El Papa busca instalar "una auténtica cultura del cuidado", afirma Ojea achaca la pederastia al "abuso de autoridad y manipulación de la conciencia"

Monseñor Óscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de los obispos argentinos
Monseñor Óscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de los obispos argentinos Maxi Failla

"La clave para entender el abuso es la manipulación de la desigualdad de poder"

El presidente de los obispos argentinos, monseñor Óscar Ojea, afirmó tener a título personal "una expectativa muy grande" por la cumbre anti-abusos en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, ocasión que, confió, ahondará "en las consecuencias del drama del abuso sexual de la Iglesia" y encontrará "medios efectivos para combatirlo".

En declaraciones difundidas por la Oficina de Prensa de la CEA, el también obispo de San Isidro estimó que en la reunión "habrá seguramente testimonios que nos ayudarán para esta toma de conciencia, habrá un momento de oración y una liturgia penitencial".

"En la medida que la Iglesia pueda ahondar en las consecuencias de este drama y encontrar los medios efectivos para combatirlo, ayudaríamos enormemente, no solamente a las víctimas de abusos cometidos por clérigos y a la Iglesia, sino también, a toda la sociedad que está envuelta en este flagelo", agregó.

Ojea atribuyó el drama de la pederastía en la Iglesia a un "abuso de autoridad y manipulación de la conciencia", pero aseguró que no es excluyente de la institución, sino que "atraviesa toda la sociedad".

"La clave para entender el abuso es la manipulación de la desigualdad de poder; poder en la diferencia física e intelectual o de ocupar un lugar superior. Supone invadir la intimidad de otro que es vulnerable, incluye maltrato físico y maltrato psicológico", subrayó.

"El menor vulnerable entra en una red de silencio. En el silencio hay factores neurológicos y psicológicos implicados, el silencio es parte del trauma del abuso y el comienzo de poder hablar es parte de la curación. Allí comienza un tiempo que debe tener en cuenta aspectos relacionados como la justicia y reparación para poder volver a vivir plenamente", agregó.

En relación con el camino doloroso que recorren las víctimas de abuso, el obispo sanisidrense manifestó: "Empezar a resolver el problema grave que es el abuso comienza con poder comunicar y hablar, pero eso es posible si todos aprendemos a generar el espacio para escuchar. A partir de ahí, podemos empezar a reparar. Esto implica accionar en varios planos como la justicia, la psicología y la espiritualidad".

En referencia a cuál es la mirada del Papa sobre esta realidad de la Iglesia y como se lleva esa reflexión a la Iglesia en la Argentina, el presidente de la CEA expresó: "El Santo Padre desde el comienzo de su pontificado siguió la línea de Benedicto XVI que establecía la tolerancia cero para los casos de abusos sexuales a menores y formó una Comisión especial que se encargará de la protección de menores. Sin embargo ha reconocido con humildad y ha pedido perdón, especialmente en lo que se refiere al caso chileno".

Tras sugerir leer la carta que Francisco envió a los obispos de Chile acerca de "la herida abierta, dolorosa y compleja de la pedofilia" del 8 de abril del año pasado, el prelado explicó que el Papa intenta combatir "la cultura del abuso" y transformarla e instalar "una auténtica cultura del cuidado".

"El nunca más a la cultura del abuso así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero", precisó.

Ojea destacó las distintas acciones que se vienen instrumentado en el país y detalló las medidas preventivas aplicadas desde mayo de 2017 con la creación del Consejo Pastoral para la Protección de Menores y Adultos Vulnerables, cuyos objetivos son:

+ Promover, en el ámbito de las circunscripciones eclesiásticas argentinas, la protección de la dignidad de los menores y adultos vulnerables, a través de formas y modalidades conformes a la naturaleza de la Iglesia que consideren más oportunas.

+ Promover programas de prevención de abusos en espacios intra-eclesiales y de reparación de situaciones abusivas, fomentando la construcción de ambientes sanos, seguros y protectores.

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