Este proceder de José debía ser modelo para todo ser humano: hay que acoger a toda persona que llega a este mundo SAN JOSÉ (19.03.2020): hizo lo que le mandó el Amor, “el ángel del Señor”

Respeto y cuidado de todas las vocaciones al ministerio eclesial

Comentario: “José hizo lo que le había mandado el ángel” (Mt 1, 16.18-21.24a)

Mateo nos cuenta el origen de Jesús de esta manera: “María, su madre, estaba desposada con José, y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo” (v. 18). Es la fe de las primeras comunidades: la encarnación de Jesús es obra del Espíritu Santo. Pero no en el sentido de que el Espíritu divino sea “padre o principio generante”. El Espíritu de Dios es la fuerza, el poder divino, que hace que el Hijo de Dios se encarne en las entrañas de María. El hijo de María es la humanización de Dios. O, dicho de otro modo, en el hijo de María, Dios se ha hecho hombre, carne, ha asumido nuestra naturaleza humana, nuestra debilidad.

Al darse cuenta José del embarazo de su prometida, “como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado” (v. 19). “Justo” es observante de la ley, fiel cumplidor de la voluntad de Dios, expresada en la ley. Es contradictorio “justo” y “no querer difamarla”. Quizá María confiara a José el secreto misterioso del embarazo, la Encarnación. Pero José no tendría claro cuál era su papel. Por ello “decidió (aoristo ingresivo: “empezó a considerar”) repudiarla en privado”. La “justicia” de José sería “santo temor” ante la intervención divina. Si Dios anda por medio, mejor es echarse a un lado. No hacer daño directo a María a quien no consideraba responsable, pero no cargar con una responsabilidad ajena. Evitaba así las consecuencias de la denuncia pública: “si se descubre que la joven no era virgen, sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la lapidarán hasta que muera...” (Deut 22, 20-21).

José, si hubiera sido cumplidor de la ley, hubiera denunciado a María, pero, con “una justicia mayor” (Mt 5,20), es decir, desde el Amor gratuito, no sólo “no quiso difamarla”, sino que en sueños “un ángel del Señor” le inspiró que el Hijo de María “viene del Espíritu Santo”, es Hijo del Amor. Dios “en sueños le dijo: José, hijo de David, no tema acoger a María, tu mujer, por la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. José es “Hijo de David”, título mesiánico que Jesús nunca rehusó. No podrá elegir el nombre, pero “le pondrás por nombre Jesús”, haciendo las veces de padre. Movido por el Espíritu del Amor, acoge a María como esposa y legaliza la paternidad dando estatuto histórico de descendencia davídica. Este proceder de José debía ser modelo para todo ser humano: hay que acoger a toda persona que llega a este mundo. Para Jesús, todo ser humano es un envío del Amor, es un vicario suyo. Acogerlo es acogerlo a él. Abandonarlo es abandonarle a él.   

Oración: “José hizo lo que le había mandado el ángel” (Mt 1, 16.18-21.24a)

En la vida, Jesús, hay conflictos entre la Ley y el Amor:

  1. María, divorciada, se vino a Madrid al calor de su familia:

su marido la había abandonado por otra mujer. 

Años más tarde, conoce a José, se enamoran y deciden vivir juntos.

María acude semanalmente a la eucaristía y desea comulgar.

Le dicen que no comulgue, si vive maritalmente con su hombre.

Ha llegado a dejarle algún tiempo, y a veces se negó a la intimidad.

José, desilusionado, deprimido, busca refugio en la bebida.

El amor de María le aparta de la depresión y la bebida.

“¿Es Jesús incompatible con mi amor?”, se pregunta María.

(Caso de mi experiencia pastoral).

  1. El obispado de Oviedo aparta del ministerio a un sacerdote:

el tener un hijo, le dicen, no es determinante...;

lo decisivo es tener una relación estable con una mujer.

La decisión, según ha confirmado el Vicario de la diócesis,

se tomó de acuerdo con el sacerdote,

“que es una persona muy buena, honrada y coherente.

Se buscó la salida que pudiera ser más favorable para todos”.

La decisión estuvo, en último término, en manos del sacerdote:

tuvo que elegir entre su vocación religiosa y su relación afectiva,

entre la Iglesia y la familia...

“Hay unas leyes, dice el Vicario, una decisión libre de aceptar el celibato,

que por lo que sea este sacerdote no ha podido mantener”. 

(La Nueva España. Domingo 16 septiembre 2007. Religión Digital).

¿No es el amor de María de Madrid el “ángel del Señor”

que le dice que no abandone a José, que comparta con él la vida?

¿Se les impone la “ley de la continencia” por haber fracasado en el matrimonio?

¿Para comulgar hay necesidad de deprimir o hundir a José?

El sacerdote asturiano “persona muy buena, honrada y coherente”:

¿tiene que abandonar su vocación, “su voz de Dios”,

por “la relación afectiva”, “voz de Dios” también?

Si viviera en la parte oriental de la Iglesia católica, no habría problema.

Allí Dios llama al sacerdocio y al matrimonio.

Aquí Dios lo tiene prohibido: “hay unas leyes...”, que atan a Dios mismo.

“Se buscó la salida que pudiera ser más favorable para todos”:

¿También para Ti, Cristo resucitado, libre,

que sigues llamando: “venid conmigo”?

“Nos preguntamos y preguntamos a los responsables en la Iglesia:

¿algún ser humano, cualquiera sea el puesto que ocupe en la Iglesia,

puede arrogarse la facultad de dictar al Espíritu de Dios

los canales y condiciones en y por los cuales ha de actuar?

¿Pueden el Papa y obispos, atribuirse la potestad para decir a una persona:

`Puede que Dios te haya dado los talentos, el carisma, la vocación...,

pero como eres mujer, como estás casado o piensas casarte,

nosotros no te admitimos; de nada te sirve tu carisma´?

Alguien se pone allí sobre el trono de Dios”

(RD 01.10.2007. Somos Iglesia de Andalucía).

Cristo del amor, creo que lo mejor es hacer como José:

inspirarse en el amor gratuito de Dios;

amor concreto a cada persona en su historia;

amor que sólo busca el bien de sus criaturas.

José desobedeció la ley:  

por amor no denunció la posible debilidad de su mujer;

el amor, “ángel del Señor”, no le dejó “repudiarla en privado”;

el amor le inspiró hacerse cargo de la madre y del niño,

porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.

Ayúdanos, Cristo, a dejarnos guiar por el Espíritu:

que nos ilumine para reconocer tu voluntad;

que nos impulse a realizar la verdad, la vida, la paz, la libertad, el amor.

Estos dones “vienen del Espíritu Santo”.

Preces de los Fieles (SAN JOSE 19-03-2020)

San José, educador, junto con María, de Jesús, es el patrono de las vocaciones al ministerio “ordenado”. Tradicionalmente se viene celebrando en esta fiesta el Día del Seminario. Oremos por las vocaciones al ministerio ordenado diciendo: “danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por la Iglesia:

- que sus servidores sean personas “llenas de Espíritu y sabiduría” (He 6,3);

- que haya libertad en las propias comunidades para elegirlas.

Roguemos al Señor: “danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por quienes presiden la Iglesia: Papa, obispos, presbíteros...:

- que el amor pastoral de Jesús dé unidad a su vida;

- que, como san José, se dejen llevar por el amor más que por la ley.

Roguemos al Señor: danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por las intenciones del Papa (Marzo 2020):

- que “los católicos en China perseveren en la fidelidad al Evangelio

y crezca en unidad.

Roguemos al Señor: danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por las vocaciones al servicio de las comunidades:

- que escuchen la voz del Amor para aceptar responsabilidades;

- que el celibato sea opcional para el ministerio en toda la Iglesia.

Roguemos al Señor: “danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por los seminarios:

- que sus formadores estén abiertos al pluralismo eclesial;

- que los profesores sean más amigos de la verdad que de la ley.

Roguemos al Señor: “danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por nuestra parroquia, comunidad, grupo...:

- que reconozcamos y valoremos los diversos carismas recibidos;

- que tengamos libertad para corregirnos mutuamente con amor.

Roguemos al Señor: “danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Por esta celebración:

- que, como san José, nos dejemos llevar del Espíritu de amor;

- que la comunión con Jesús enciendan nuestro amor por los hermanos.

Roguemos al Señor: danos, Señor, sacerdotes llenos de tu Espíritu.

Bendice, Señor, nuestra comunidad. Bendice a todos los que nos sirven: obispos, presbíteros, diáconos, catequistas, agentes de Cáritas, visitadores de enfermos, cuidadores de la liturgia, cantores del coro, educadores juveniles... Que todos estén guiados por tu amor pastoral, por tu Espíritu, que nos alienta siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 19 marzo 2020.

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