Virgen de la Esperanza
18 de diciembre: III Jueves de Adviento
Siéntete mirado entrañablemente por Dios.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas” (Hbr 4, 12-13).
Un ejercicio necesario en el camino espiritual es el discernimiento. Si se es sincero la zona a escrutar es la más íntima, la que no puede ocultar a Dios. Dice el papa Francisco en Dilexit nos: “El corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno realmente piensa, cree y quiere, los “secretos” que a nadie dice y, en definitiva, la propia verdad desnuda” (DN 5).
Sin embargo, a veces se hace difícil comprender lo que siente el corazón. “Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones». (Jr 17, 9-10)
“La pura apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten el corazón” (DN 6). .Necesitamos sabernos conocidos por dentro con amor. Solo Dios tiene esta mirada entrañable, a quien nada se le oculta. Él no es policía, su mirada es de padre misericordioso.
Siéntete mirado entrañablemente por Dios.
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