“Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida..., ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús” Inmaculada Concepción (08.12.2020): María dice “sí” al “limpio de corazón”

Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros

Comentario: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,26-38)

El texto proclama el origen humano y divino de Jesús. Lucas narra el núcleo de la fe cristiana: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”. Es la fe de los cristianos expresada en otros muchos textos de formas varias:

- indicativa: “cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer...” (Gal 4,4); 

- eucarística o de acción de gracias: “bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendicionesespirituales...” (Ef 1,3); 

- causal –origen y finalidad-: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn3,16); “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él” (1Jn4,9).

Entraña de nuestra fe es reconocer y experimentar que el Misterio creador es Padre y nos ha dado a su Hijo, que comparte nuestra naturaleza. El proyecto vital del Hijo es el reino de Dios, voluntad de Dios. Su vida terrena se inicia como la nuestra: en las entrañas de una mujer, María de Nazaret. En Galilea, María recibe la llamada a ser la madre del Mesías. Prometida a José, con esponsales solemnes, esperaba la boda y la convivencia dentro del año. El anuncio del ángel es triple: a) Alégrate: te han llenado de gracia, el Señor está contigo, bendita entre las mujeres. b) “Concebirás en tu vientre...”. La objeción de María se explica por el hecho de estar prometida, no casada con José. c) Explicación: “El Espíritu vendrá... la fuerza del Altísimo te cubrirá...”. Es nueva creación. El Espíritu se hace presente como fuerza creativa: ha hecho factible la humanidad de Jesús, regalo de la divina Trinidad: “tanto amó Dios al mundo...”. Es “la manifestación de la gracia de Dios, que trae la salvaciónpara todos los hombres” (Tit 2,11).

La contestación de María es modélica del creyente: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.María, por su fe en el amor de Dios, está disponible a su voluntad. Acepta ser virgen madre. Algo humanamente imposible. Sólo desde la gracia divina es explicable esta actitud ante Dios. La disposición de María es signo de la bendición divina, ya presente en su concepción: “La Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original” (Pío IX, 1854; Denzinger-Hünermann 2803). “Este dogma se sitúa en el trasfondo de las disputas sobre el origen pecaminoso del ser humano y, sobre todo, en un contexto donde la misma concepción aparecía vinculada a un tipo de suciedad biológica (básicamente sexual). Por eso, al afirmar que la concepción de María (realizada humanamente, de un modo sexual, por la unión de hombre y mujer) está libre de todo pecado o, mejor dicho, es un acto de purísima gracia, la iglesia ha realizado una opción antropológica de grandes consecuencias, superando una visión negativa del surgimiento humano. Este dogma tiene un carácter pro-sexual. La cohabitación de Joaquín y Ana (a quienes la tradición del Protoevangelio de Santiago hace padres de María) queda integrada en la providencia de Dios, es un gesto de gracia. La misma carne, espacio y momento de encuentro sexual del que surge un niño (María), aparece así como santa. Al decir que María es Inmaculada, se está afirmando que en su nacimiento no hay pecado, que la unión física y humana de Joaquín y de Ana, con el nacimiento de María, su hija, pertenece a la providencia de la gracia de Dios.” (X. Pikaza).

Oración: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,26-38)

Jesús, hijo de María:

Hoy felicitamos a tu madre como el ángel Gabriel:

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Estamos en adviento, esperando celebrar tu llegada.

Imaginamos a tu madre en “estado de  buena esperanza”;

la invocamos como “Virgen de la Esperanza,

porque esperaba la intervención de Dios,

que nos traería el reino del amor y la paz;

quedispersa a los soberbios de corazón”;

que “derriba del trono a los poderosos;

que “enaltece a los humildes”;

que “a los hambrientos los colma de bienes ”;

quea los ricos los despide vacíos” (Lc 1,51-53).

María, tu madre, es nuestra “Virgen del Camino”:

adelantada en la espera de tu venida:

por su confianza en el amor de Dios,

por sus deseos de un mundo justo,

por su esperanza en la acción divina,

por su plena disposición a secundar la voluntad del Padre Dios,

por el compromiso de madre, dadora de vida.

En su “Inmaculada Concepción” intuimos la victoria:

creemos que fue “llena de gracia” desde su concepción:

tu Espíritu siempre habitó en ella;

desde el inicio tuvo toda bendición del Espíritu;

la gloria de tu amor brilló en su vida entregada.

El corazón humano, atado al egoísmo y la soberbia:

no acierta a encontrar la fraternidad;

ha perdido el rumbo del amor creador;

ha maleado la sexualidad, naturalmente buena;

ha acumulado bienes para unos y hambre para otros;

ha impuesto la dictadura del más fuerte e inteligente;

vive como aherrojado en un mundo maldito.

Necesitamos recuperar la bendición divina:

bendición que nos viene porTi, Cristo Jesús:

Dios, tu Padre, nos eligió en ti, antes de la fundacióndel mundo,

para que fuéramos santos e intachables ante él por el amor.

Él nos ha destinado por medio de ti, Jesucristo,

según el beneplácito de su voluntad,

a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido en el Amado” (Ef 1,4-6).

En la Inmaculada, tu madre, se anticipa la bendición:

el ángel lo dice: “alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”;

el evangelio de hoy nos acerca al misterio creador;

Dios mismo pide a María que acepte ser madre;

No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios...;

el Espíritu Santo vendrá sobre ti,

la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”.

El anuncio creador encontró su corazón bendecido:

He aquí la esclava del Señor,

hágase en mí según tu palabra”.

Tu vida, Cristo, hermano, es nuestra bendición:

tu Espíritu nos agració en el bautismo con toda bendición;

en tuEspíritu clamamos: `¡Abba, Padre!´;

tu Espíritu “da testimonio a nuestro espíritu

de que somos hijos de Dios” (Rm 8,15-16).

Hoy nos llamas a dar cuerpo a tu Espíritu de amor.

Que la acción del Espíritu encuentre en nosotros la misma respuesta:

 “He aquí la esclava del Señor,

hágase en mí según tu palabra”.

Preces de los Fieles (Inmaculada Concepción 08.12.2020)

El Papa Francisco nos dice que “con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo (He1,14), y así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés” (Ev. G. 284). Invoquemos hoy a María Inmaculada, diciendo: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por los cristianos:

- que “los que mantienen el testimonio de Jesús” (Ap12,17) sientan la compañía de María;

- que, como María, “sepamos transformar una cueva de animales en la casa de Jesús...” (EG 286).

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por las intenciones del Papa (Diciembre 2020):

- que nuestro anuncio evangélico surja de la amistad con Jesús en la oración;

- que “nuestra relación con Jesucristo se alimente de Palabra de Dios y de oración”.

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por nuestros pueblos y ciudades:

- que “las distintas advocaciones marianas iluminen las historias de cada pueblo”;

- que sigan escuchando: “No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”(EG 286).

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por quienes presiden nuestras comunidades:

- que, como María, “se dejen conducir por el Espíritu... al servicio y fecundidad”;

- que vivan con María “las etapas de aridez, ocultamiento, y hasta cierta fatiga...” (EG 287).

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por la paz del mundo:

que “al mirar a María volvamos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”;

que creamos “que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes” (EG 288).

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por los más débiles:

- que escuchen a Jesús crucificado diciendo a María: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26);

- que en la cruz sintamos a María como madre nuestra, madre de los que sufren.

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

Por esta celebración:

- que “contemplar y caminar hacia los demás, sea modelo para nuestra evangelización”;

- que nos abra el corazón para “ser una casa para muchos, una madre para todos...” (EG 288).

Invoquemos a la Inmaculada: “Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros”.

“Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús” (EG 288), que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 8 de diciembre 2020

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