"Algunos puntos para pensar" Alberto Roselli: "El aborto y la salud pública"

Senado argentino
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"Argentina vive este tiempo, además de la pandemia, el debate acerca del proyecto de Ley de aborto presentado por el propio gobierno nacional en el Congreso"

"Proponemos aquí algunos puntos para pensar y comprender más globalmente esta atropelladora moda de imponer sin dialogar, dividir más que integrar, matar en nombre de la vida"

"Se argumenta que es un tema de salud pública implica por parte del gobierno, pero el embarazo no es una enfermedad, aunque sea no deseado"

"Este debate no debe ser un enfrentamiento que divida. Sino caemos fácilmente en la misma contradicción que intentamos demostrar"

"Si finalmente el proyecto se aprueba en ambas Cámaras legislativas, De ninguna manera es una derrota.Derrota sería si cambiamos nuestro modo de pensar porque la ley lo establece"

Argentina vive por este tiempo la realidad de la pandemia y la del debate acerca del proyecto de Ley de aborto presentado por el propio gobierno nacional en el Congreso.

Al primer tema se enfrenta la aún drástica verdad de que sinvacuna a la vista, el único medio de prevención son las medidas mínimas de cuidado, con los intereses primordialmente económicos, tanto generales como estacionales y con el verano ya ocupando el escenario principal.

Sobre este punto sigue llamando la atención el doble discurso, difícil de comprender, de referentes de los distintos sectores interesados, periodistas y hasta gobiernos, que sin admitir públicamente que ya no les interesa tanto la salud, enfatizan en solicitar aperturas y permisos con visos de incoherencia, a favor de sus propios beneficios.

Acerca de la ley de aborto, los defensores de esa postura prefieren ignorar una discusión de fondo, la vida concreta y de todos, para argumentar con razones particulares, sectoriales e ideológicas; reaccionando con violencia, descalificaciones agresivas y acusaciones mal teñidas de modernismo versus supuesto conservadurismo.

Proponemos aquí algunos puntos para pensar y comprender más globalmente esta atropelladora moda de imponer sin dialogar, dividir más que integrar, matar en nombre de la vida.

Lo primero es admitir y entender que no hay manera de debatir entre ambos sectores. Sencillamente porque unos parten de hechos consumados que pretender generalizar y otros pretendemos ir varios pasos antes y discutir desde el valor absoluto de la vida no sólo moralmente sino también biológica y científicamente.

De todos modos siempre existe la posibilidad y la necesidad del diálogo, respetuoso y constructivo, que busque la verdad a través del sentido común.

Quienes defendemos la vida, toda vida y siempre, estamos convencidos que la muerte, toda muerte, nunca, absolutamente nunca es justificada, menos aún desde lo ideológico.

Entre las acusaciones se destaca también que desde lo religioso, que no es aceptado por todos y esto es razonable, se defiende la existencia de vida desde la concepción. Pues no es así.

La ciencia ha demostrado hace ya muchos años que existe ser vivo en la misma fecundación del espermatozoide al óvulo. Y no solamente en el género humano.

En algún momento esto fue aceptado por los sectores abortistas, pero luego se descartó del libreto.

Se habla que esta ley de aborto disminuirá la cantidad de muertes de mujeres que se someten a abortos clandestinos, por lo que se la justifica como una razón de salud pública.

Quizás valga la pena comprender el contexto: tal argumento se funda en una realidad que no se explica suficientemente. Imaginemos el número de mujeres que pueden y que quedan embarazadas. De ese número señalemos a aquellas mujeres que no lo esperaban o no lo deseaban, considerablemente menos. De este último número miremos más particularmente a aquellas que por miedo, abuso, presión, etc, deciden abortar.

Solamente este determinado sector es el que sirve de fundamento para las posturas abortistas.

Al no haber aborto legal acuden a quienes de manera clandestina concretan la práctica de matar al bebé, con el riesgo consabido.

Argumentar que es un tema de salud pública implica por parte del gobierno, renunciar lisa y llanamente a la obligación de acompañar y asesorar a esas mujeres en conflicto que prefiere cortar por lo sano: autorizar la muerte del bebé.

Además el objeto de la salud pública es la cobertura de salud para todos, especialmente a los más desfavorecidos; garantizar el acceso a un sistema de salud excelente para todos; evitar que la salud sea un negocio para ser un servicio; siempre en relación a patologías y enfermedades.

Y el embarazo no es una enfermedad, aunque sea no deseado.

En todo caso la cuestión debería ser asumida por Desarrollo Social, con políticas que con efectividad se ocupen de las fragilidades no sólo físicas sino también anímicas y sociales.

El alcance y la finalidad de la ley. La ley no es absoluta: lo que hoy rige, mañana puede cesar si ya no se hace necesaria. Y lo que hace razonable a una ley es que establezca derechos y obligaciones que permitan y faciliten el ejercicio del bien común.

Por lo tanto, una ley de aborto se convierte en espuria en sí misma, al no cumplir el objetivo para el que existe.

Dicho de otro modo: no por ser ley, algo malo se convierte en bueno.

Tenemos ejemplos de leyes forzadas y particulares que han causado más daño que beneficio.

No se trata de una guerra entre posturas a favor y en contra. Plantearlo así, desde ambos sectores, es no contribuir a la paz social ni al mencionado bien común.

Este debate no debe ser un enfrentamiento que divida. Si no, caemos fácilmente en la misma contradicción que intentamos demostrar.

Entonces, qué pasa si finalmente el proyecto se aprueba en ambas Cámaras legislativas?

De ninguna manera es una derrota. Derrota sería si cambiamos nuestro modo de pensar porque la ley lo establece. Y las leyes no cambian la verdad, solo deberían facilitar la unidad y el bien común.

Debería ser una confirmación para seguir trabajando y sobre todo, haciéndose cargo de quienes sufren estas situaciones, a quienes el miedo, un mal concepto de libertad, el odio o lo que sea, merecen poder repensar y ser acompañadas en el proceso, siempre sorpresivo del anuncio de que gestan una nueva vida, tan valiosa como la del primer ser humano, el más rico o el más miserable. También la de quienes promueven el aborto. Y también las propias.

Libertad no es hacer lo que uno quiera, sin más. Es hacerlo con la responsabilidad que sea un bien para todos. También del bebé en la panza de su mamá.

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