El obispo de la Diócesis de El Alto invita en homilía a liberarse de egoísmos Scarpellini: "La escucha, la fracción del pan y la oración son las dimensiones fundamentales de la Iglesia"

Prevención en Bolivia
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Eugenio Scarpellini meditó sobre la Iglesia y llamó a la concordia, subrayando la importancia de la reconciliación con el hermano, porque hoy "somos la comunidad pascual llamada a anunciar con alegría la presencia del Señor"

(Vatican News).- El perdón y la reconciliación son el camino para la construcción de una sociedad comprometida por el bien común: fue éste en síntesis el mensaje de Monseñor Eugenio Scarpellini, Obispo de la Diócesis de El Alto, Bolivia, en la homilía del segundo domingo de Pascua, en la que reflexionó sobre las lecturas dominicales, referidas a la vida de la primera comunidad, la presencia de Jesús en la comunidad y la escena de Tomás.

“Lucas nos invita a meditar el ideal de la Iglesia, las características que le dan identidad, a partir de la descripción de la comunidad de Jerusalén, fundada en cuatro dimensiones fundamentales”, afirmó el prelado, explicando a continuación estas cuatro dimensiones.

La primera, es la “enseñanza de los Apóstoles”, es decir, el anuncio de la Buena nueva, la predicación y la escucha. La segunda, la “fracción del Pan”, la Eucaristía, memorial de la Pascua del Señor, centro de la vida de la comunidad. La tercera dimensión es la oración de la comunidad con un nuevo espíritu y la acción de gracias por la vida nueva que experimentan. Finalmente, la cuarta dimensión: la comunión fraterna, que da testimonio en la caridad hacia los hermanos necesitados, virtud esencial de la Iglesia.

Compartiendo el pan
Compartiendo el pan

Llamados a anunciar al Señor

Tras preguntarse porqué somos tan diferentes de la primera comunidad, el obispo de El Alto exhortó a superar la tentación de creer que este “estilo de vida” de la primera comunidad hoy es "imposible" y aseguró: "Hoy nosotros somos la comunidad pascual llamada a anunciar con alegría la presencia del Señor".

Un estilo de vida que se hace presente en la "Asamblea dominical", agregó, donde “nos reunimos en oración, celebramos la Eucaristía y vivimos la fraternidad”. Y refiriéndose al tiempo de emergencia sanitaria por la que atraviesa la comunidad global, añadió:

¡Cuánto nos hace falta poder participar de la Misa dominical a causa de la cuarentena! No podemos estar ahí físicamente, pero somos comunidad en nuestra familia, celebramos la Eucaristía en nuestro hogar, templo vivo y estamos unidos espiritualmente a toda la comunidad. ¡Que esto nos ayude a recuperar el valor del domingo, día del Señor, y compromiso de participación en la Misa dominical!    

Monseñor Scarpellini subrayó además la importancia de “redescubrir el amor fraterno y la alegría que nacen del encuentro con Jesús y la urgencia de testimoniarlo en la vida diaria”, en el “servicio a los hermanos necesitados”.

Cuarentena por coronavirus
Cuarentena por coronavirus Vatican News

Seguidamente, refiriéndose a la figura de apóstol Tomás, ejemplo de quienes “progresan poco a poco en medio de dificultades y dudas hacia una fe madura y auténtica”, afirmó:

Tomás es el hermano de todos aquellos discípulos que viven su fe con esfuerzo, que necesitan ser alentados y acompañados hacia el encuentro con Cristo vivo. Es seguramente difícil para nuestros hermanos que se han visto privados de la vida de un familiar o amigo por el coronavirus: lo han perdido, ni siquiera han podido despedirse de él, ni un gesto humano o palabra de cariño. De golpe ya no están. ¿Por qué? Qué importante es, en estos casos, tener a la familia, a los amigos y a la comunidad que te ayuden a vivir el momento difícil y acompañen en el camino humano y espiritual al encuentro con Jesús para decirle: “Señor mío y Dios mío”, aunque sea entre lágrimas.

Finalmente, monseñor Scarpellini se detuvo en la tercera escena: Jesús que dona el Espíritu Santo a los Apóstoles y los envía para que puedan ejercer la misericordia del Padre perdonando los pecados y para que reconcilien a todos los hombres y sean constructores de paz.

Nuestro mundo, hoy, vive bajo la esclavitud del pecado, es decir, el egoísmo, las rivalidades, las divisiones sociales y políticas; aún en este momento donde se nos pide a todos aunar esfuerzos y remar en la misma ruta para solucionar los problemas de salud, nos damos el lujo, o la locura, de transformar temas humanitarios y de salud en políticos. Es necesario librarnos de nuestras ataduras, no podemos ser mezquinos o ser tan pequeños de sensibilidad frente a desafíos tan grandes para nuestro país.

“El perdón, la reconciliación humana, social y espiritual son el camino para implementar la vida verdadera, la justicia y la unidad”, aseguró en la conclusión el prelado, instando, en la Fiesta de la Divina Misericordia, a agradecer a Dios por la misericordia del perdón que cada día hace “renacer a la vida divina”.

Cristo y la duda de Santo Tomás
Cristo y la duda de Santo Tomás

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