Música para divertirnos

Concierto como un divertimento, Rodrigo

¡Feliz miércoles! Aquí tienes la ración semanal de música española. Buscando a quién traerte me he dado cuenta que hace tiempo que no aparece por aquí a uno de los grandes nombres de nuestra música. No me refiero a Victoria, ni Guerrero ni Morales sino a alguien más reciente. Seguro que el nombre te ha venido a la mente. Me dejo ya de acertijos y paso a presentártelo y, lo que es más importante, disfrutamos de su música.

Joaquín Rodrigo

Efectivamente, se trata de Joaquín Rodrigo (1901-1999), compositor español nacido en la localidad valenciana de Sagunto. Podemos decir que es el maestro más celebrado del siglo XX. Debido a la difteria quedó ciego desde los tres años pero eso no le impidió realizar con éxitos sus estudios musicales. En París, donde estudió con Dukas, trabó amistad con Falla. Pasó las penalidades en la década de 1930, vivió en varios países de Europa y volvió a España en 1939. Desde sus primeros momentos como compositor ganó diversos premios (componía en Braille y luego al final recurrió a un copista). Durante muchos años enseñó música desde su cátedra Manuel de Falla y también viajó intensamente por Europa para dar conferencias y tocar el piano. Famosos intérpretes mundiales le encargaron obras, entre ellos Andrés Segovia, James Galway o Julian Lloyd Webber. El rey Juan Carlos I lo nombró marqués de los jardines de Aranjuez.

Vamos a escuchar su Concierto como un divertimento para chelo y orquesta. Data de 1981 y precisamente lo estrenó Lloyd Weber. La orquestación es bastante clásica aunque añade un xilófono y una celesta. La música tiene una atmósfera totalmente española, con abundantes melodías populares. Se inicia con un allegretto con ritmo de bolero y el chelo imitando la guitarra. El movimiento lento es un adagio nostálgico, con el chelo interpretando armónicos y la orquesta acompañándolo delicadamente. La cadenza es muy virtuosa y requiere de una gran técnica. Termina el concierto con un allegro scherzando que tiene la habitual alegría con que Rodrigo dotaba a sus últimos movimientos. Como siempre ocurre con el maestro Rodrigo, la obra es una gozada de inicio a fin.

La interpretación es de Asier Polo (chelo) y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por Max Bragado-Darman.

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