Descalificar a Vox como partido facha no explicará por qué en las últimas elecciones generales 3.656.979 ciudadanos le votaron, el 15,21% y 52 escaños. El PP debería pensárselo dos veces, la abstención penaliza a millones de españoles hartos de tanto trilero y apuntala a un Gobierno que desprecia a su socio preferente. Antonio Robles: Las mociones las carga el diablo

De la mala fe de unos y el complejo de otros nace la perplejidad ante la irrupción de Vox.

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Antonio Robles Almeida por Cristina Casanova

Las mociones las carga el diablo

2020-10-09
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Decía Javier Cercas en Soldados de Salamina que mientras guardemos memoria de nuestros muertos, de alguna manera seguirán vivos. Lo que fue escrito para guardar la memoria de personas ejemplares, hoy se agita para desenterrar odios y provocar miedo.

No hay día en que no se agite el espectro de Franco. A falta de franquistas, etiquetamos todo cuanto la memoria selectiva identifica con él de franquista. Como los símbolos nacionales y España como nación.

De la mala fe de unos y el complejo de otros nace la perplejidad ante la irrupción de Vox. Y, ante ella, sólo les queda el recurso al estigma de la ultraderecha.

La cosa es más compleja. Su éxito tiene mucho más que ver con la dejación de funciones de la clase política que con sus posiciones radicales. Aunque la batalla racional está perdida de antemano. El mero hecho de buscar una explicación al fenómeno más allá del mantra ya es suficiente para la sospecha y el rechazo. Grave asunto.

Parece evidente que, ante la dejación de funciones de la clase política instalada, Vox se ha limitado a poner sobre la mesa problemas reales de la vida cotidiana que los ciudadanos sufrían a diario mientras la casta política los ignoraba. O les daba un tratamiento inadecuado. Si dejamos por un momento los ritos partidistas, cualquiera puede localizar varios de estos problemas, más allá de sus soluciones: la inmigración, la ocupación de viviendas, la inseguridad jurídica, la ideología de género, la crisis territorial, el deterioro de la seguridad ciudadana, la memoria histórica, la soberanía nacional o la defensa del régimen del 78.

En el mejor de los casos, el centro-derecha los maquillaba pero no los abordaba con la determinación debida. Mientras la izquierda los convertía en su bandera. La última vez, negándose a agilizar los trámites de la desocupación de viviendas y aumentar las penas para los infractores.

Calificarlos de fachas no solucionará esos problemas, con el riesgo añadido de que ese voto populista se radicalice y se acabe por convertir de verdad en ultraderechista.

Descalificar a Vox como partido facha no explicará por qué en las últimas elecciones generales 3.656.979 ciudadanos le votaron, el 15,21% y 52 escaños. Sería clarificador comparar esos datos con los partidos que expresamente se han presentado como formaciones políticas franquistas o ultraderechistas a lo largo de estos últimos cuarenta años de democracia. En todo ese periodo, nada más que un escaño lograron los herederos del franquismo, en las elecciones democráticas de 1979. Lo consiguió Blas Piñar, un franquista de libro y fundador del partido de ultraderecha Fuerza Nueva, bajo una coalición de partidos herederos del franquismo denominada Unión Nacional. En total fueron 378.964 votos los logrados. En las siguientes elecciones (1982) no revalidó el escaño, y posteriormente todos los intentos por lograr volver a meter a la ultraderecha franquista en el Congreso fracasaron. Incluso lo intentaron en Europa de la mano del Frente Nacional francés en 1987 (122.927 votos) y en 1989 (60.672). Hasta hoy. Comparen el apoyo de los ciudadanos españoles a la ultraderecha de pura sangre franquista con los 3.656 979 de votos recibidos por Vox en las últimas generales.

Que en Vox se ha refugiado toda la sociología franquista, no hay duda; que es ultraconservador en múltiples temas, por supuesto; pero que ha aceptado el marco constitucional más democráticamente que varios de los socios del Gobierno de Sánchez es indiscutible.

Sería un error considerar su moción de censura como la coz de un partido de fachas. Es un insulto a la inteligencia y a millones de españoles que le votan. El PP debería pensárselo dos veces, la abstención penaliza a millones de españoles hartos de tanto trilero y apuntala a un Gobierno que desprecia a su socio preferente.

Quizás debería estar más pendiente de señalar a la ultraderecha catalana y vasca, siempre racista y en buena parte terrorista, que sigue enmascarada con el cuento de los derechos históricos y envuelta en la bandera nacionalista.

¡Ay lo que he dicho!

Fuente:Antonio Robles: Las mociones las carga el diablo

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Antonio Robles, testigo por antonomasia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña.

→ MI HOMENAJE Y MI AGRADECIMIENTO DESDE BRUSELAS A NUESTRO COLEGA ANTONIO ROBLES ALMEIDA, AUTOR DEL LIBRO "HISTORIA DE LA RESISTENCIA AL NACIONALISMO EN CATALUÑA",

POR SU EJEMPLAR TESTIMONIO DEONTOLÓGICO, TANTO REAL COMO VIRTUAL, CONTRA LA INSOLARIDAD NACIONALISTA EN CATALUÑA. ←

La obra de Robles es una crónica imprescindible que relata en primera persona los orígenes "casi clandestinos" de la reacción de la sociedad civil frente al nacionalismo catalán.

Inger Enkvist:  "Sí hay un problema, porque esto no es un proceso limpio, esto no es trigo limpio".

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