Probablemente desde los primeros días de la guerra del Yom Kippur o desde el 7 de octubre del 23, Israel no se ha encontrado en una situación tan crítica. Sin embargo, el gobierno de Netanyahu, a pesar de las fisuras aguanta. Todos sus miembros tiene muchos intereses. 

El Plan de Netanyahu sobre Gaza tiene varios objetivos: el desarme de Hamas, el retorno de los secuestrados, vivos y muertos, la desmilitarización del enclave, el dominio seguro de Israel de todo el territorio y el establecimiento de una administración civil alternativa a Hamas y a la Autoridad Palestina. Lo paradójico es que después de veintidós meses de guerra, el ejército de Israel no ha logrado traer a las a los rehenes, a pesar de los numerosos medios militares. La liberaciones se han conseguido gracias a las treguas y negociaciones. La impresión de muchos observadores es que el plan de Netanyahu ha optado definitivamente por sacrificarles.

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El objetivo de desarmar a Hamas se repite continuamente, pero su capacidad militar ha sido en gran parte destruida y muchos dirigentes han muerto. Ciertamente la organización parece que tiene todavía medios rudimentarios y continúa reclutando, pero sus posibilidades son cada vez más reducidas. 

Una cuestión muy preocupante es adónde irán el millón de habitantes de Gaza City si tienen que evacuar la zona. Ninguna consideración por esta gente, con su dignidad pisoteada. Se sienten como muñecos de feria, a los que les van a disparar vayan donde vayan. Y adonde van ya no cabe más gente, sin condiciones higiénicas, ni sanitarias, ni pan, ni agua. Indignante.

Otro aspecto problemático del Plan, el futuro de la gobernanza del enclave. No quieren lógicamente a Hamas, ni a la Autoridad Palestina, pero ningún país árabe querrá relevar a Israel en esa difícil tarea, y menos después de lo acontecido. Los Palestinos desean obtener el reconocimiento de sus derechos y su soberanía. Esto es esencial, lo demás no tiene sentido, de ahí la solución de los dos Estados. Netanyahu se ríe de la presión diplomática mientras tenga a Trump, y su respuesta es el mantra de siempre “antisemitismo”. Un victimismo que en estos momentos deshora a las víctimas del Holocausto nazi. si levantaran la cabeza… 

Este Plan, desde luego es sobre todo político, ya que la jerarquía militar, ha expresado su oposición a una operación terrestre, ya que la intervención en zonas densamente pobladas, donde se encuentran probablemente los rehenes, les condena irremediablemente. Por eso las familias de los rehenes consideran que la ocupación total de Gaza  firma la muerte de aquellos que se encuentran todavía en vida. Por otro lado, Israel, están teniendo problemas con los reservistas que no quieren unirse a sus unidades. Sin olvidar que los judíos ortodoxos, aunque están llamados no quieren ni hacer el servicio militar, ni apuntarse a la guerra de Gaza. Este coctel puede ser explosivo, y está socavando la opinión pública en israelí. ¡Ojalá explote!

El próximo domingo, día 17 de agosto, los familiares de los rehenes han llamado a la huelga general. Quieren paralizar el país. Parece que hay contactos con el principal sindicato del país, Histadrut, para que se haga eco de la huelga general, pero este lo apoya ligeramente ya que no se trata de una cuestión laboral. No olvidemos que en marzo de 2023, después de las manifestaciones contra la reforma judicial propugnada por Netanyahu, se paralizó el proyecto. De ahí la importancia que este sindicato se una a la protesta. Tampoco aquello era un tema de trabajadores estrictamente hablando.

Desde luego, si Netanyahu continúa obstinado con su Plan, contando solamente con el apoyo de Trump, está llevando a Israel a convertirse en un Estado paria, ya que el clamor internacional contra todo lo que esta sucediendo en Gaza es atronador.  Pero los líderes occidentales no se pueden quedar sólo con palabras, justamente porque sabemos que   a Netanyahou por un oído le entra y por el otro le sale. Está muy bregado en guerras de todo tipo. Deberían tomar ya medidas sancionadoras. Israel está socavando su prestigio, a la sombra de Trump, que es el único que puede parar estas matanzas diarias, por cierto cubierta sólo por periodistas árabes, entre los cuáles hay más de doscientos asesinados. Recientemente cinco periodistas de Al Jazira, entre ellos la voz mas conocida, Anas al Sharif.  La democracia de Israel no permite la cobertura de periodistas internacionales. No quiere testigos incómodos. Sin embargo, después del lamentable 7 de octubre bien que quisieron mostrar al mundo el horror de esos hechos execrables, incluso en cada país convocaron en las embajadas de Israel a periodistas para que visionaran las terribles imágenes. La ley del embudo. El pueblo de Gaza necesita esperanza y ni occidente, ni los países árabes se la damos. Están defraudados…

Esperemos que todo lo que está aconteciendo sea juzgado algún día, ya que el mundo no puede ignorar la muerte de más de 60.000 seres humanos y 150.000 heridos, muchos de ellos niños con secuelas de por vida. Los rehenes judíos deben volver con sus familias y Hamas desaparecer como movimiento armado. 

También nos preguntamos qué más podrían hacer los Patriarcas y dirigentes de las Iglesias de Tierra Santa, aunque son una minoría allí, pero su prestigio va mucho más allá. Probablemente deberían  manifestarse de manera más enérgica en contra del genocidio de Gaza.

Hace unas semanas el ejército de Israel atacó, dicen sus portavoces de manera equivocada, la Iglesia de la Sagrada Familia de Gaza, cuyo nombre es en recuerdo del posible paso por allí de José, María y Jesús hacia Egipto, huyendo de Herodes. Nadie se cree esta versión, únicamente los que han cometido semejante tropelía. Pero es significativa la reacción mundial ante semejante salvajada: atacar una Iglesia llena de refugiados. Los líderes occidentales levantaron la voz, por eso fue bienvenida entonces a Gaza la visita del Patriarca Católico de Jerusalén, Pizzaballa y del Patriarca Griego Ortodoxo, Teófilos, si eso sirve para llamar la atención de la opinión pública internacional. Tienen que poner toda la carne en el asador. El grado de inhumanidad ya no puede ser más elevado. ¿Qué más podrían hacer las Iglesias de todo el mundo? Es desesperante el silencio y la indiferencia.