“Ciudadanos provisionales” versus una campaña innecesaria

El previsible desenlace final de las conversaciones con el Rey por parte de los líderes políticos nos ha convertido en “ciudadanos provisionales” de un país “provisional”. En unas semanas empezará, de nuevo, la campaña electoral institucional. Después de cuatro meses de una especie de “gran hermano” político, la mayoría de los ciudadanos estamos saturados de la clase política actual. Así como suena. Ya sabemos de sobras lo que piensa cada partido, y cual ha sido posición de sus líderes a la hora de cerrar pactos. Por lo tanto es inútil que intenten convencernos de las bondades de su actuación futura. El augurio es una campaña del más de los mismo recalentado, y sobre todo si los partidos no cambian sus líderes. Por eso para mucha gente de la calle esta campaña no tiene ningún sentido. Ahorren los cartelinos de la calle con los caretos. Ya los conocemos de sobras, las cartitas personalizadas y los mitines, que sólo sirven para calentar a la parroquia. Si al final las teles y las radios recogerán las frasecitas de turno de ese día, sopladas por el asesor áulico para atacar al advesario. Es suficiente la información de los telediarios y de la prensa diaria. En todo caso, debates a calzón quitado y si restricciones. Eso sí, y con participación ciudadana. Y mucho pisar la calle de verdad. Ruedas de prensa en sus sedes y poco más. Y el dinero que se ahorren en la campaña destinenlo a Acción Social y Caritativa. Cada uno donde quiera, de acuerdo con sus afinidades. Ecuador, país hermano, necesita reconstruirse después del terrible terremoto. Hablen con Manos Unidas .Y otras necesidades cerca de nosotros. Acérquense a Cáritas.

De todos modos, los ciudadanos, ante la incapacidad de la clase política española tenemos que reaccionar severamente. En resumen, los partidos políticos en estos largos cuatro meses han demostrado tres cosas. La primera: son más importantes los intereses estratégicos del partido que los intereses de España. Segundo: la incapacidad de crear plataformas de convergencia, y asumir las divergencias. Y en tercer lugar, los líderes han dado muestras, más preocupados por guardar sus espaldas, de cortedad de miras y estreñimiento ideológico. Gobernar, en un país plural, significa ponernos de acuerdo en lo que realmente nos puede unir para llevar adelante el país en la específica coyuntura global actual y mantener las legítimas diferencias en aspectos menos importantes. A nadie se le ha pedido que renuncie a su ideología o que diluya sus siglas, aunque algunos lo hayan hecho con el afán de gobernar. A todos nos pueden venir bien, en estos momentos, estas palabras del Papa Francisco sobre la “cultura del encuentro”: “cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta siempre es la misma: Diálogo, diálogo, diálogo” y enfatizó que “hoy, o se apuesta por el diálogo y por la cultura del encuentro, o todos perdemos”. Por lo tanto: dialogo y encuentro.

En cuanto a los liderazgos, por favor, háganselo mirar seriamente. Hay algunos líderes que están más quemados que la pipa de un indio. El diagnóstico es halitosis profunda. Con ellos la carrera está perdida de antemano, y lo saben. Hablo de algunos…En cuanto al voto, insisto en unas elecciones de segunda vuelta. Ya que no han sido capaces de gestionar el pluralismo de partidos, vayamos al voto super-útil, el que menos vergüenza y hedor nos produzca. Es una manera de hacer gobernable este país. La llamada bonanza económica, que proclaman algunos, parece que se ha resfriado, por eso es mejor que nos pille prevenidos y no instalados en la provisionalidad. Ya que, España, no puede permitirse una nueva crisis económica severa. Los más pobres y vulnerables, los que no cuentan, pero que nos tiene que preocupar ya no aguantarían más. El aumento del déficit público y la menor recaudación fiscal son malos augurios.
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