Nos hemos olvidado de la ley de Dios.

“Aquí estamos tocando el fondo de tantos desórdenes en nuestra vida social.  Si preguntamos el porqué de las huelgas, el porqué de los secuestros, por qué las divisiones, por qué la violencia, por qué tanto crimen, tanto desparecido, por qué torturas, todo está en una sola respuesta: los hombres se han olvidado de la ley de Dios.  Y un día señalaré, queridos hermanos, la putrefacción de nuestro sistema.  Señalaré el abuso del poder que se convierte en ladrón.  Podemos describir situaciones vergonzosas de hombres que debían darnos el ejemplo de honradez en el puesto de su gobierno, en sus negocios, en su dinero. ¿Y para qué aprovechan esos puestos, esas situaciones?  ¡Ya no se puede hacer nada por el bien común!  ¡Se hace por el egoísmo!  ¡Ah, si se revisaran muchas contabilidades! ¡Ah, si se pidiera cuenta de muchas obras públicas!  No se ha respetado la ley de Dios por aquellos que debían de ser el modelo: los legisladores, los que mandan. Y en el pueblo, naturalmente, al ejemplo de los de arriba, cunde la duda, la incertidumbre y el afán también de aprovechar. Y entonces, tenemos una nación corrupta desde arriba hasta abajo, porque se han olvidado todos, nos hemos olvidado de la ley de Dios.  (…..)  Y les estoy recordando, ya en el primer punto, que el pueblo de Dios tiene una ley, que se le dio en solemnidad de un Sinaí y que llega hasta nosotros y que ahora, en esta Cuaresma de 1979, nos pide una revisión de la vida como comunidad, como país, como gobernantes, como gobernados, como pueblo, como cristianos.  Solo así la Cuaresma podrá operar su gran tarea renovadora: si tenemos delante el espejo, ante el cual aparecerán tan feo nuestro rostro porque no se ha preocupado de copiar, en la vida, la ley del Señor.” .

En su homilía titulado “Cuaresma, retorno a la Ley de Dios”, Mons. Romero puso (y pone hoy) el dedo en las llagas de la sociedad salvadoreña.  Se vivía los tiempos de mucha violencia, tanto de parte de las llamadas autoridades policíacas y militares, como de parte de  organizaciones populares (sindicatos, grupos armados,..).  Luego llegó la explosión de la violencia en 12 años de guerra (con el inmenso apoyo militar y financiero de los EEUU).  Y después de la guerra nació el cáncer de las pandillas con sus extorciones, asaltos, robos, asesinatos,…  En los últimos años, a partir de un régimen de excepción, se han encarcelado a miles de personas relacionadas con o responsables de esas fechorías de las pandillas.  También se ha capturado a  personas que no tienen que ver con la violencia, a veces denunciadas por sus vecinos.  Se ha cuestionado fuertemente violaciones a los derechos humanos tanto en juicios como en las cárceles.  Aunque por de pronto hay una reducción fuerte de asesinatos y las extorsiones, la violencia no está fuera de la sociedad salvadoreña.    En cada país se podrá dar nombre a las olas de violencia que se sufre.  Y se podrá hacer la misma pregunta. ¿Por qué tanta violencia?  Monseñor Romero nos dice “los hombres se han olvidado de la ley de Dios”

Luego se refiere a  “la putrefacción de nuestro sistema”: abuso de poder político y abuso de poder económico de tal manera que quienes “debían darnos el ejemplo de honradez en el puesto de su gobierno, en sus negocios, en su dinero”  hacen exactamente lo contrario.  Políticos aprovechan de sus espacios para enriquecerse. No dudan en falsificar contabilidades, en robar al pueblo enriqueciéndose con propiedades y muchos lujos.  Hay una ansiedad por el poder para que puedan aprovechar del “pastel público”.   Y al otro lado, dice Mons. Romero, en el pueblo  se sigueel ejemplo de los de arriba, cunde la duda, la incertidumbre y el afán también de aprovechar”.  Si los grandes roban, porqué yo no.  Como consecuencia vivimos en una sociedad corrupta.   ¿Porqué?  “Nos hemos olvidado de la ley de Dios.”

A lo largo de la historia del pueblo bíblico de Israel y también de las Iglesias hemos aprendido de memoria los diez mandamientos: no adorar a ídolos (dioses falsos), no manipular el nombre de Dios, prohibiciones fundamentales como matar, robar, mentir, completado con la obligación de respetar y honrar a madre y padre, y de vivir una vida personal decente. Jesús radicaliza esa ley y la resumen en: Amar a Dios que es igual a amar al prójimo (incluido el enemigo).  Cuando el cristianismo se hizo la religión del estado, se impusieron “las leyes del mundo” (mentir, robar, matar, traicionar, dominar, explotar,…) sobre lo más básico de la ley de Dios: los 10 mandamientos, la ley de marcha. Lo hemos visto en los reyes católicos, en los reinos cristianos sucesivos en Europa, en los procesos de la colonización (ocupación, explotación, genocidio,…) fuera de Europa.   Muy fácil y cómodamente acusamos a otros (musulmanes, los chinos, los rusos,  los EEUU, …), mientras en la realidad histórica nuestros gobiernos siguen actuando en la misma dirección.  Seguimos produciendo armas cada vez más letales (y para matar a distancia), seguimos excluyendo a poblaciones minoritarias, seguimos defendiendo nuestro derecho a explotar materia prima y minerales en países del sur, se sigue beneficiando la clase rica, ..…  Por lo menos en cuanto a países con una tradición cultural con raíces en el cristianismo hubiéramos esperando otras dinámicas políticas y económicas.  Hoy vemos hasta como se persigue la iglesia  y se quiere dominarla, se impide su misión evangelizadora profética en nombre de un gobierno que se jacta ser “cristiana” (Nicaragua de hoy).  En Rusia la Iglesia ortodoxa rusa es una de las aliadas fuertes y justificadoras de la guerra de Putin contra Ucrania.  El conservadurismo y fundamentalismo religioso cristiano en el continente americano se expresa políticamente en apoyo a proyectos de muerte como el de Trump, de Bolsonaro, Milei, …  Vemos como el estado y el gobierno de Israel realizan desde hace 75 años la paulatina (y ahora acelerada) eliminación y destrucción del pueblo palestino.  También en el estado de Israel hacen lecturas fundamentalistas de “las escrituras” justificando sus acciones bélicas.    Da la impresión que la mayoría de la población judía durante esos 75 años ha estado olvidando su propio sufrimiento durante el holocausto quedando en silencio ante el creciente dolor de las familias palestinas, hasta estar de acuerdo con la destrucción total de la población de Gaza.

Monseñor Romero nos pide que durante esta cuaresma nos acordemos de “la ley de Dios”, iniciando con los 10 mandamientos.    “Nos pide una revisión de la vida como comunidad, como país, como gobernantes, como gobernados, como pueblo, como cristianos”  Por supuesto no tenemos que esperar hasta que los gobernantes hagan esa revisión en el espejo de la ley de Dios, pero sí podemos hacerlo en cuanto a nuestra propia vida, la de nuestra familia, la comunidad, la Iglesia.  Es muy difícil hacerlo solo/a.  Nos necesitamos para ver con más claridad hasta dónde la manera de vivir de Jesús se refleja en nuestra manera de vivir y dónde estamos “olvidándonos” del corazón del Evangelio. 

Quizás es bueno recordar que cuando mucha gente sencilla y pequeña hace pasitos pequeños de una vida nueva grandes cosas pueden suceder.   No tengamos miedo.

Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  de Mons. Romero durante la eucaristía del 3° domingo de cuaresma  18 de marzo de 1979.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo IV,  Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p 291.292

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