"Que vengan aquí esos señores arquitectos que desecharon la piedra angular, que no se enteran" Toño Casado: "Piedras asentadas en la Piedra, eso es la Iglesia. De eso no se enteran los arquitectos"

Toño Casado: "Piedras asentadas en la Piedra, eso es la Iglesia. De eso no se enteran los arquitectos"
Toño Casado: "Piedras asentadas en la Piedra, eso es la Iglesia. De eso no se enteran los arquitectos"

"Tienen tantos títulos que ya no les caben en la pared del despacho, como un mosaico de cuadros engreídos, cola de pavo real que muestran,  levantando altivamente la cabeza ante los pobres mortales que vagamos por nuestras pequeñas ignorancias"

A  ver, que vengan aquí esos señores arquitectos que desecharon la piedra angular, que no se enteran.  Han hecho grandes carreras, masters, estudios en Roma, en Oxford, en Jerusalén, en la India, en los santuarios perdidos del Himalaya.  Tienen tantos títulos que ya no les caben en la pared del despacho, como un mosaico de cuadros engreídos, cola de pavo real que muestran,  levantando altivamente la cabeza ante los pobres mortales que vagamos por nuestras pequeñas ignorancias.  Suelen vestir diferente, con corbatas y trajes de última moda, filacterias o mitras, sotanas o túnicas multicolores, togas o monóculos dorados.  Esos tales arquitectos son muy de desechar lo que no les encaja en los planos de sus ideologías y de sus prejuicios, lo que no cabe en el pequeño corral de sus pensamientos.   No hay aparentes tropiezos en su andar, no hay dudas en su mente, no hay ni un atisbo posible de pensar que el que no es como ellos, igual también tiene una pequeña brizna de verdad.  

En sus manos llevan el sello de “Apto-no apto”. Y así van desechando piedras pobres, piedras ignorantes, piedras de otros países, piedras pequeñas y sin valor aparente, piedras que se les hacen extrañas y desconcertantes, piedras que viven “en pecado”, piedras que no valen ni para ajustar la pata de la mesa…

Y así hubo un día en  que vieron una piedra que se llamaba Jesús, que era fuerte y brillante, pero a la vez pobre y extraña, y no solo la desecharon sino que la machacaron con martillos de ira y la molieron con sus dientes de envidia.  Esos arquitectos  es que no dan ni una los muy cafres.

Porque resulta que aquella piedra que pretendieron hacer añicos, ahora es la piedra angular sobre la que todo se asienta. Si la quitas, el mundo se desmorona como una frágil montaña de naipes.  Un pétreo acantilado sobre el que se estrellan los hombres vanidosos como barcos sin rumbo en su mar de seguridades.

Vivimos tiempos raros y a veces los influencers arquitectos vienen con su  folleto de mandatos para marcarnos la trayectoria. Libros de autoayuda de gurús iluminados; “couch que nos hacen couching”, directores espirituales que nos dirigen, y no digamos de aquellos a los que La Virgen o los santos o el mismo Jesucristo se les aparecen en una privada videoconferencia que nos desvela  milagrosamente los arcanos de la Salvación, mientras nos venden una botellita de agua, que lo del riachuelito eso seguro que está por alguna parte...

Tempestades de incertidumbres nos rodean;  el alba se presenta inquietante sobre todo para los que perdieron el trabajo, los que perdieron a los abuelos, los que perdieron la capacidad de sonreír borrados por una mascarilla.

Por eso hoy construid vuestra  casa sobre una roca firme, roca madre, la roca angular. Jesús es sobre quien nos asentamos, sobre quien construimos nuestra Iglesia hecha de piedras pequeñas, viejas, desechadas, diferentes, incomprendidas, pero vivas.. . Una casa con una puerta bien grande y abierta llena de” una luz maravillosa”, que dice el apóstol Pablo.  Jesús a quien encontramos en la Palabra, leyendo la Biblia, recordando la Buena Noticia. Jesús que se nos da como alimento para dar fortaleza a las vigas de alma. Jesús vivo y presente en tantos hermanos pobres, la gravilla del mundo por la que caminan los ricos que jamás miraron hacia abajo,  con corazones de piedra incapaces de sentir. Arquitectos de casta superior, piedras que estuvieron en el rio de Dios  y como pétreos cantos rodados jamás dejaron que el agua entrara ni un milímetro en sus almas secas. Y sin embargo cuántos fueron  piedras débiles y llenas de agujeros  como esponjas marinas, deformes pero llenas de bendita  agua de Dios.

Piedras asentadas en la Piedra, eso es la Iglesia. De eso no se enteran los arquitectos

Piedra a piedra
Piedra a piedra

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