"Echa una mano, sé la mano de Dios" Toño Casado: "Ojalá seas la mano de Dios para tantos que se hunden metafórica y realmente en el mar de la vida y en el Mediterraneo"

Emigrantes
Emigrantes Agustín de la Torre

"El mundo está lleno de pirañas, pulpos, escualos  y meros espectadores que solo nadan y no hacen nada"

"Y si navegar es difícil no digamos andar sobre el agua, sabernos transitando por encima de la tempestad y los problemas sin miedo y sin hundirnos. Parece imposible, ¿verdad?"

"Ojala te des cuenta de que Jesús siempre te arroja el salvavidas de su propio amor, y te sostienen en sus manos poderosas"

La barquita de mi vida es una chalupa un tanto despintada con muchas tempestades en su haber tanto  en su casco como en sus camarotes y bodegas. Continúo surcando las aguas de los días con más o menos acierto con las manos ancladas al timón y los ojos anclados a la Brújula que me marca por dónde puedo seguir. Y a veces es difícil, porqué pierdo el rumbo en muchas ocasiones y no sé por dónde tirar. Atractivas sirenas con cola de pescadilla y rojos cabellos me cantan canciones ininteligibles que adormecen mi corazón y debilitan mis fuerzas haciéndome olvidar quién soy.  

Y así pierdo mi tiempo y mis días asido al móvil o a la tele o al sofá o al aburrimiento o al cansancio de volver a intentarlo.  También se acercaron a mí personas-marineros presuntamente importantes que me mostraban el supuesto camino que yo debía seguir con claridad meridiana. Gurús, directores espirituales, familiares que supuestamente te aman, parejas que te convierten en un amante esclavo. Todos hemos tenido cerca a alguien que nos quiso quitar el timón de nuestras vidas y arrimarnos a su sol que ni siquiera calienta. Manipuladores que te golpean con su presunto amor, sus celos o su conocimiento intrínseco de la voluntad de Dios que milagrosamente coincide con la suya al 100 %.

Navegar es difícil. Es mejor quedarse en el puerto y no hacer nada. A mí el mar siempre me dio miedo con su profundidad azul y oscura en la que duermen bichos abisales o tiburones blancos y dentudos. El mundo está lleno de pirañas, pulpos, escualos  y meros espectadores que solo nadan y no hacen nada. Y yo últimamente soy como Dory, ese pececillo olvidadizo que nunca recuerda donde puso las llaves o cuando hay que pasar la ITV o porque aquel amigo ya no me volvió a llamar. Las barcas amarradas en el puerto no se hunden, tan solo se van llenado de óxido y de sueño.

Barca de la Iglesia
Barca de la Iglesia

Y así sumidos en el cansancio de seguir adelante a veces nos acechan los fantasmas. Los errores del pasado nos arrastran hacia el fondo con esas cadenas que no sabemos cómo romper. La incertidumbre de sentirnos a la deriva ante el futuro sin saber si nos llegarán los víveres o los amigos  o la familia para este largo viaje, o nos iremos quedando sin nada, “como náufragos que buscan su tabla, corazones que buscan no ahogarse…(*). Al final asidos a una tabla desde la que escribimos mensajes en una botella que no sabemos dónde llegarán o quien los leerá. Como yo escribiendo estas palabras ahora en este blog.

Y si navegar es difícil no digamos andar sobre el agua, sabernos transitando por encima de la tempestad y los problemas sin miedo y sin hundirnos. Parece imposible, ¿verdad?. Porque los humanos no somos patos. Podemos nadar un rato, incluso David Meca un montón de horas, pero no somos delfines ni salmonetes. El plomo de nuestras inseguridades y nuestra falta de fe en Dios o en nosotros o en lo Bueno nos arrastran hacia el fondo como titanics rotos con heridas por hielo o desamores.

Barca Iglesia

Pero surge una mano que nos alza por encima de las olas, que nos levanta de nuestras zozobras interiores. Ojala te des cuenta de que Jesús siempre te arroja el salvavidas de su propio amor, y te sostienen en sus manos poderosas. Seguramente en tu vida has tenido o tienes esos socorristas que siempre están al quite, que nunca te van a dejar caer, que son red donde saltar desde el trapecio. Hermanos, amigos, padres, parejas, compañeros de comunidad, que siempre están ahí con la mano extendida, un día y otro y otro. Con el farolillo encendido desde el acantilado recordándote por donde volver a tu hogar. Ellos son la mano de Dios para ti.

Ojala tú seas la mano de Dios para tantos que se hunden metafórica y realmente en el mar de la vida y en el mar Mediterraneo. Sueños mojados y rotos que no llegaron a ninguna parte.

Echa una mano, sé la mano de Dios.

Te invito a que visualices las entrevistas que hice en mi espacio de “el Piscolabis”.  Puedes verlo en Instagram @toño casado o en Facebook. La última a D. Manuel sacerdote que hoy cumple 91 años es una delicia.

(*) Es parte de la letra de mi canción “Náufragos” que curiosamente escribieron en el camarote de salvamento del Open Arms… Próximamente la grabaré.

Súplica del emigrante
Súplica del emigrante

Volver arriba