Diaconisas de Segunda B: ¿No, gracias?

Hace unos días, el Papa Francisco, ni más ni menos que a más de 900 Superioras Generales de Ordenes Religiosas, ante una pregunta sobre el diaconado femenino les respondió que una comisión se dedicaría a re-estudiar el tema a fondo. ¿Estaban la pregunta y la respuesta preparadas? ¿O fue un calentón del Papa ante el entusiasmo de las Hermanas? Da lo mismo. Lo que está claro es que el Papa Francisco ha abierto una puerta y que le pedirán cuentas de esta propuesta. No olvidemos que estaba, y él era bien consciente, ante un auditorio muy cualificado. Ni más, ni menos que las Superioras Generales de miles de religiosas que están entregando sus vidas a múltiples causas evangélicas en todo el mundo. Muchas de estas hermanas se encuentran en lugares fronterizos, poniendo en riesgo sus vidas o en lugares socialmente conflictivos. ¿Cuántas religiosas mueren al año asesinadas por fanáticos en esos lugares? Allí se encuentran como testigos del evangelio puro y duro. En gran parte la misión de la Iglesia es femenina. Esto es de justicia reconocerlo. Muchas de las hermanas, que en nombre de Cristo trabajan en obras de misericordia, además están muy cualificadas a todos los niveles y por eso están hartas que se les considere “monjitas”, y se les trate y mire como de segunda clase. Muchas de ellas tienen la suficiente madurez y capacidad para dar lecciones de teología teórica y práctica a muchos Prelados. Y, en muchos lugares, su labor evangélica está limitada por su dependencia de los escasos sacerdotes. Su entrega y fidelidad a las causas del evangelio están fuera de dudas, por eso probablemente el Papa ha querido deslizar en ese contexto el tema del diaconado femenino. Nadie les va dar lecciones a las religiosas de lo que es la dar la vida por los demás. Junto a esto, la riqueza de la mujer en la Iglesia es inmensa. Que se lo pregunten a los párrocos…A los que se están cada día batiéndose el cobre para que la Iglesia esté viva y presente en muchos contextos hostiles o de indiferencia. Y recordemos, la santidad femenina.

Evidentemente es un tema a re-estudiar, como ha propuesto el Papa Francisco. Lo que está claro es fundamentalmente que las diaconisas del Nuevo Testamento y de los primeros tiempos de la Iglesia no tienen nada que ver con la estructura actual del diaconado. Eso es sabido, pero: ¿Acaso el diaconado, el sacerdocio y el episcopado neotestamentarios tienen la misma estructura que esos ministerios actualmente? Es básico que fueron fruto de una evolución eclesial. La necesidad de organizarse y organizar la Iglesia. El resultado de la lectura de los signos de los tiempos, acompañados por el Espíritu Santo. Sin embargo, una lectura global del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, en clave de mujer, nos llevaría a la conclusión que a la Iglesia se le ha olvidado la mujer en el ámbito ministerial. Existe un contraste evidente entre el rol y la importancia de la mujer en la Biblia y traducción práctica de esta relevancia en la vida eclesial, sobre todo en lo que respecta a los ministerios. Muchos son los prejuicios que a lo largo de la Historia de la Iglesia han reducido probablemente en este campo la voz del Espíritu. Por eso este es un momento crucial para que la Iglesia reflexione a fondo para dar una respuesta a este signo de los tiempos: la emergencia de la mujer en la Iglesia. Evidentemente no se trata de re-inventar un nuevo ministerio, una especie de diaconado menor (segunda B, con todos mis respetos a esta liga), sino de decidir si la mujer puede o no, de acuerdo con la Tradición pero con mayúscula, acceder a ese ministerio. Pero sobre todo, teniendo en cuenta también el peso de los signos de los tiempos. Conjugar pasado y presente. ¿Acaso el Espíritu Santo sólo sabe leer la Tradición? ¿No abre también ventanas hacia el presente y el futuro? ¿No nos ayuda a interpretar la historia para pedir perdón y generar esperanza? Los cancerberos del sistema, que ya sabemos quienes son, lucharán ferozmente para que las diaconisas no lleguen a la Iglesia Católica, ya que se pueden acercar demasiado a la puerta cerrada del sacerdocio. Y agitarán demonios y fantasmas. A estos les vendría bien un “plantón” de las mujeres. Para que se enteren quienes son las mujeres en la Iglesia. Para que no se les olvide que la clientela actual de la Iglesia Católica es mayoritariamente femenina. El Papa ha abierto una espita muy seria en la Iglesia. Vamos a ver en que queda. Las expectativas son muchas
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