¡Feliz sábado! Seguimos en el tiempo de Pascua y, por ello, lo propio de este tiempo sería cantarle a la Virgen esta antífona. De hecho, de entre todas las que había en el breviario, esta es la única que se ha conservado para este tiempo y se sigue utilizando en la liturgia pascual. Con el propósito de decirle a María que la reconocemos como Reina del cielo y pedirle que interceda con nosotros, vamos a disfrutar de esta pequeña obra.

Nos visita hoy Antonio Caldara (1670-1736), compositor italiano nacido en Venecia. Era uno de los compositores más importantes de su generación y llegó a tener mucha influencia ya que trabajó en Viena, por lo que casi fue conocido en toda Europa. Desde pequeño ya destacó por tener una bella y cantó en el coro de la basílica de San Marcos. Su padre le enseñó violín y también aprendió de Giovanni Legrenzi. Con veinte años ya estaba componiendo algunas óperas y no solo causó sensación por ello sino por su arte al violín. En Roma trabajó para el cardenal Ottoboni y en 1717 marchó a Viena como vicemaestro de capilla de Carlos VI. Allí se le pidió escribir varias óperas y oratorios, entre las que estaban Dafne o Sancio Panza. Su actividad como compositor era tan intensa que le llevó a un agotamiento que fue fatal.

Escuchemos su antífona Regina coeli, para coro a cuatro voces. La alegría, efervescente, está presente en la obra desde su primer compás, algo obvio porque estamos en una composición para el tiempo pascual. Hace un uso intenso de la polifonía imitativa, de forma que las voces que comienzan la obra casi parece que enuncian una especie de fanfarria. No hace un uso de demasiado artificio contrapuntístico y en otros momentos las voces caminan de forma paralela. Sin embargo, es esa imitación la que llena de luminosidad y de un aliento vital a esta pieza que nos sirve para saludar a la Virgen y decirle que nos cuide como ella sabe hacerlo.

La partitura de la obra puede ser descargada aquí.

La interpretación es del NDSU Concert Choir.