"Nuestras iglesias permanecen abiertas para recibir y servir a nuestras comunidades parroquiales, pero ningún católico está obligado a asistir a misa el domingo si hacerlo pone en riesgo su seguridad".
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Esa es la indicación que ha hecho la Diócesis de Nashville a los fieles, temerosos ante la política de deportaciones masivas puestas en marcha por el presidente Donald Trump nada más tomar posesión el pasado 20 de enero en su segundo mandato en La Casa Blanca.
“En respuesta a las recientes actividades de control migratorio en el área de Nashville, muchos de los miembros de nuestra diócesis están preocupados por la posibilidad de ser confrontados o detenidos mientras asisten a misa u otros eventos parroquiales”, dice el comunicado, citado por el semanario The Tablet.
Según la misma fuente, Rick Musacchio, director ejecutivo de la Conferencia Católica de Tennessee, afirmó que la asistencia a las misas en español disminuyó debido a las redadas en la zona. Los agentes de inmigración, añadió Musacchio, "no están atacando directamente nuestras parroquias, pero hay una actividad policial muy intensa, inusualmente intensa, en las zonas aledañas a ellas".