a niño/a está preparado/a para su primera comunión o su confirmación, no se debe medir por sus conocimientos (examen) doctrinales o litúrgicos, sino por su vida diaria. ¿En qué medida este/a niño/a o joven ya ha aprendido a vivir, a actuar, a ser como Jesús?   ¿Cómo participaron mamá – papá en el proceso de formación cristiana? 

El objetivo de la catequesis, de la liturgia, de la predicación es “salvar del pecado, salvar de las esclavitudes, derribar las idolatrías”, y eso es “proclamar al único Dios que nos ama”.  Viviendo en la realidad histórica y ser parte de los engaños de la sociedad, necesitamos ser rescatados del pecado, de las esclavitudes, de las idolatrías.  Más de 500 años de cristianismo en América Latina no han logrado eliminar ni el pecado estructural, ni las esclavitudes económicas, ni la adoración de los ídolos (del poder, la riqueza, la organización, el placer).   Y además, no nos gusta que el profeta nos pida tomar conciencia de cómo somos víctimas del pecado, de la esclavitud y de las idolatrías.   Unos/as ya ni quieren escuchar al profeta, no se interesan en Jesús, ni en el horizonte del Reino de Dios. Otros/as prefieren sus tradiciones religiosas eclesiales y consideran que el evangelio solamente molesta su tranquilidad.  Por supuesto  también hay “minorías abrahámicas” – las/los anawim del Antiguo Testamento – que sí quieren dejarse rescatar constantemente del pecado sistémico para dar testimonio del Evangelio en la lucha contra toda forma de esclavitud e idolatría. 

Monseñor recuerda que la “difícil tarea de la Iglesia” es exactamente esta: llamar a ser parte de esas minorías dinámicas y consecuentes con el Evangelio de Jesús, cuyas vidas llaman la atención por su praxis rebelde y liberadora, servidora para que haya más vida para otros/as.  Salvar del pecado no se hace a través de doctrinas o ritos religiosos, ni con oraciones.  Salvar del pecado se hace luchando por “arrancar de raíz el sistema injusto” en que nos toca vivir.  Las grandes luchas, nacionales, continentales y mundiales, solo alcanzarán victorias y avances si tienen raíces en las luchas diarias: en la propia familia, en la comunidad, en la colonia, en el trabajo, con los colegas de estudio, en el gremio, en la cooperativa,….  De nada sirve pretender gritar como profeta sin estar con los pies en la tierra concreta y cercana, ya haciendo la diferencia.  Luchar contra la corrupción y la insuficiente transparencia, exige empezar esa lucha en nuestro propio entorno de vida.   En nuestro país hay muchos que gritan, o publican, pero que no luchan en su propio entorno, más bien en su propia familia u organización son autoritarios, hacen cosas “extrañas” que esconden la verdad.  Esas luchas por “salvar del pecado” son puro aire si no están enraizadas en la realidad cotidiana.  Si la gente no “observa” que vivimos de manera diferente (servicial, inclusivo, justo, transparente, comprometido,…) en la vida diaria muy cercana, no seremos cristianos/as y no seremos seguidores de Jesús y no podremos aportar en “salvar del pecado”.

Un último pensamiento se refiere al seguimiento a Jesús.  Al cumplir la misión que Jesús le ha encomendado la Iglesia debe saber que vivirá las mismas consecuencias violentas que ha sufrido Jesús.  La Iglesia “tendrá que estar dispuesta ella también a no traicionar ese mensaje y, si es necesario, como Él, sufrir el martirio, sufrir la cruz, la humillación, la persecución”.   En Nicaragua hoy vemos tres caminos por donde está caminado la Iglesia perseguida por el régimen.   Este no permite la voz profética de la Iglesia (como no permite ninguna voz disidente del la voz oficial).  Cuando obispos y sacerdotes asumen esa misión, son atacados, acusados, encarcelados, expatriados, robada su nacionalidad, mientras siguen controlando todas las expresiones religiosas públicas, bloqueando las cuentas bancarias para obstaculizar las obras parroquiales.  Hay muchos testimonios fuertes de esa voz profética perseguida.   El otro camino es callarse, hacer caso al cerco informativo impuesto por el régimen, quedarse en los templos y sacristías y predicar en el aire, dando mensajes que  no dicen nada de la realidad histórica o que solo agradan[1] al gobierno, suspender todas las actividades evangelizadoras,…  En Nicaragua de hoy hay un tercer camino de obispos, sacerdotes y laicos (con sus comunidades) que repiten el lenguaje de las instancias gubernamentales,  no reconocen que hay persecución a la Iglesia,  que se han alineado a la defensa ideológica y política de un régimen que elimina todas las (reales y posibles) voces disonantes y divergentes. 

La Iglesia debe estar, hablar, celebrar y trabajar “para salvar del pecado, para salvar de las esclavitudes, para derribar las idolatrías, para proclamar al único Dios que nos ama. Esta será la difícil tarea de la Iglesia.   No tengamos miedo.

Reflexión  (actualizada) para el domingo  7 de abril 2024.  (Originalmente escrito para el segundo domingo de Pascua, 11 de abril de 2021) . Tomado de laHomilía en el segundo domingo de Pascua, 22 de abril de 1979.   Homilías de Monseñor Oscar A Romero, Tomo IV, Ciclo B, p.414.415.417

[1] El arzobispo de Managua llamó “traslado a otra responsabilidad pastoral” a la expulsión de dos obispos y unos 15 sacerdotes.  Suaviza el acontecimiento y ante la comunidad eclesial pretende justificar el acontecimiento.  No menciona el robo de las pertenencias de los expulsados, ni lo ridículo de las acusaciones y el enjuiciamiento.  

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