10 de agosto: XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Texto bíblico
“Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos” (Lc 12, 35-38).
Reflexión
En pleno agosto, la Palabra nos llama a no perecer en la desgana. Aunque el descanso sea legítimo, no por ello debemos perder la vigilancia y la atención. Hay quienes, precisamente, aprovechan este tiempo para unos días de retiro, reflexión y oración.
El texto evangélico, conocido como la “parábola de la vigilancia”, sorprende con la reacción del señor a su regreso de la boda: se pone a los pies del siervo que ha permanecido vigilante, un gesto que lo eleva a la dignidad de señor.
La recomendación de llevar la cintura ceñida concuerda con la prescripción de la noche de Pascua. Jesús, en la Última Cena, se ciñe con una toalla y se dispone a lavar los pies de sus discípulos: “Se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido” (Jn 13, 4-5).
Propuesta
Mantente siempre atento