El celibato sólo puede ser opcional para todo cristiano y para todo servicio o ministerio Reflexión final sobre la posibilidad de sacerdotes casados (y 16)

Desde la verdad y libertad del Evangelio

Con este post concluyo los 26 (10 y 16) comentarios sobre el libro del cardenal Robert Sarah con Joseph Ratzinger Benedicto XVI: "Desde lo más hondo de nuestros corazones”. El editor, Nicolás Diat, periodista y ensayista, integrante de la editorial parisina Fayard, se siente “fascinado y testigo privilegiado del diálogo” entre el Papa emérito y el cardenal Sarah: “El texto de Benedicto XVI es de una excelente factura teológica. El del cardenal Sarah posee una fuerza catequética indudable” (p. 17). Apreciaciones muy discutibles.

La “Introducción” del cardenal Sarah deja claro que combate las tesis sobre el celibato del Sínodo amazónico al que cree manipulado por el progresismo católico. El libro es fruto de encuentros y reflexiones “mientras en el mundo resonaba el estruendo generado por un extraño sínodo mediático que se imponía sobre el sínodo real” (pág. 23). Pretende que el celibato clerical siga siendo obligatorio: “Suplico humildemente al Papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta posibilidad vetando cualquier debilitamiento de la ley del celibato sacerdotal, ni siquiera restringiéndolo a una u otra región” (pág. 162). 

El punto de partida del texto de Benedicto XVI (“El sacerdocio católico”) es que Jesús asumió la esencia del sacerdocio levítico en los ministerios: “Los ministerios cristianos y los prescritos por la ley mosaica se presentan abiertamente asociados” (p. 42) Sacerdocio y culto, purificados por el Espíritu de Jesús, siguen en pie en los ministerios fundamentales de la comunidad de Jesús. “La abstinencia sexual, en los periodos en los que ejercían el culto y, por tanto, estaban en contacto con el misterio divino”, era obligatoria. Porque en la “conciencia colectiva de Israel” son incompatibles culto y sexo. Los sacerdotes del Nuevo Testamento, argumenta, tienen que celebrar regularmente la misa. Luego “toda su vida está en contacto diario con el misterio divino. Eso exige la exclusividad para Dios. Quedan excluidos, por tanto, los demás vínculos que, como el matrimonio, afectan a la totalidad de la vida. De la celebración diaria de la Eucaristía, que implica un estado permanente de servicio a Dios, nace espontáneamente la imposibilidad de un vínculo matrimonial. Puede decirse que la abstinencia sexual, que antes era funcional, se convierte por sí misma en una abstinencia ontológica...” (p. 50). Tesis contraria al concilio Vaticano II.

En la segunda parte de su reflexión, Benedicto XVI comenta “tres textos que aportan luz a la noción cristiana del sacerdocio” (p. 52-71). “Salmo 16, 5-6”, empleado para el ingreso en el estado clerical antes del concilio: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano...”. Escribe: “lo que el salmo indica en el Antiguo Testamento es también lo que indica en la Iglesia: la admisión a la comunidad sacerdotal” (p. 53). ¡Qué lamentable argumentación en un gran teólogo! En el Nuevo Testamento la “comunidad sacerdotal” es la Iglesia (1Pe 2,9; Ap 1,6; 5,10). En este “salmo de confianza” individual, un creyente manifiesta su confianza en el Señor que le llena de alegría. Los otros dos textos (Deut 10,8; 18,5-8; y Jn 17,17-18) iluminan el sacerdocio común cristiano. El Papa emérito lo aplica sólo al sacerdocio ministerial, como si fuera la única participación sacerdotal.

La segunda parte del libro, escrita por el cardenal Robert Sarah, es “Amar hasta el fin. Una mirada eclesiológica y pastoral sobre el celibato”. Cien páginas (73-173), fruto “de la mucha precipitación y mucho nerviosismo en torno al sínodo de la Amazonía. Mi corazón de obispo está inquieto. He recibido a muchos sacerdotes desorientados, agitados y heridos en lo más profundo de su vida espiritual por el feroz cuestionamiento de la doctrina de la Iglesia” (p.76). No se cuestiona la “doctrina de la Iglesia”. “Es una cuestión de disciplina, no de fe. Se puede cambiar” (“Conversaciones con Jorge Bergoglio”. Ediciones B. 2013).

Los argumentos en favor de la obligatoriedad legal del celibato clerical están centrados en tres apartados. El celibato opcional es “una catástrofe pastoral” (pp. 79-95), lleva a “una confusión eclesiológica” (pp. 95-126) y supone “una visión enturbiada del sacerdocio (pp. 126-163). He tratado de responder a estos argumentos desde la verdad y libertad del Evangelio. No mantener la verdad y libertad evangélicas, sacralizando tradiciones humanas, es lo que ha causado “catástrofe pastoral”, “confusión eclesiológica” y “visión enturbiada del sacerdocio”. Catástrofe inmensa es que más de cien mil presbíteros y obispos renuncien al ministerio. La inmensa mayoría quiere ejercer el ministerio sin celibato. Sigue la sangría lenta, mantenida en secreto, la falta de vocaciones y el abandono de muchas comunidades.

1. Los argumentos en torno a la catástrofe pastoral son sencillamente falsos. Decir que “el sacerdocio es una entrada ontológica en el `sí´ de Cristo sacerdote” tiene sentido para todo bautizado: “linaje elegido, sacerdocio real, nación santa...” (1Pe 2,9). Jesús “nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre” (Ap 1,6). El celibato sacerdotal no es una “urgencia pastoral y misionera”.Una comunidad cristiana comprende al sacerdote, casado o célibe, preparado y animado por la “caridad pastoral”. Nadie demuestra que “el celibato sacerdotal obligatorio se apoye en una tradición recibida de los Apóstoles”.

2. La “confusión eclesiológica” está en la mente del cardenal Sarah. “A la luz del Vaticano II”, del “sacramento del Orden y del Matrimonio”, del “lugar de la mujer en la Iglesia” y del “Bautismo” no ocurre tal “confusión”. Cierto que la situación actual supone un “importante desafío eclesiológico” para restaurar la Iglesia y devolverla a su origen.

Signo de la gran confusión del cardenal son esta aberrantes afirmaciones:

“El celibato sacerdotal es necesario para la identidad de la Iglesia...Revela la esencia misma del sacerdocio... Sudebilitamiento hace que se tambalee el edificio eclesial...”.

“Sin la presencia del sacerdote célibe la Iglesia no puede ser consciente de que es la esposa de Cristo”. La Iglesia Oriental ¿no es “consciente de ser esposa de Cristo”? 

“Se puede afirmar que la Iglesia ya no se comprendería a sí misma si dejara de ser amada plenamente por los sacerdotes célibes, que representan sacramentalmente a Cristo-Esposo”.

“El gobierno de la Iglesia es un servicio de amor del esposo a la esposa... Sólo pueden asumirlo hombres identificados con Cristo-Esposo y servidor por su condición sacerdotal”.

El papel de la mujer “consiste en recordar con firmeza la necesidad de la santidad”. “La relevancia de la especificidad femenina es ajena a unos `ministerios´, que serían creaciones arbitrarias y sin futuro”. El deseo de ordenar diaconisas “es fruto de una mentalidad nacida de un falso feminismo que niega la identidad de las mujeres. ¡A las mujeres hay que asignarles todo su lugar de mujeres, y no concederles un poquito del lugar de los hombres”.     

3. Ordenar hombres casados no “enturbia el modo de entender el sacerdocio”. Lo que enturbia es la falsa noción del sacerdocio: “hay un vínculo ontológico-sacramental entre el sacerdocio y el celibato”. Respetar la voluntad de Jesús supone respetar el celibato y el ministerio tal como los da el Espíritu: juntos o separados. Comunidad y dirigentes deben discernirlos, no vincularlos por ley. Ordenar hombres casados no “es una brecha, una herida infligida a la coherencia del sacerdocio...”. Es respetar los carismas del Espíritu.

Comparto que “el sacerdocio atraviesa una crisis”. Yque “las crisis se han superado siempre regresando a la radicalidad del Evangelio”. Así aparece en el llamado concilio de Jerusalén: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables” (He 15,28). Si el Evangelio no exige celibato para ningún ministerio, deroguemos esta ley no evangélica, y “volvamos a la radicalidad del Evangelio”, a su verdad. El celibato sólo puede ser opcional para todo cristiano y para todo servicio o ministerio. La conclusión del cardenal Sarah es contraria, porque su noción del sacerdocio incluye el celibato, de acuerdo con la tesis de Benedicto XVI. La “conciencia colectiva de Israel” cree incompatibles culto y sexo. “La abstinencia sexual, en los periodos en los que ejercían el culto y, por tanto, estaban en contacto con el misterio divino, era obligatoria. Sacerdocio y culto, purificados por el Espíritu de Jesús, siguen en pie en los ministerios fundamentales de la comunidad de Jesús". Tesis superadas claramente por el Vaticano II y la teología católica en su conjunto.

Leganés (Madrid), 28 de mayo de 2021

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