El “Corpus” de los inmigrantes y refugiados

Hace poco hemos celebrado la fiesta del “Corpus”. Esta fiesta, como muchas otras, rezuma, ayer y hoy, la creatividad y la iniciativa de muchos sacerdotes en la Iglesia para sensibilizar a sus fieles y para celebrar las fiestas litúrgicas. Estamos ante la inspiración del Espíritu Santo, que derrama sus dones con generosidad para hacer plausible lo invisible. Asimismo, las catedrales, las artes, los actos de fe, han estado al servicio de esa catequesis y liturgia del pueblo de Dios. La procesión del “Corpus” en muchas ciudades y pueblos de nuestra España son un ejemplo de esa imaginación creadora. Sin embargo es una lástima que lo que nació para fomentar y enriquecer la fe se quede, para muchos, en mero folclore o manifestación cultural. Es interesante, pero no es ese su origen. Concretamente en la ciudad de Valencia, tenemos un ejemplo estupendo. La maravillosa procesión del “Corpus” con el desfile de los personajes bíblicos y las famosas rocas arranca la admiración de muchos valencianos y turistas que llenan el casco antiguo. Sin embargo, en origen era una catequesis bíblica maravillosa para que el pueblo comprendiera el sentido de la Eucaristía. El “Corpus”, que se pasea solemnemente bendiciendo las casa y las familias de la ciudad, nos pide que volvamos a sus raíces profundas.



En la ciudad de Alzira (Valencia), el amigo Enrique Masiá, párroco de Santa Catalina, ha pensado que la la fiesta del “Cuerpo” de Jesucristo -este año de la Misericordia- debía tener una connotación particular. Un estandarte con una foto de la Custodia y tres fotos juntas de inmigrantes y refugiados, preside las celebraciones. Para este sacerdote, la fiesta del “Corpus” responde a la pregunta: ¿Para que sirve la procesión del “Corpus”? Dice textualmente: “Sirve para que entendamos que Jesucristo es la luz de nuestra vida, para que nos alimentemos del mismo Cristo, para que tengamos la fuerza de Cristo y podamos actuar como cristianos…”. Les recuerda a sus feligreses que el lavado de los pies de Jesucristo en la última Cena: “no es un rito espiritualista, sino concreto. Aquí, el que no lave los pies, el que no sirva a los pobres, no puede celebrar este rito”. Y, comentando el evangelio del día, la multiplicación de los panes y los peces, nos cuenta que ante el problema que surge de la multitud hambrienta, se plantean varias alternativas. Los discípulos proponen la suya: “lo mejor sería que los mandáramos y cada uno se solucione el problema, se busque de comer, coma y duerma. Jesús dice no: ¡dadle vosotros de comer!”. Esa es nuestra tendencia natural muchas veces, nos recuerda Enrique: “nosotros cuando tenemos un problema intentamos evitarlo: cada uno que se lo resuelva”. Y añade: “Ese dadle vosotros de comer nos interpela. Los que seguimos a Cristo, tenemos que dar de comer a los pobres, porque podemos hacerlo. Aquellos no podían, porque sólo tenían cinco panes y dos peces”.

El cartel del Corpus expresa lo que significa la fiesta. Una presentación: “muy potente, muy grande… la Eucaristía, la Custodia, en forma de sol, la luz de nuestra vida, pero delante unas fotos de los refugiados, que vienen a Europa. Ante ésto, nosotros actuamos como los discípulos…¡que no vengan, que alguien les de de comer!”. Y recuerda: “El Papa Francisco lo ha dicho: Éste es un problema nuestro también”. Para nuestro párroco: “no podemos ser de verdad de Cristo Eucaristía si delante de esta situación tan evidente no lo vemos, si no queremos ayudar, si no queremos acoger…” Nos cuenta, Enrique: “la procesión del “Corpus” es al mediodía, cuando el sol está más alto. Es todo un signo. Uno va a la procesión, porque sabe que este sol ilumina su vida, y eso significa que me tengo que comprometer con los pobres…,que comiendo el cuerpo de Cristo seamos otros Cristos,…para poder escuchar y hacer ese ¡dadle vosotros de comer! Porque si no es así, la Eucaristía se convierte en un rito vacío…” Finalmente: “La eucaristía es un rito nuevo de relación con Dios y de compromiso. Quien va a la Eucaristía se compromete a vivir con Cristo y como Cristo, para eso nos alimenta, para que se note en nuestra vida, que tenemos dentro la fuerza de Cristo”. No podemos vivir la Eucaristía y pasar por encima de los pobres y que se nos vuelvan invisibles. Y éstos, ahora, entre otros, se llaman inmigrantes y refugiados. Otro visión del “Corpus”, más encarnada en la realidad.

Como este párroco, que huele a oveja, muchos otros a lo largo de nuestro mundo intentan acercar esa palabra de Dios al pueblo desde lo concreto y real, para hacer comprensible su mensaje e invitar a una vida cristiana más fecunda y significativa.
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