"Es la oración por excelencia", pero "puede convertirse en rezo rutinario" "Padre Nuestro"

"Del Padrenuestro se ha dicho todo. Es la oración por excelencia. El mejor regalo que nos ha dejado Jesús. La invocación más sublime a Dios. Y, sin embargo, repetida una y otra vez por los cristianos puede convertirse en rezo rutinario"
"Es bueno que nos detengamos de vez en cuando a reflexionar sobre esta oración en la que se encierra toda la vida de Jesús. Pronto nos daremos cuenta de que solo la podemos rezar si vivimos con su Espíritu"
Del Padrenuestro se ha dicho todo. Es la oración por excelencia. El mejor regalo que nos ha dejado Jesús. La invocación más sublime a Dios. Y, sin embargo, repetida una y otra vez por los cristianos puede convertirse en rezo rutinario, palabras que se repiten mecánicamente sin elevar el corazón a Dios.
Por eso es bueno que nos detengamos de vez en cuando a reflexionar sobre esta oración en la que se encierra toda la vida de Jesús. Pronto nos daremos cuenta de que solo la podemos rezar si vivimos con su Espíritu.
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«Padre nuestro». Es el primer grito que brota del corazón humano cuando vive habitado no por el temor a Dios, sino por una confianza plena en su amor creador. Un grito en plural al que es Padre de todos. Una invocación que nos arraiga en la fraternidad universal y nos hace responsables ante todos los demás.
«Santificado sea tu Nombre». Esta primera petición no es una más. Es el alma de toda esta oración de Jesús, su aspiración suprema. Que el «nombre» de Dios, es decir, su misterio insondable, su amor y su fuerza salvadora se manifiesten en toda su gloria y su poder. Y esto dicho no en actitud pasiva, sino desde el compromiso de colaborar con nuestra propia vida a esa aspiración de Jesús.

«Venga tu reino». Que no reinen en el mundo la violencia y el odio destructor. Que reine Dios y su justicia. Que no reine el Primer Mundo sobre el Tercero, los europeos sobre los africanos, los poderosos sobre los débiles. Que no domine el varón a la mujer, ni el rico al pobre. Que se adueñe del mundo la verdad. Que se abran caminos a la paz, al perdón y a la verdadera liberación.
«Hágase tu voluntad». Que no encuentre tanto obstáculo y resistencia en nosotros. Que la humanidad entera obedezca a la llamada de Dios, que desde el fondo de la vida invita al ser humano a su verdadera salvación. Que mi vida sea hoy mismo búsqueda de esa voluntad de Dios.

«Danos el pan de cada día». El pan y lo que necesitamos para vivir de manera digna, no solo nosotros, sino todos los hombres y mujeres de la Tierra. Y esto dicho no desde el egoísmo acaparador o el consumismo irresponsable, sino desde la voluntad de compartir más lo nuestro con los necesitados.
«Perdónanos». El mundo necesita el perdón de Dios. Los seres humanos solo podemos vivir pidiendo perdón y perdonando. Quien renuncia a la venganza desde una actitud abierta al perdón se asemeja a Dios, el Padre bueno y perdonador.
«No nos dejes caer en la tentación». No se trata de las pequeñas tentaciones de cada día, sino de la gran tentación de abandonar a Dios, olvidar el Evangelio de Jesús y seguir un camino errado. Este grito de socorro queda resonando en nuestra vida. Dios está con nosotros frente a todo mal.
17 Tiempo ordinario – C (Lucas 11,1-13)
Evangelio del 27 de julio de 2025
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