Monseñor Geovanni Paz: "El Gobierno debe abrirse al diálogo, porque no hay justicia, hay corrupción y negligencia judicial"

"Lo que más afecta a la comunidad con la presencia minera es la ruptura del tejido social: causan división a la familia y a las comunidades"

"Buscamos acompañar a nuestro pueblo. Impulsamos su formación desde el conocimiento de los derechos humanos, impulsando el desarrollo desde alternativas sustentables"

"Considero que un primer paso es mantener su identidad como pueblos originarios, que no se dejen comprar las conciencias por intereses económicos"

"Debemos poner nuestro corazón en los pobres, para acogerlos, amarlos y servirlos"

Monseñor Geovanni Paz

Geovanni Paz Hurtado (Cotacachi, 1962), obispo de Latacunga, sigue la estela de los grandes obispos-profetas del Ecuador, como Leónidas Proaño, Luis Alberto Luna o Gonzalo López Marañón. Con su misma fuerza denuncia "el atropello de los derechos humanos" por parte de las compañías mineras: Por eso, proclama que "no existe minería legal: toda es ilegal. Y produce indignación ver como el gobierno realiza las concesiones". Ante esta situación, "buscamos acompañar a nuestro pueblo. Impulsamos su formación desde el conocimiento de los derechos humanos, impulsando el desarrollo desde alternativas sustentables", dice el prelado.

En una diócesis como Latacunga mayoritariamente indígena, pide a sus fieles que mantengan "su identidad como pueblos originarios, que no se dejen comprar las conciencias por intereses económicos". Mientras la diócesis de Latacunga y su pastor estarán siempre "con el corazón puesto en los pobres, para acogerlos, amarlos y servirlos".

Creemos. Crecemos. Contigo
Monseñor Geovanni

He visto fotos suyas en una procesión apoyando a los campesinos que defienden su tierra: ¿cuál es la situación entre campesinos y la presencia de compañías mineras? 

Siempre estamos acompañando a nuestro pueblo, especialmente aquellos que sufren los atropellos a los derechos humanos. Lo que más afecta a la comunidad con la presencia minera es la ruptura del tejido social: causan división a la familia y a las comunidades, porque unos rechazan la minería y otros lo aceptan por los intereses económicos. Al recibir un salario que puede ser alto pero que más tarde no les alcanza para cubrir los gastos por salud (porque no se cumplen con los derechos laborales), muchas veces los campesinos son engañados por las promesas de las mineras que no cumplen los compromisos asumidos con las comunidades. Hablan de un desarrollo, falso desarrollo. Basta ver después de 50 años de explotación petrolera como se encuentra la Amazonía: no tienen carreteras, y, si las tienen, en pésimos estado, la falta de atención médica, salud, destrucción ambiental de los campos y los ríos, o los mecheros de la muerte que producen cáncer y aún no se han apagado.  A pesar que hay un sentencia que determinó apagarlos, el gobierno no cumple.   

¿Qué papel tiene el gobierno en todo esto? 

Ya decía el Papa Francisco: “Jamás el interés económico puede estar por encima de los derechos de las personas y la naturaleza”. Parece ser que los gobiernos no lo saben, porque para el gobierno lo importante es el interés económico. Y, detrás de todo, está la corrupción, porque no se socializa el proyecto con la comunidad, o los estudios de impacto ambiental giran en torno a los intereses mineros. Todo esto es ilegal. Por eso digo que no existe minería legal: toda es ilegal. Y produce indignación ver como el gobierno realiza las concesiones. 

Actualmente, el gobierno está promoviendo un Ley de Transparencia Social, con la que prohíbe a las organizaciones sociales intervenir directa o indirectamente en actividades orientadas a obstaculizar proyectos mineros autorizados. 

Ecuador

¿Cuál es su posición y la de la diócesis en el conflicto? 

Estamos con nuestro pueblo. Nuestro compromiso es defender la vida, la vida humana y la vida de la naturaleza, porque todo está interconectado. Buscamos construir lo que Francisco nos decía: “Debemos cambiar a una nueva conciencia ecológica integral, esto requiere nuevos estilos de vida, para lo cual es necesario actitudes”. Para esto estamos trabajando: para dejar el mundo mejor de lo que hemos recibido. Por eso, en las Visitas Pastorales (que he realizado durante una semana, de domingo a domingo), un día es “el día Laudato si”, donde con la comunidad y especialmente con los jóvenes sembramos árboles en las fuentes del agua.

Buscamos acompañar a nuestro pueblo. Impulsamos su formación desde el conocimiento de los derechos humanos, impulsando el desarrollo desde alternativas sustentables. Con la presencia del párroco y las religiosas, tratamos de mantener la cercanía con todos, a pesar de que sabemos que, en muchas ocasiones, somos incomprendidos, como lo fue también Jesús, que, a pesar de hacer tanto bien, lo crucificaron. Somos seguidores de un crucificado, y nos dijo que seguirle significa que recibiremos insultos, calumnias, persecución y hasta la muerte. Por lo tanto, si esto ocurre, es porque se cumple la Palabra de Dios.        

Monseñor Geovanni

En medio de la crisis política y social que atraviesa Ecuador, ¿cuál considera que es el papel prioritario que la Iglesia ecuatoriana debe desempeñar para acompañar a los más afectados por esta situación? 

Pienso que lo primero es saber escuchar a nuestro pueblo, escuchar sus gritos y clamores por la justicia social. Jesús nos dijo “preocúpense por el Reino de Dios y su justicia”. También debemos ser canales de diálogo con el gobierno y las organizaciones sociales. Si en una familia haya problemas entre los padres e hijos, el único camino para buscar soluciones a los conflictos es el diálogo. El gobierno debe abrirse al diálogo, porque estamos en una crisis de educación, crisis de tantas personas sin trabajo, crisis de salud. Hay tanta inseguridad y muertes, no hay justicia, hay corrupción judicial y negligencia judicial. A todo lo cual  considero que el gobierno aún no ha encontrado soluciones ni  salidas. Se debe buscar diálogos con especialistas en los diferentes ámbitos, que ayuden a construir el país. Sabemos que el fruto de la justicia es la paz. Necesitamos ser profetas valientes, para denunciar las injusticias con claridad, buscando construir el Reino de Dios, que es la misión de todos los bautizados que somos Iglesia.  

¿Qué rol pueden y deben jugar los pueblos indígenas en la construcción de una sociedad más justa y reconciliada en Ecuador, considerando que su diócesis de Latacunga tiene una importante población indígena? 

Es muy difícil la reconciliación, cuanto hay heridas, racismo y sociedades polarizadas. Sin embargo, estamos en el Año Jubilar, en el que todos estamos llamados a ser peregrinos de esperanza. Para Dios nada es imposible. Considero que un primer paso es mantener su identidad como pueblos originarios, que no se dejen comprar las conciencias por intereses económicos. Debemos seguir trabajando por la unidad, porque somos un pueblo fragmentado. Debemos seguir todos trabajando por el bien común, sin perder este norte. También hay que estar dispuestos al diálogo, porque no tenemos la verdad absoluta, la verdad la construimos entre todos. Y Jesucristo es la verdad que nos une a todos en su amor y en su perdón.   

En el contexto de movilizaciones sociales y demandas ciudadanas, ¿cómo puede la Iglesia fomentar el diálogo y la paz social desde una perspectiva evangelizadora sin perder su compromiso con la justicia social? 

Debemos ser incansables en la promoción del diálogo, pero nuestro primer compromiso será la oración. Tenemos la Doctrina Social de la Iglesia que nos ilumina y estamos llamados a darla a conocer, para que también algunos entiendan la misión de la Iglesia en el mundo actual, buscando también ser constructores de la justicia social hoy tan ausente en nuestra sociedad. 

Geovanni y un sacerdote con fieles

El Papa León XIV acaba de publicar un documento muy claro sobre la pobreza, el capitalismo o las estructuras de pecado que asfixian a los más pobres ¿qué repercusión tendrá en la Conferencia Episcopal ecuatoriana?

Como todo documento del magisterio de los Papas debemos conocerlo, profundizarlo y difundirlo. Debemos asumir compromisos concretos de acuerdo a cada una de las realidades eclesiales. Sabemos que los pobres son los predilectos de Dios. Los últimos son los primeros en el corazón de Dios. Ésa es su lógica y debemos poner nuestro corazón en los pobres, para acogerlos, amarlos y servirlos. 

Etiquetas: Iglesia de Ecuador