Negra soy



¡Feliz sábado! Otro fin de semana que comienza y otro sábado que aquí lo celebramos escuchando música relacionada con la Virgen. En este caso también será española porque si echas cuenta de las obras verás que es la que falta en esta semana; mañana no tiene cabida porque los domingos estamos disfrutando de las obras de Bach. Hoy te propongo escuchar una pequeña obra de un grandísimo intérprete que también hizo sus pinitos como compositor. ¡Y qué buenas obras compuso!

Está hoy con nosotros Pau Casals (1876-1973), violonchelista y compositor catalán nacido en El Vendrell. No solo está reconocido como uno de los más grandes chelistas de la historia sino que también era un gran director. Desde pequeño mostró tendencia a la música, que empezó a estudiar con su padre. Luego la desarrollaría de forma seria en Barcelona y Madrid. Con veintitrés años comenzó a dar conciertos y en su carrera como concertista al chelo desarrolló nuevas técnicas y potenció también nuevas capacidades expresivas en el instrumento. Como director también destacó por su belleza de sonido que conseguía con la batuta. Ni que decir tiene que era un grandísimo profesor y como compositor también sobresalió. Entre sus obras más famosas está el oratorio «El pesebre», que poco a poco se fue convirtiendo en un franco himno de paz. En este sentido, su carrera estuvo volcada en la defensa de los derechos humanos y la libertad, como lo atestiguan sus numerosos conciertos y sus discursos ante las Naciones Unidas. Debido a la guerra, tuvo que exiliarse a Puerto Rico donde murió.

En 1943 Casals compuso su Nigra sum, para coro y órgano. Toda la expresividad del maestro está concentrada en esta maravilla de obra que fue destinada al Monasterio de Montserrat y su escolanía. Se ha convertido en una de sus obras más famosas gracias a una melodía encantadora, casi de apariencia operística. De todas formas, la aproximación al texto de El Cantar de los Cantares es conservadora. Las tonalidades usadas son muy efectivas y de un gran impacto estético. Las voces evolucionan de forma paralela en una melodía que nos arropa con un especial calor. En realidad escuchamos dos voces y desde la primera nota nos maravillamos de cómo se adapta la obra a la mítica escolanía para la que fue concebida.

La interpretación es de la Escolanía de Montserrat.

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