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Parece latir en el fondo de todo que la presencia de VOX debería disuadir de asistencia al PP, que la anterior manifestación en esa Plaza el 10.02.2019 fue un triunfo para VOX y un fracaso para PP y Cs, que la Plaza ya lleva el estigma del triunfo de VOX y del fracaso del PP, y que es la “ultraderecha de VOX” quien saldría beneficiada de la manifestación, lo cual a toda costa parece que hay que evitar.

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No comparto estas menudas y, a mi parecer, timoratas estrategias de temer y estigmatizar más al de al lado que al de enfrente, y de sucumbir al posible daño en la uña cuando se debate la amputación del pie.

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Parece que lo que importe es quien pueda aprovecharse mejor de la manifestación, y no de agradecer la presencia de todos para manifestar “NO” a esos indultos que nos roban la Justicia impartida.

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¿Por qué algunos temen más a la presencia de un Partido al que se tilda una y otra vez de “ultraderechista” aunque hasta ahora no ha vulnerado nunca la Constitución, que a que la ciudadanía guarde silencio ante este arbitrario indulto que sólo se justifica por garantizarle al Gobierno su permanencia en el poder?.

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¿Tiene sentido paralizar nuestro rechazo al indulto y evitar una manifestación que lo exprese por el temor a que la presencia en ella de un Partido democrático, injustamente estigmatizado, pudiera producir la movilización de apoyo a quien realmente es el causante del problema?. ¿Por qué no convivir sanamente con todos los que desde la razón, la Justicia y el Estado de Derecho dicen NO a esos indultos?.

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No entiendo que promover una gran manifestación de forma pacífica y ordenada, como es la convocada, con el objetivo de mostrar la profunda disconformidad de los ciudadanos ante la arbitrariedad de la concesión de unos indultos a quienes cometieron delitos gravísimos, se retraiga ante el supuesto beneficio electoral que pudiera sacar algún Partido en el futuro.

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En momentos electorales, nadie va con la papeleta en la mano diciendo este voto es para un Partido por ser “liberal”, o “socialdemócrata”, o de “centro”, o de “derechas” o “izquierdas”. Nadie vota una etiqueta, se vota a la previsible gestión de los problemas que el ciudadano tenga planteados colectivamente, si está avalada por la trayectoria del Partido en cuestión.

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La situación es tan grave que las ideologías se han quedado en un segundo plano. En los últimos años, y seguramente en los futuros, lo que se vota es la supervivencia de España y los españoles en cuanto son: soberanos, libres e iguales.

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Cuando eso lo tengamos seguro, si es que llega ese día, ya que hoy nos parece tan dudoso como dudoso nos pareció tiempo atrás que pudiera estar en peligro hoy, entonces será el momento de hablar de otras cuestiones.

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Tampoco me parece bastante que se apele a una resistencia escueta en las instituciones, sin presencia ciudadana, precisamente en estos tiempos en que es el Gobierno quien ha pervertido el uso de las mismas.

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La manifestación del 8 de Octubre de 2017 nos dio a todos el ánimo preciso para entender que no todo estaba ni está perdido cuando uno, y otro, y cientos, y miles, abandonan la doméstica tranquilidad de sus casas para participar pacíficamente en esta empresa común que es la defensa de la Ley que nos ampara a todos por igual y que por igual nos somete a todos.

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Mi consideración es que las personas que tienen la representación de UNIÓN 78 han tenido la grandeza de convocar sin pensar en izquierdas, centro o derechas, o en quién sacará mejor o peor partido de dicha manifestación, sin achicarse ante el lugar en que se convoca la misma, o por la presencia de quien allí acuda.

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Mi consideración es que han tenido el valor de no permanecer en silencio, de alzar la voz, y de convocar a todos, pensando únicamente en mostrar el rechazo que alcanza a los españoles, en atender la gravedad de lo que se pretende indultar, en acompañar en el recuerdo a los que vivieron los gravísimos hechos aquellos terribles días en que tantísimos inocentes ciudadanos de buena fe vieron tambalearse los cimientos de sus vidas.

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Mi consideración es que se convoca para manifestar el peligro que se cierne sobre el respeto a la Justicia y sobre la necesidad de confiar en que los delitos graves que han sido amenaza para todos, cuando han sido ya juzgados por tribunales independientes y han recibido los causantes las penas que corresponden, éstas se cumplen.

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No podemos renunciar a ese principio de seguridad, a la convicción intima de que al que atenta contra todos no le saldrá el hecho gratis. Y, como eso no es revancha sino estricta justicia, hay que decirlo. Y la mejor manera de decirlo es allí; no a través de una encuesta, no sólo mediante un recurso, sino allí, en un lugar de todos, abstrayéndonos de prejuicios o de estigmas injustos, sin diluir la reciedumbre del mensaje de protesta de la ciudadanía con remilgos paralizantes y distingos estériles.

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Porque no bastará con que se interponga recurso contra el indulto, con que el Supremo anule los indultos y los condenados vuelvan a la cárcel. Para entonces la sociedad civil habrá asimilado lo sucedido empujado por los problemas cotidianos, como se ha visto obligada a asumir otros. Y para ese momento, si llegara, los que convocarían las manifestaciones serían los golpistas, como han hecho tiempo atrás, tomando las calles y sembrando la violencia. Tendríamos indultos, ausencia de concordia y la responsabilidad de haber silenciado el rechazo de los españoles a los indultos, lo cual asumiría y difundiría el nacionalismo como conformidad ciudadana.

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No: no podemos caer en eso. Hay que hacer evidente que lo que pasa ocurre sin la conformidad de la ciudadanía, ni de las Entidades Cívicas, ni de la clase política, ni de la Justicia. Es preciso.

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Y tampoco hay que temer al fracaso de la manifestación. La asistencia de una sola persona ya sería el triunfo del valor de una voz sobre el silencio de muchos. No es importante pretender un número determinado de asistentes, aunque sea deseable el mayor posible, sino que lo importante para mí es no renunciar a ser uno de ellos.

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Desde que me recuerdo, en cuestiones políticas estoy entre las minorías, entre los que no triunfan, entre los que fracasan. Bendito fracaso que aún no me ha condenado al silencio.

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Después de lo dicho, y en el deseo de que las Entidades Cívicas de Cataluña o se acojan a esta manifestación u organicen conjuntamente una aquí el mismo día, a la misma hora y bajo el mismo lema, sólo me queda decir: yo, a Madrid.

Allí estaré.

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