¿En quién te proyectas? 2 de Marzo: VIII Domingo del Tiempo Ordinario

“No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Lc 6, 43-45).
Estamos en el último domingo ordinario antes del inicio del Tiempo de Cuaresma, conocido como el domingo de carnaval. El Evangelio, a través del ejemplo del fruto del árbol: “Cada árbol se conoce por su fruto”, nos invita a reflexionar mediante la parábola sobre el discernimiento.
Me ha llamado la atención el pregón de Carnaval en Colonia, celebrado dentro de la Catedral el 11 de noviembre, como expresión de una tradición festiva. Tras la pausa del Adviento y la Navidad, esta tradición vuelve a ser una manifestación social de ciudad. Sin duda, la convivencia relajada, junto con las tradiciones religiosas y costumbristas, ofrecen a la población un respiro frente a las presiones políticas, económicas y sociales. En este contexto, el discernimiento lo marca el texto evangélico: “El hombre bueno, del bien que atesora en su corazón, saca el bien; y el que es malo, de su maldad saca el mal”.
Aunque el carnaval tiene raíces paganas, provenientes de las fiestas saturnales (Roma) o dionisias (Grecia), en la Edad Media adquirió una referencia cristiana como preparación para la Cuaresma, período que exigía la abstinencia de carne (de ahí el término carnem levare, “quitar la carne”). La Palabra de Dios nos llama a reflexionar sobre lo que desborda de nuestro corazón. El cristiano no debe vivir reprimido, sino libre, sabiendo que siempre es amado por Dios, rebosando el bien.
¿En quién te proyectas?