El carácter social e inteligencia ética de la misericordia con el Papa Francisco

La nueva Carta Apostólica del Papa Francisco, “Misericordia et misera”, que clausura el Jubileo de la Misericordia que hemos vivido en la iglesia, como es la enseñanza de este Papa, tiene mucha profundidad, verdad y belleza. Nos vamos a centrar en los constitutivos aspectos sociales y éticos que presenta el Papa. Ya que creemos que son claves para una vida espiritual, moral y social adulta, madura y que busque la santidad. Partiendo del Dios que se revela en la Palabra de Dios, en Cristo se nos muestra que nuestro Dios es misericordia y compasión que asume el dolor, sufrimiento e injusticia que padece la humanidad, los pueblos y los pobres.

Toda la Revelación de Dios es el Regalo-Don (Gracia) de su amor misericordioso y compasivo que va liberando a la humanidad que sufre, que es afectada por el mal, pecado e injusticia. En Jesús, Dios se nos desvela como el Consolador y la Misericordia que acoge, reconcilia, perdona y libera integralmente al ser humano. Tal como se nos manifiesta en Jesús Crucificado-Resucitado por el Reino de Dios y su justicia, que es sacramento (presencia) de la misericordia solidaria y liberadora con los pobres, excluidos y víctimas de la historia. En la Cruz, Jesús es el Rey y Señor de la historia, asumiendo compasivamente el dolor, mal e injusticia que padecen las personas, los pueblos y los pobres. Para traernos la salvación liberadora en este amor, paz y justicia con los empobrecidos del mundo; frente a los ídolos del poder y de los poderosos de la tierra, de la riqueza y del ser rico que imponen la dominación e injusticia, que crucifican a las víctimas y a los pobres.

De ahí que el seguidor de Jesús y de su proyecto del Reino de amor misericordioso y justicia con los pobres, habitado y movido por su Espíritu, continuará con este camino de la caridad que se hace misericordia en el servicio y compromiso social. Ante el mal e injusticia del mundo, tal como sucede hoy, como son el holocausto del hambre y la pobreza,de la esclavitud infantil, la explotación laboral con un trabajo basura e indecente, el paro, las guerras, la destrucción ecológica etc. no podemos permanecer indiferentes. Hay que luchar contra la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia. Y no estar impasibles ante todo este dolor e injusticia, ya que nos convertimos en cómplices y colaboradores de todo este sufrimiento, opresión y mal que padecen los pobres.

El Papa nos invita a vivir el valor social e inteligencia de la misericordia. Una caridad efectiva e inteligente, que restituya la vida y dignidad de las personas que sufren todo este mal e injusticia, que promueva la paz y la justicia con los pobres la tierra. Hay que emplear la razón e inteligencia de la caridad social y sus mediaciones. Como son la cultura, la política y la economía para extender la civilización del amor y la globalización solidaria. La cultura de la misericordia nos hace buscar nuevas formas y expresiones en la ética social que, como nos enseña la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), busca las causas del sufrimiento, de la pobreza e injusticia.

No debemos caer en el paternalismo y asistencialismo que humilla, que perpetúa el mal e injusticia. El principio-misericordia acoge el dolor e injusticia del pobre para promover su desarrollo humano, liberador e integral, para que las personas, los pueblos y los pobres sean los sujetos protagonista de su promoción y liberación global. Frente a toda resignación, cinismo e hipocresía ante el mal e injusticia, la imaginación e inteligencia de la misericordia nos llena de esperanza y nos lleva: a conocer y comprender la realidad social e histórica; a valorar esta realidad en un discernimiento ético; y al compromiso por la transformación real las causas del sufrimiento, de las relaciones humanas, de las estructura sociales, de los sistema políticos y económicos. Una caridad y misericordia que no sea profética, en la denuncia de los males e injusticias concretas que padecen los pobres y en el anuncio de la justicia liberadora, se pervierte en su significado social, moral y transformador de la realidad. La vía e inteligencia de la misericordia debe transitar por la caridad social y política que, con el protagonismo de los pobres, lucha por la paz, el bien común y la justicia que libera de las causas del mal e injusticia.

De ahí que la misericordia supone la transformación de esta economía que excluye y mata, de esta ideología y sistema económico que pone al dinero y al mercado como falsos dioses, al beneficio y al capital como ídolos a los que hay que sacrificar pueblos y pobres. La misericordia liberadora e inteligente nos lleva a transformar esta globalización del capital y de la especulación financiera-bancaria, de la guerra y de la destrucción ecológica. Y que se convierta en una mundialización de la solidaridad, de la paz y de la justicia socio-ambiental. La gestión de la política en el bien común frente a toda corrupción e injusticia social, la economía cimentada en el destino universal de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad y el trabajo, la dignidad del trabajador con un salario justo, por encima del capital son valores de una misericordia ética, social e inteligente.

El valor social e inteligencia de la misericordia comprende bien que no hay auténtica caridad y justicia sin un control democrático, sin una gestión ética-política del mercado y del estado, de la economía, del comercio y de las finanzas. Para que sirvan al bien común y mundial, al trabajo decente, a la paz justa y al desarrollo eco-social con los pobres de la tierra. Tal como nos enseña todo lo anterior esta DSI, que es la vía y camino de la caridad que, en la misericordia, se hace pobreza solidaria en la comunión de vida, de bienes y luchas socio-liberadoras con los pobres. Así nos lo mostro Jesús Pobre y Crucificado, que se hizo sacramento (presencia) de la misericordia compasiva con el pobre. Y cada vez que practicamos la misericordia y justicia con el pobre, de forma similar a la Eucaristía, nos encontramos con Cristo, con Jesús mismo hacemos misericordia y justicia. Esta es la fe de la iglesia, como nos está mostrando nuestro Papa Francisco. Gracias a Dios.
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