Habla la misionera de Riobamba a la que el Nuncio Carrascosa estigmatizó por sus denuncias Julia Serrano: "Estoy tranquila y tengo paz, porque, a la larga, ellos son curas y obispos, yo, sólo hija de Dios"

Julia Serrano
Julia Serrano

Acusa al ya obispo emérito, con pruebas, de "haber convertido la Iglesia en una especie de supermercado de sacramentos y bendiciones"

"En su carta del 30 de diciembre del 2013, en la que pone precio al servicio pastoral y fija aranceles, desobedece al Santo Padre Francisco que pide que lo hagamos gratis"

"Por qué los curas de Riobamba no protestan, pero sí llegan a mi hogar a contarme lo que les pasa. La respuesta es simple: el miedo"

"No tengo ninguna finalidad oscura. No sabía que tener pasión por el Reino de Dios y su justicia fuera una finalidad oscura"

"Algunos curas de Guayaquil, que ni me conocen, reenvían un whatsapp atribuido al Nuncio Apostólico, donde se me acusa de 'maleante'"

La misionera española, Julia Serrano, tuvo la valentía de levantar su voz, para denunciar comportamientos que no le parecían correctos de su ya obispo emérito, el también español Julio Parrilla. Desde entonces, el Vaticano aceptó la renuncia de monseñor Parrilla y del que estaba preconizado como obispo coadjutor, Gerardo Neves. Pero la jerarquía ecuatoriana, capitaneada por el Nuncio en Quito, el español Andrés carrascosa, arremetió en tono autoritario contra ella y contra los medios que dimos cobertura a su denuncia.

En plena catedral, el Nuncio acusó a los medios de “mentiras y caluminas”y de “asesinar” mediáticamente a monseñor Parrilla. Después de poner en boca del Papa Francisco la casi elevación a los altares de monseñor Parrilla, volvió a señalar a la misionera denunciante y a los medios que acogieron su denuncia: "Conocemos muy bien nombres y apellidos. Y este país no se merece esto”. Y concluyó su intervención con un “¿queda claro?”

El NUncio Carrascosa en Riobamba
El NUncio Carrascosa en Riobamba

Julia Serrano, que no tiene nada que ganar en este contencioso, a no ser problemas ante el evidente cierre de filas de la jerarquía, esperó un tiempo prudencial y, ahora, nos envía su respuesta, que, aquí, publicamos, como publicamos la intervención del Nuncio y otras a favor de monseñor Parrilla.

La misionera denuncia los aranceles aprobados e impuestos por monseñor Parilla en la diócesis y en contra del criterio del propio Papa. Asegura, además, que en su denuncia no la mueve "ninguna finalidad oscura", reconoce que la van a "crucificar" por lo que dice, pero reitera estar tranquila y en paz con su conciencia.

Otros, en cambio, como el Nuncio Carrascosa tendría que explicar la utilización extemporánea de la figura del Papa, sus descalificaciones a la misionera denunciante y a los medios que publicamos su denuncia, amén de sus ínfulas de pequeño caudillo clerical venido a menos. Sólo le faltó coger el báculo a aporrear el suelo con él. ¡Menudo espectáculo!

JUlia Serrano
JUlia Serrano

La respuesta de Julia Serrano

LO MAS DIFICIL DE EVANGELIZAR ES EL BOLSILLO

Eran otros tiempos cuando salíamos a las comunidades a celebrar la eucaristía u otros sacramentos y cuando la gente preguntaba: “cuánto serán sus derechos” y la mayoría de los sacerdotes respondían: “lo que tenga voluntad, si es que tiene, si no, nada”.

Ahora, a partir del 2013, desde que el obispo Parrilla puso aranceles, la mayoría de los curas no han dejado de subir sus precios, porque la vida está cara. También esta cara para los pobres.

D. Julio Parrilla en su rueda de prensa aseguró que se iba con la conciencia tranquila y satisfacción del deber cumplido. Que le vaya bien. Pero rechaza las acusaciones de su mal comportamiento que siguen a la vista de todos.

Vamos a lo profundamente humano. Despachó a algunos sacerdotes porque no fueron santos de su voluntad; le recuerdo al P. Milton Vimos, al P. Antonio Pichardo, al P. Antonio María Martínez-Gómez, del cual se deshizo cuando él tuvo que viajar a España a recuperarse de su salud, bastante maltratada, y con un simple correo le dijo que no regresara más a Riobamba. También hay sacerdotes que se sintieron maltratados. Hay otros ancianos a los que, simplemente, se los quitó de encima.

Julio Parrilla
Julio Parrilla

Deberíamos preguntarnos por qué los curas de Riobamba no protestan, pero sí llegan a mi hogar a contarme lo que les pasa. La respuesta es simple: el miedo. Miedo en dos sentidos, el primero a la autoridad y su prepotencia y el segundo, a perder su cómodo y reducido espacio de poder como padrecito porque eso da prestigio, reverencias y plata.

Cabe señalar que no tengo ninguna finalidad oscura. No sabía que tener pasión por el Reino de Dios y su justicia fuera una finalidad oscura. Todo eso viene del interior de la jerarquía, en pocos obispados se encuentra transparencia y verdad. Con Mons. Leonidas Proaño teníamos luz porque las decisiones eran horizontales y se nos consultaba a todos los Agentes de Pastoral en las asambleas diocesanas. Con el Obispo Parrilla, todo se resolvía en sus consejos de curas y es triste que se siga tratando a los agentes de pastoral laicos o al pueblo como a menores de edad, como si no supiéramos pensar y tomar decisiones.

Algún obispo ha salido a ensalzar su labor pastoral y las bondades de su quehacer. Ya sabemos que “entre bomberos no se pisan las mangueras, y entre curas no se pisan la sotana”, como dice el refrán popular, que tanto nos gusta como metáfora.

NUncio Carrascosa
NUncio Carrascosa

Algunos obispos me conocen muy bien, de muchos años atrás. La pregunta que me hago es ¿por qué cuando no eran obispos, me estimaban, coincidíamos teológicamente en muchos aspectos y podíamos conversar sin miedo? ¿Y ahora? Se ve que el poder ahoga porque les cambia la opción y su pequeño rincón de poder, en lugar de ser servidores de los más empobrecidos y vulnerados.

Siguen compitiendo entre ellos, para que se les recuerde por sus obras con cemento, cuando la iglesia se construye desde las comunidades eclesiales de base, desde la oración, desde el compromiso, desde la contemplación, para poder escuchar la voz de Dios en el interior de nuestro propio silencio y no en la frialdad de las obras materiales; “vale más un indio que una catedral” lo decía con razón Monseñor Proaño.

Algunos curas de Guayaquil, que ni me conocen, reenvían un whatsapp atribuido al Nuncio Apostólico, donde se me acusa de “maleante”. No hay ciencia más atrevida que la ignorancia, así que, no pienso gastar pólvora en gallinazos.

D. Julio Parrilla, creo que debe ser una de las pocas personas, en Riobamba y Chimborazo, que dicen no saber de los curas con hijos. Dos cuestiones me provocan: La una, qué clase de pastor ha sido si no conoce ni a sus curas que deberían ser los más cercanos a él y él a ellos. La otra, según refieren los propios curas, su preocupación ha sido no por ellos sino por la plata, sobre todo donde hay santuarios. No lo digo yo, lo dicen los curas.

El Nuncio Carrascosa y monseñor Parrilla
El Nuncio Carrascosa y monseñor Parrilla

Por eso creo que lo más difícil de evangelizar es el bolsillo. La iglesia se ha convertido en una especie de supermercado de sacramentos y bendiciones. Me viene a la memoria el libro “Huasipungo” de Jorge Icaza y el hecho de hacer creer a la gente que cuánto más cerca se está de la iglesia, más cerca se está de Dios y eso no es del todo cierto. El Reino abarca mucho más que la iglesia, ella sólo es un medio y no el único.

En su carta del 30 de diciembre del 2013 en la que pone precio al servicio pastoral y fija aranceles, comete dos errores, uno que no sería un servicio puesto que se paga por él, luego sería una compra; y, el otro, desobedece al Santo Padre Francisco que pide que lo hagamos gratis.

También me parece una vergüenza, que las limosnas que se recogen en las misas de difuntos, en las funerarias, sean también para la iglesia, aparte del arancel de las misas de funerales que cuestan $ 30 (treinta dólares), sin contar que a esto se suma el valor que se les cobra por el músico que lleva el cura, ¿qué?, ¿estamos volviendo a las misas de primera, segunda o tercera categoría?

Julia Serrano
Julia Serrano

Por decir estas verdades en voz alta, estarán pensando en crucificarme. Pero solo pido coherencia, solo exijo respetar al prójimo porque estamos para servirle y no servirnos de él.

También quiero hacer otra aclaración. Los misioneros no nos jubilamos jamás. Por nuestro bautismo estamos consagrados a la tarea de ser mensajeros de la buena noticia (Mt. 28, 16-20). El bautismo nos vincula al Padre, al Hijo y Espíritu Santo para la misión universal y la práctica del mensaje. Treinta y ocho años sirviendo en la construcción del Reino de Dios en la iglesia de Riobamba no me hace ajena a sus vicisitudes, al desconocerme como misionera lo único que se muestra es el desprecio de alguien con un aura narcisista que ya necesita que se le proclame santo, como leí en Vida Nueva.

En la actualidad sigo trabajando en el programa de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, con los catequistas y misioneros que despreció el párroco de nuestro sector, por seguir los mandatos del entonces obispo Parrilla. Es un hermoso trabajo que permite continuar vinculados a los necesitados en los sueños por materializar el ejercicio de sus derechos.

Estoy tranquila y tengo paz, porque a la larga, ellos son curas y obispos, yo, sólo hija de Dios.

Julia Serrano Fernández, misionera.

Aranceles en Riobamba
Aranceles en Riobamba

Volver arriba