La tierra tembló

Terra tremuit, Palestrina

¡Feliz martes! Vamos avanzando por el mes de mayo y no debe olvidársenos que estamos en el tiempo de Pascua, en el que vivimos que Dios está vivo porque Cristo resucitó. Esa tiene que ser nuestra alegría, porque es el fundamento del cristiano: que la muerte no tiene la última palabra sino que la Vida es la que triunfa. La polifonía de hoy, una verdadera pequeña obra maestra, se va a encargar de darnos ese mensaje.

Giovanni Pierluigi da Palestrina

Y semejante belleza no pudo salir sido de las manos de Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594), compositor italiano nacido el Palestrina. Cuando el Concilio de Trento llegó a su final se planteó la duda de si la polifonía debía ser definitivamente prohibida porque oscurecía las palabras que había detrás y no se entendía el mensaje. Se dice que, para salvar a la polifonía de su muerte, Palestrina compuso su famosa Missa Papae Marcelli, y así convencer al cardenal Borromeo (luego san Carlos) de tomar una decisión en su favor. Es cierto que ambos personajes hablaron pero no se mencionaba nada sobre la misa. Es verdad que Palestrina decidió componer de una forma más simplificada e inteligible (para complacer de alguna forma a quienes se quejaban de la complejidad) pero no podemos afirmar que esa composición fuese decisiva para inclinar la balanza. De todas formas, y es mi opinión, la habría decantado en favor de Palestrina de haber sido ese instrumento que la historia ha pretendido concederle.

De este verdadero maestro vamos a escuchar su motete Terra tremuit. Se canta precisamente durante el ofertorio del día de Pascua. El maestro hace uso de cinco voces para describir ese momento en el que la tierra tembló porque Jesús resucitó de entre los muertos y con ese hecho nos ha salvado definitivamente. En el momento que se habla del juicio de Dios, con las palabras dum resurgeret in iudicio Deus, Palestrina utiliza una textura casi en forma de fabordón (es decir, con voces paralelas). Como no podía ser menos, la composición termina con un jubiloso aleluya que ocupa casi un tercio de toda la obra. Las voces superiores son las que lo comienzan y se va alcanzando poco a poco ese clímax que se alcanza al final de la pieza. ¡Vaya maravilla!

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es del conjunto The Cardinall’s Musick dirigido por Andrew Cardwood.

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