"Apreciemos lo que tenemos, y no confundamos la hojarasca con el bosque" Miserias y grandezas de los curas

Cura de espaldas
Cura de espaldas

Desde hace unas semanas en distintos medios de comunicación han aparecido una serie de noticias en distintos lugares relacionadas con aspectos negativos de actuaciones de curas

Evidentemente, se trata en la mayoría de los casos, a falta de juicio, de conductas indignas y deleznables, que degradan la vocación sacerdotal y deshumanizan al ser humano

Sin embargo, quiero dejar bien claro que la miseria de unos pocos, no nos puede, a los que intentamos vivir nuestra vida cristiana, llevar a olvidar las grandezas de una mayoría de sacerdotes que han entregado y dan su vida ejemplarmente cada día al servicio de la evangelización y a la construcción de comunidades cristianas

Muchos de ellos mayores con largas vidas de entrega a su vocación, otros más jóvenes con ilusiones y esperanzas, y los más maduros, a pesar del cansancio y las tensiones de la breguas del cada día, siempre presentes en las causas del evangelio

Desde hace unas semanas en distintos medios de comunicación han aparecido una serie de noticias en distintos lugares relacionadas con aspectos negativos de actuaciones de curas. Evidentemente, se trata en la mayoría de los casos, a falta de juicio, de conductas indignas y deleznables, que degradan la vocación sacerdotal y deshumanizan al ser humano. Estos comportamientos, sin duda alguna, en la medida que son comprobados, merecen el castigo de la justicia humana y la espera del juicio de Dios. Lo justicia humana en la medida que han implicado a otras personas inocentes o se han aprovechado de la buena voluntad de otras; y en cuanto al juicio de Dios en su momento el Señor decidirá.

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Pero queda claro el daño que hacen también a una Iglesia que intenta cada día, con muchas dificultades, llevar adelante el reino de Dios. Todo ese cúmulo de acciones perpetradas por esos individuos habría que investigar a fondo cómo han llegado hasta esa situación de degradación (pederastia, consumo y venta de droga, violaciones, abuso de poder, dinero…), ya que después de tantos años de formación y seguimiento el descalabro es descomunal.

Todo ese cúmulo de acciones perpetradas por esos individuos habría que investigar a fondo cómo han llegado hasta esa situación de degradación (pederastia, consumo y venta de droga, violaciones, abuso de poder, dinero…), ya que después de tantos años de formación y seguimiento el descalabro es descomunal

Este ambiente amplificado por algunos medios de comunicación crea una desconfianza hacia el clero, que se está instalando en muchos cristianos de buena voluntad y no digamos en otros anticlericales o de otras índoles. En cualquier caso, las acciones de los clérigos son tan reprochables como otras, pero en este caso mucho más ya que la mayoría de las veces se aprovechan de su estatus para delinquir gravemente y aprovecharse de la manipulación de la conciencia de otros seres débiles. Por eso es doblemente grave su delito y condenable sin paliativos.

Cura esposado
Cura esposado

Sin embargo, quiero dejar bien claro que la miseria de unos pocos, no nos puede, a los que intentamos vivir nuestra vida cristiana, llevar a olvidar las grandezas de una mayoría de sacerdotes que han entregado y dan su vida ejemplarmente cada día al servicio de la evangelización y a la construcción de comunidades cristianas. Muchos de ellos mayores con largas vidas de entrega a su vocación, otros más jóvenes con ilusiones y esperanzas, y los más maduros, a pesar del cansancio y las tensiones de la breguas del cada día, siempre presentes en las causas del evangelio.

¿Quién no conoce algún sacerdote de conducta intachable? Personas totalmente entregadas a su ministerio y al servicio de los demás, sobre todo de los más vulnerables. Ese sacerdote, que te acompaña en tu discernimiento vocacional con la palabra certera y respetuosa, o que en tu matrimonio comparte fraternalmente la complementariedad de las vocaciones cristianas, o que se destroza cada día para que algunas personas coman. Sin olvidar los horas de preocupación por la formación de los niños y los jóvenes y el acompañamiento de los catequistas. Las horas en las carreteras para acudir a pequeñas comunidades de la España vaciada para que puedan acceder a los sacramentos. Estas cosas no se nos pueden olvidar en estos momentos por culpa de unos pocos…

Los sacerdotes no son superhéroes, por eso necesitan de nuestra cercanía y afecto cuando las tormentas arrecian, y algunos agoreros proclaman que todos son iguales… ni mucho menos. Los más son nuestros santos de la puerta de al lado, como dice el papa Francisco. Desde luego, con sus miserias, contradicciones e incoherencias, pero son nuestros pastores y nos preceden por delante, nos acompañan en medio y detrás para que nadie se quede rezagado. Apreciemos lo que tenemos, y no confundamos la hojarasca con el bosque.

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