La indiferencia mata y el olvido remata

“La indiferencia mata”. Estas son palabras del Papa Francisco a propósito de la muerte de las cuatro Hermanas de la Caridad de la Orden de Madre Teresa en Aden (Yemen). Ningún titular en los grandes periódicos afirma con tristeza el Papa, ni siquiera una breve crónica. Incluso el “L´Osservatore Romano”, en un primer momento, unas pocas líneas. Matan, porque saben que somos indiferentes y pronto nos olvidaremos de sus muertes. En el fondo: ¿A quién le importa la muerte de cuatro monjas en un país en guerra? ¡Mueren tantos cada día!. Su único delito: trabajar, en nombre de Cristo, al servicio de los más pobres y descartados de la sociedad. El olvido remata.

Y mientras tanto, nosotros ensimismados con el parto de los montes del gobierno. En USA con las elecciones presidenciales, y así sucesivamente. Y en Europa, dando la espalda a los inmigrantes y pagando a sicarios para que no vengan. Nos queremos olvidar de que son seres humanos, hermanos, hijos del mismo Padre. Europa está regresando a la época más oscura de su historia reciente. Lamentablemente, Ayran, tu muerte fue pura propaganda para los gobiernos hipócritas que desde entonces palabras, palabras…y peor. Y lo mismo, indiferencia y olvido. Y los gobiernos lo saben, por eso actúan así. La indiferencia y el olvido. de nuevo.

A estas hermanas las han odiado hasta la muerte como esposas de Cristo y testigos de la civilización del amor en medio de una guerra. El único motivo: el odio a la fe cristiana. Los detalles de este atentado conducen a esta conclusión. Ha sido claramente una masacre planificada y decidida contra la presencia cristiana en Yemen. Las hermanas asesinadas, la capilla, el crucifijo, el sagrario, todo metódicamente destruido. Eran las ocho y media de la mañana, los 80 huéspedes, ancianos y enfermos, entre ellos algunos niños, estaban desayunando. Los terroristas llegaron delante del edificio, que a pesar de las amenazas recibidas por las hermanas, no tenía ninguna vigilancia y pudieron realizar sus felonías sin ningún impedimento. Cuando la policía llegó encontró dieciséis cadáveres: las cuatro hermanas y doce colaboradores y un padre salesiano secuestrado.

En Yemen, periferia de Arabia, epicentro de choques entre sunitas y chitas, la complacencia internacional es notoria, sin olvidar el negocio del mercado de armas de oriente y occidente. La hipocresía diplomática en este país es manifiesta. Todos los gobiernos, que podrían influir, miran hacia otro lado. Sin embargo, todos los elementos de esta masacre conducen a una pregunta: si es verdad que en Aden manda la administración central yemenita; si hay un ejército y una policia: ¿por qué un lugar de riesgo como es la única residencia cristiana no estaba protegido? ¿Quién ha llevado a cabo la masacre? Al Qaeda dice que no sabe nada. ¿Daesh? El secuestro del padre salesiano, que se encontraba en la capilla en ese momento, quizás, si no sucede lo peor, nos podrá dar alguna pista.

Los doce colaboradores, al parecer fueron asesinados de un golpe en la sien, una auténtica ejecución. Las hermanas, que tienen nombres (Anselma, india de 57 años; Margarita, rwandesa de 44; Reginette, ruandesa de 32 años; Judith, keniata de 41 años) por el contrario, fueron golpeadas en el rostros y desfiguradas y posteriormente asesinadas. Sus cadáveres fueron pisoteados. Estos detalles nos muestran el odio sin límites de esos asesinos. Por el contrario, los cuerpos de las hermanas llevaban todavía el delantal azul con el que estaban sirviendo a los pobres y enfermos en esos momentos. Solamente, de manera milagrosa se ha salvado una religiosa, la hermana Sally, que pudo esconderse cuando oyó los golpes y los gritos.

Las hermanas de la Caridad, a pesar de las amenazas, y sin ninguna protección por parte de un gobierno apoyado por Arabia Saudí, han decidido permanecer en Yemen, fieles a las palabras de la Fundadora: “vivir y morir con los pobres”. Desde la Casa Madre en Calcuta la Orden ha anunciado que no dejarán Yemen, ya que las hermanas tienen otra casa en Sanaa. La Congregación de las Misioneras de la Caridad, desde hace 66 años dedican sus vidas al servicio de la humanidad herida y descartada. Moribundos, ancianos, enfermos mentales, huérfanos, drogodependientes. Cualquiera -sin distinción de raza o religión- encuentra acogida en sus casas, respeto y dignidad. Así lo enseñó con su vida Agnese Gonxha Bojaxhiu, nuestra Madre Teresa de Calcuta. “No existe pobreza más grande que no tener amor para dar”, decía la Beata, cuyo decreto de canonización será firmado por el Papa el 15 de marzo. Un ejemplo concreto de misericordia -tantas veces citado en este Año Santo-, capaz de conquistar también a personas de diferente fe y no creyentes. La madre Teresa es Patrimonio de la Humanidad entera como lo demuestra el Premio Nobel de la Paz, que se le concedió en 1979. Las alrededor de cinco mil hermanas del “sari” blanco adornado con las lineas azules continúan, cada día, la obra de su fundadora, dando ayuda a miles y miles de personas en 135 países, desde Africa y Asía a América Latina y Europa. Tienen unas 762 casas en todo el mundo.

Esta decisión de permanecer en Yemen, a pesar de estos asesinatos, demuestra una obstinada voluntad de permanecer junto a los últimos, que les ha convertido en muy amadas por la población local, que se ha manifestado en protesta delante del Ministerio de la Seguridad. El Papa en el Angelus hace unos días hablaba de una masacre por odio a los cristianos. ¡Estos son los mártires de hoy! Son víctimas no sólo de quienes les han asesinado, sino también de la indiferencia. En nuestros países en relación con el Yemen u otros lugares conflictivos priman los intereses económicos o políticos, antes que los personales o humanitarios. Es triste, pero es así. Veremos si los países occidentales más cercanos al gobierno de Yemen -por medio de Arabia Saudí-, piden una investigación seria y castigo de los culpables. ¿Lo veremos?
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