El 'voto católico' no existe pero, llegado el caso, puede inclinar la balanza Los insultos a Francisco del candidato Milei podrían arrebatarle la presidencia

Javier Milei y el papa Francisco
Javier Milei y el papa Francisco VR

Es difícil asegurar que impactaron en la primera vuelta. Pero el libertario retrocedió en provincias del norte donde tiene peso la Iglesia y en partidos del GGBA en los que gravitan los curas villeros. En un escenario de paridad podrían ser clave

Las duras críticas -e incluso algunos insultos- de Javier Milei al Papa Francisco, algunas de unos años atrás y otras recientes derivaron como no podía ser de otra manera en un serio enfrentamiento con la Iglesia católica. No hay antecedentes en el país de un candidato con posibilidades de acceder a la presidencia que haya colisionado tan fuertemente con el catolicismo. Ahora que el libertario logró pasar a la segunda vuelta cabe preguntarse si podría perder votos por el conflicto, al punto de terminar siendo decisivos a la hora de la definición del vencedor.

Te regalamos ‘Informe RD – Claves del Sínodo de la Sinodalidad’

Si se echa un vistazo a la historia argentina desde que se estableció el voto universal, secreto y obligatorio, hace más de un siglo, no parece haber existido un “voto católico”. Quizá el único antecedente sea la votación que llevó por primera vez a la presidencia a Juan Perón, en 1946. El líder del justicialismo decía que sus ideas abrevaban en la Doctrina Social de la Iglesia. Y proponía el mantenimiento de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas -en la práctica la católica- que regía por un decreto y que, en la presidencia, confirmó por ley.

Perón

Las máximas autoridades eclesiásticas le dieron un respaldo implícito a su candidatura, pero cuando no se sometió a sus dictados y comenzó a criticarlo, el vínculo terminó con un grave conflicto que incluyó curas y dirigentes laicos presos y una docena de templos de Buenos Aires incendiados. Viene a cuento que una de las iniciativas que había molestado a Perón fue la conformación de la Democracia Cristiana -exportada de la Italia de posguerra- porque consideraba que los católicos estaban debidamente contenidos en el peronismo.

No obstante, la Democracia Cristiana siguió adelante, pero nunca llegó a tener una gran relevancia electoral, en parte ciertamente por la preponderancia del peronismo que incluyó a los sectores pobres, pero también por la relevancia del radicalismo, que cobijó a católicos de clase media y alta. También es verdad que los católicos más conservadores -y no tanto- apoyaron a las dictaduras militares que, una y otra vez, se repitieron en la historia argentina hasta la vuelta a la democracia, en 1983, y buscaban el apoyo de la Iglesia.

En torno a la vuelta de Perón al país, tras su exilio de 17 años, había no pocos sacerdotes que habían expresado su entusiasta apoyo al líder justicialista. Pero sería excesivo hablar de que jugaron un papel clave en su tercera elección como presidente. Ganó con un apoyo popular inédito al alcanzar el 64% de los votos, si bien tras un proceso de reconciliación con la Iglesia que incluyó un reservado pedido de perdón y la seguridad de que no pesaba sobre él una excomunión por haber expulsado del país a un obispo en 1955.

Es cierto que la Iglesia ayudó al retorno de la democracia tras la guerra de Malvinas con el llamado “servicio de Reconciliación” -una ronda de encuentros multipartidarios en la sede de la Conferencia Episcopal- como con la Mesa de Diálogo que tendió para que se supere la grave crisis de 2001. Pero tampoco puede hablarse de la incidencia del “voto católico” con motivo del triunfo de Raúl Alfonsín, hace por estos días 40 años, ni en las sucesivas elecciones de la actual etapa democrática.

Hay, sin embargo, un antecedente muy focalizado en las elecciones para gobernador de la provincia de Buenos Aires, en 2015, cuando el candidato del Frente de Todos era Aníbal Fernández. En no pocos observadores políticos quedó la impresión de que Fernández perdió por el accionar de la Iglesia, especialmente de los curas villeros, que lo consideraban un funcionario vinculado al narcotráfico. Los votos que le habrían restado posibilitaron el triunfo de María Eugenia Vidal.

Curiosamente, fueron ahora los curas villeros los que le salieron al cruce a Milei tras haber sido el más votado en las PASO y organizaron una misa de desagravio al pontífice por las severas descalificaciones del libertario. El candidato de La Libertad Avanza dijo que esas descalificaciones eran viejas -eran de cuatro o cinco años atrás- y que desde que abrazó la política las había dejando de lado, pero luego acusó al Papa de “tener afinidad con dictaduras sangrientas”.

Para colmo, en el acto de cierre de campaña el gran referente intelectual de Milei, Alberto Benegas Lynch (h.) propuso suspender las relaciones con el Vaticano “mientras que en la cabeza de la Iglesia hay una mentalidad totalitaria”, en alusión a Francisco. El propio arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, se manifestó al día siguiente “azorado”. Finalmente, el libertario dijo que fue una propuesta personal de Benegas Lynch.

Llegados a la primera vuelta electoral, el libertario mantuvo un 30% de los votos, pero quedó rezagado al segundo lugar. Curiosamente, entre los lugares donde más votos perdió se cuentan provincias del norte, en los que la Iglesia tiene aún cierto peso, y en partidos del gran Buenos Aires, en los que la caída osciló entre el 3,5% (Moreno) y 4,5% (José C. Paz), y que en sus populosas barriadas tienen fuerte presencia los curas villeros.

Está claro que el “voto católico” no existe. Pero llegado el caso puede tener cierta incidencia en determinados lugares. Si la pelea electoral entre Milei y Sergio Massa termina resultado muy pareja como vaticina la encuesta que anticipó el triunfo del candidato de Unión por la Patria, el papel que juegue la Iglesia puede ser clave para el libertario. Uno o dos puntos pueden cambiar la historia.

Milei abraza a Benegas tras el mitin
Milei abraza a Benegas tras el mitin RRSS

Volver arriba