Virgen de la Esperanza
18 de diciembre: III Jueves de Adviento
Peregrina a algún santuario dedicado a María.
«Señor mío, rey nuestro, tú eres el único. Defiéndeme que estoy sola y no tengo más defensor que tú, porque yo misma me he puesto en peligro. Pero a nosotros sálvanos con tu mano y defiéndeme a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor” (Ester 4, 17).
Las mujeres de la Biblia son profecía de la madre de Jesús. Entre ellas destaca la reina Ester, quien sintiéndose sola acude al Señor, como único abogado en momentos de peligro. Jesús, el Hijo de María, nos promete enviarnos el Espíritu Santo como Abogado Defensor, Paráclito. Ella, junto con los apóstoles y algunas mujeres, intercedió para que descendiera sobre todos la fuerza del Espíritu Santo.
María, en su camino de Nazaret a Ain Karen, tuvo que sentir una fuerza especial para arriesgarse a echarse sola a los caminos y recorrer 130 Kms. a pie, sin otra defensa que la de saberse defendida por Dios. ¡Cuántas anécdotas providentes en el camino de la vida y en las peregrinaciones a santuarios marianos!
“Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Peregrina a algún santuario dedicado a María.
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