Es una voz de calma y de luz.

“Se oyen voces: Ya no hay salvación. Esto es un callejón sin salida. Hermanos, ante este pesimismo y desorientación, gracias a Dios que los cristianos contamos con una voz que ha estado resonando durante todo el mes de agosto: Este es mi Hijo amado, a El escuchadle. El tiene palabras de vida eterna, nos dice el Evangelio de hoy.  Es una voz de calma y de luz. Es como cuando uno sabe que más allá de las nubes del temporal hay un cielo claro donde el sol brilla, y que ha de pasar el temporal.  Y las nubes pasarán y brillará ese cielo y ese sol. ¡Tengamos fe! (26 de agosto de 1979)

La experiencia histórica nos ha enseñado que, en cada nueva etapa o en cada ronda electoral, se proclama que la situación alcanzada es realmente fatal y desastrosa, y la responsabilidad cae sobre el adversario político.  Al mismo tiempo, se promete un futuro de ensueño que pronto se diluye en lo que se pudo o quiso hacer, y que muchas veces se ve empañado por la corrupción.  En El Salvador, se está en una nueva etapa con esas dos dinámicas.  Muchos piensan que estamos en «un callejón sin salida». Hay quienes siguen confiando en los liderazgos que ya han tenido la oportunidad de contribuir a la transformación de la sociedad y no lo hicieron, y quienes piensan que hay que confiar ciegamente en las nuevas ofertas.  Todos corremos el riesgo de volver a sentirnos decepcionados y frustrados.

¿Sería que en la Iglesia estamos en un proceso muy parecido? ¿Sería que el camino de las iglesias en Europa son una ventana hacia el futuro de las iglesias en América Latina?  Víctor Codina observa la Iglesia europea y dice: «No es exagerado decir que, en muchas partes, son las personas mayores quienes conservan la fe cristiana, mientras que sus hijos, bautizados y catequizados, han ido apartándose lentamente de la Iglesia oficial y sus nietos muchas veces no han sido bautizados ni conocen qué significa el cristianismo.  La transmisión de la fe cristiana se ha interrumpido».  ¿Será que la secularización (como proceso mundial) nos llevará a preguntarnos «¿Somos los últimos cristianos?» ¿O nos dirigimos hacia una total fragmentación del cristianismo en miles de iglesias y mezclas religiosas (conservadoras)?   Sea como sea, merece la pena retomar la inquietud de monseñor Romero acerca del callejón sin salida, el profundo pesimismo y la creciente desorientación religiosa.

Tanto para la situación política (social, económica) del país como para la situación religiosa, monseñor nos invita y nos motiva a tomar en serio la llamada de Dios en el Evangelio cuando dice, refiriéndose a Jesús: «Escúchenlo». No basta oírlo ni leer textos de los evangelios.  Se trata de escucharlo y hacerle caso, seguir sus pasos, confiar en Dios Padre, como Él mismo hizo y de quien dio testimonio a través de sus acciones de bondad y misericordia.  Monseñor confiesa que la voz de Jesús es una voz de calma y de luz que nos ayuda a caminar, aun en medio de oscuridades e inseguridades.

Nos ha llamado la atención que en varias iglesias y movimientos los pastores dedican mucho más tiempo y esfuerzo a la lectura de las cartas de Pablo (que no conoció a Jesús, ya que vivió después) que a los Evangelios, que nos narran la vida de Jesús y los testimonios de las primeras comunidades que trataban de vivir como él.  Los evangelios dan testimonio de que el Reino de Dios era el centro de la vida y la actuación de Jesús.  Pablo corre el riesgo de poner la iglesia en el centro, con el gran riesgo de perder de vista el horizonte del Reino.

Monseñor Romero nos recuerda esa voz que sigue sonando: «Escúchenlo». Fíjense en Jesús, él es el camino, la verdad y la vida.  Hay que iniciar el proceso en los núcleos pequeños (familia, comunidad de fe), dar testimonio de vida en la colonia, en las organizaciones sociales, etc. Hay que volver a Jesús.

El nuevo obispo de Roma, el Papa León XIV, está llamado a abrir nuevos caminos para esa escucha de Jesús. ¿Será capaz y tendrá el valor evangélico para escuchar a Jesús en medio de la tradición de los veinte siglos de la Iglesia y de la realidad histórica que vivimos?  Pero es una misión diaria para cada creyente.  No tengamos miedo.

Cita 6 del capítulo IX  (La esperanza ) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”

Volver arriba