Promovido por la Comisión Episcopal para la Comunicación de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), con el asesoramiento del padre Tiago Síbula y Osnilda Lima, el encuentro celebrado en la capital brasileña buscó ofrecer nuevas orientaciones para una presencia auténticamente creativa y evangelizadora de los religiosos en las redes digitales.
La Iglesia no es una empresa
En la primera jornada, los participantes escucharon las intervenciones del cardenal Jaime Spengler, presidente de la CNBB; del nuncio apostólico en Brasil, monseñor Giambattista Diquattro; y de monseñor Valdir José de Castro, presidente de la Comisión para la Comunicación de la CNBB.
En su discurso, el nuncio recordó las palabras del papa León XIV en la Exhortación Apostólica Dilexi te, subrayando la importancia de dejarnos evangelizar por los pobres y reconocer la sabiduría que brota de sus experiencias: “Solo confrontando nuestras quejas con sus sufrimientos y privaciones es posible recibir una ‘corrección’ que nos invita a simplificar la vida”.
Spengler afirmó que evangelizar significa participar en la comunicación divina. Además, insistió en la necesidad de construir puentes y promover la unidad “sin confundir unidad con uniformidad”.
“No podemos pensar la Iglesia en términos de funcionalidad o como una empresa. Somos una comunidad de bautizados y discípulos con una misma misión, aunque con caminos y vocaciones diferentes”, afirmó.
También señaló que el “continente digital” es un nuevo espacio misionero que interpela a la Iglesia:
“Las fronteras han sido superadas. ¿Cómo ser evangelizadores hoy en una cultura urbana y digital? ¿Cómo promover el ‘nosotros’ en una sociedad marcada por el individualismo?”.
Promotores de comunión al servicio de los más frágiles
Monseñor Valdir José de Castro destacó que la comunicación es, ante todo, una realidad humana que requiere comunión y relaciones fraternas:
“Somos conscientes de la importancia de los medios de comunicación, pero antes de ser instrumentos técnicos debemos ser promotores de comunión”.
Recordó el mensaje del papa León XIV en el Jubileo de los Misioneros Digitales y los Influencers Católicos, en el que invitó a los comunicadores a trabajar por la red de Dios:
“Redes de amor que reparen lo que está roto y curen la soledad. Redes que den más espacio al otro que a nosotros mismos, donde ninguna ‘burbuja de filtros’ pueda silenciar la voz de los más débiles”.
Por su parte, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, intervino por videoconferencia con una reflexión sobre los sacerdotes en misión digital al servicio de la comunión. Hubo un momento de diálogo con los participantes.
“Lo que verdaderamente nos une —señaló— es mucho más grande que nosotros y que las redes que construimos, porque nos trasciende. No proviene de nosotros, sino de Dios. Esto es lo que nos hace a todos los bautizados discípulos misioneros. Este es el secreto de la Iglesia: una red de personas, no de algoritmos, y mucho menos de chatbots. Una red en la que nadie está en el centro; al contrario —como nos recordó el Papa León XIV— todos debemos tener el deseo de desaparecer para que Cristo permanezca, el deseo de hacernos pequeños para que sea Él, y no nosotros, quien sea conocido y glorificado”.
Sanar el virus de la división
Ruffini señaló también que, según los datos, mientras la confianza en los medios tradicionales ha disminuido considerablemente, la confianza en las fuentes alternativas —influencers, podcasters, entre otros— ha aumentado. Hoy la mayoría de las personas obtiene información principalmente en línea (a través del teléfono móvil): un 51 % en Brasil lo hace por redes sociales, seguido de la televisión, mientras que solo una pequeña proporción recurre a la prensa escrita (11 %).
El prefecto analizó algunas dinámicas que rigen las redes sociales, a menudo terreno fértil para el discurso de odio (hate speech). Recordó asimismo el mensaje que dejó el papa Francisco pocos meses antes de su fallecimiento, casi como un testamento espiritual:
“¿De qué modo sembramos esperanza en medio de tanta desesperación que nos toca y nos interpela? ¿Cómo curamos el virus de la división, que también amenaza nuestras comunidades? ¿Nuestra comunicación está acompañada de oración? ¿O terminamos comunicando la Iglesia adoptando quizás las reglas del marketing empresarial?”.
“Creo —añadió Ruffini— que el papa Francisco quiso decirnos con estas preguntas que nos corresponde a nosotros, a todos juntos, vaciarnos de nosotros mismos y dejarnos llenar por Dios, testimoniar que es posible evitar esta deriva, no dejarnos arrastrar por ella”.
Nos corresponde, dijo, “echar la red al otro lado” y también “reparar las redes”, como ha invitado el Papa León XIV.
“El riesgo es convertir la comunidad en público y el público en mercancía, terminando por convertirnos nosotros mismos en mercancía. Si la Iglesia no ofrece una narración unificadora, ¿quién lo hará? Los verdaderos líderes de la humanidad son los que unen, no los que dividen. Hay que trabajar con empeño, con creatividad. Esa es nuestra misión”, concluyó.
La autenticidad de la presencia digital
Durante el encuentro, el padre Joãozinho también subrayó la importancia de generar comunión como esencia de la comunicación. Reflexionando sobre el significado de una presencia digital auténtica y evangelizadora, recordó la invitación de Benedicto XVI para que la Iglesia reconozca el entorno virtual como un nuevo continente misionero.
En la misma línea, el fraile Gilson evocó la figura de Juan el Bautista, “que en el fondo fue solo un servidor del mensaje”. La verdadera autenticidad, dijo, “consiste en mantener la atención centrada en Cristo”.
Por su parte, el padre Júlio Lancellotti señaló que “más que reunirse, lo importante es que todos estén unidos, porque todos somos servidores, seguidores de Jesús”.