Monseñor Ochoa Cadavid alerta sobre los niños y enfermos varados en el otro lado del Táchira Obispo de Cúcuta: "En la frontera entre Colombia y Venezuela hay gran urgencia y necesidad"

Monseñor Víctor Ochoa Cadavid (c), obispo de Cúcuta, en la frontera colombo-venezolana
Monseñor Víctor Ochoa Cadavid (c), obispo de Cúcuta, en la frontera colombo-venezolana

"Se ha creado una situación de urgencias médicas y educativas muy grandes", avisa el prelado

"También hay un peligro porque han habido enfrentamientos... tuvimos enfrentamientos en dos trochas entre grupos ilegales porque cobran el paso, con muertos y heridos"

A dos semanas del cierre de los puentes fronterizos la situación sigue en suspenso: más de tres mil niños venezolanos faltan a la escuela, según datos del gobierno colombiano, y es trágica la situación de las personas enfermas, muchos de ellos con cáncer - con la gravedad de la inmunodepresión - o de quienes realizan diálisis que deben atravesar la frontera por las trochas, es decir, a través los caminos abiertos en la maleza o los estrechos caminos de piedra en la parte baja del río Táchira, para recibir sus tratamientos en el lado colombiano.

En las trochas, unas doscientas, grupos ilegales cobran el paso, llegando a enfrentarse entre sí con la consecuencia de muertos y heridos, como ha sucedido en esta semana.

Hablamos de la situación con el Obispo de la diócesis fronteriza de Cúcuta, del lado de Colombia, Mons. Víctor Ochoa Cadavid, para conocer cómo es la situación que se vive allí:

Los puentes han sido cerrados por la autoridad venezolana, han sido bloqueados con container, y hay una gran urgencia y necesidad de parte de los venezolanos fundamentalmente en dos temas: el primero, los niños que deben venir a la escuela. San Antonio y Ureña son dos fracciones cercanas a la frontera y hay un intercambio constante de personas.

Muchos niños que viven en Venezuela vienen a estudiar a Colombia. El número que ha presentado el gobierno colombiano es de 3.250 niños que faltan a la escuela porque no han podido pasar la frontera.

También el tema de los enfermos: hay muchos que realizan diálisis o que realizan quimioterapia o radio terapia en Cúcuta y que viviendo en San Antonio, en Ureña o también incluso en fracciones más cercanas como Palmira, Capacho y Capacho Alto, incluso San Cristóbal, no pueden pasar a Colombia. Se ha creado una situación de urgencias médicas y educativas muy grandes.

Ustedes que tienen la Casa de Paso Divina Providencia ¿han notado que ha disminuido el flujo de gente, o siguen pasando por pasos ilegales o improvisadas?

La Iglesia ha querido, con un ejercicio de caridad, de fraternidad y amor a esos hermanos venezolanos, tener la Casa de Paso La Divina Providencia, y ocho comedores de caridad en parroquias cercanas a la frontera en la periferia de Cúcuta. El número ha aumentado. Sólo en la Casa de Paso en donde distribuíamos unas cuatro mil/cuatro mil quinientas raciones habitualmente hemos llegado a seis mil.

En los comedores de caridad de las parroquias ha aumentado el número también. Fueron muchos los que vinieron a Colombia para el concierto y han quedado aquí varados. Hay personas maduras, ancianas y con dificultadas, para las que el paso por las trochas, - como se llaman los pasos ilegales - no es factible.

También hay un peligro porque han habido enfrentamientos. En el día de miércoles tuvimos enfrentamientos en dos trochas entre grupos ilegales porque cobran el paso, con muertos y heridos.

¿Estas trochas generalmente han sido utilizadas para el contrabando?

También. Las trochas sirven para el paso de alimentos, de vehículos, de la gasolina. Han sido pasos ilegales. Es una frontera que es viva y no ha tenido nunca custodia. Es una frontera que en una parte es un pequeño río, en donde se puede pasar caminando en el barro, y es una frontera en la que también hay tierra firme y hay puentes que permiten el paso. Son cuatro puentes, el General Santander, el Simón Bolívar, el puente La Unión, y un puente en un municipio que está al sur que se llama Ragonbalia. Son los cuatro puentes oficiales en esta zona de Cúcuta.

Hay otros puentes mucho más arriba en la zona César, o también al sur en la zona de Santander y Boyacá. Son puentes y trochas que han servido para situaciones ilegales, también hoy son para el paso de las personas que no tenían en su momento el permiso de permanencia o el permiso de tránsito.

En relación a las personas que han quedado varadas en Cúcuta después del 23 de febrero, ¿están en situación de calle, están siendo alojadas en alguna estructura?

Sí, tenemos situaciones de todos los tipos. Muchos tienen familia o parientes cercanos, conocidos y se han acomodado en estas casas. Tenemos la situación de personas que han pasado sin tener familia, entonces tenemos un centro de migraciones que los acoge, se ha hecho también un campamento en la zona de Tienditas, y se han acondicionado algunos restaurantes y salones de baile para dormir allí.

Muy pocos están en situación de calle. Como Iglesia hemos también tratado de atender en algunas parroquias a estas personas con las limitaciones que tenemos: no tenemos camas ni estructuras muy adecuadas para atenderlos, pero acompañamiento y ayuda se les ha dado.

Ustedes están dando 6 mil comidas diarias allí en Cúcuta...

Sí, en la Parada, pero en todo Cúcuta, unas 10 mil. Tenemos un principio que es que ninguna mujer en embarazo se va sin comer, ningún niño se va sin comer, ningún anciano se va sin comer.

¿Las personas a las que están dando la ración de comida son las que están del lado de Cúcuta o hay personas que están atravesando las trochas para comer?

En este momento hay muchos que están en Cúcuta pero hay muchos que vienen. Las trochas siguen haciendo que muchos entren a comprar alimentos, buscar medicinas y atención médica.

El fenómeno sigue porque en Venezuela hay un desaprovisionamiento de medicinas y alimentos altamente consumidos por ellos, y por eso siguen viniendo a Cúcuta. Son más de doscientas trochas en este momento.

¿Qué son los “colectivos” que dicen cuidar la zona del Táchira, sin base legal?

Hay grupos que se han creado en torno al gobierno y las ideas de este gobierno del Venezuela que se llaman colectivos. Defienden su revolución, son grupos ilegales ciertamente, algunos de ellos violentos.

De otra parte hay otros grupos, que se llaman la resistencia civil bolivarianaque ataca al gobierno. Lo han hecho desde los puentes con piedras, con bombas molotov... es un enfrentamiento entre fracciones de uno y otro lado.

¿Cuál es la esperanza de los obispos fronterizos en esta situación, cuando también este fin de semana se espera una nueva manifestación por parte de gobierno y oposición?

Los obispos, con Monseñor Mario Moronta y los demás hermanos y obispos de la zona, los presbíteros tanto de Venezuela como de Colombia hemos estado en constante diálogo e intercambio de ayuda y generosidad hacia las personas.

En este momento hemos puesto el acento en el drama de las personas. Es un drama de personas que están sufriendo, de hermanos cristianos, católicos que están sufriendo con grandes necesidades. Hemos pedido grandes gestos, tanto de uno como de otro lado para ayudarles y acompañar las necesidades que tienen.

La Iglesia, siguiendo una frase del Papa Francisco en este momento, está siendo "hospital de campaña", para atender a los que sufren, a los enfermos, niños, los necesitados, particularmente en esta Cuaresma, poniéndonos al servicio de todos ellos y procurando resolver estas situaciones.

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