EL P. PERYGUÈRE: MÍSTICO Y HOMBRE DE ACCIÓN

Jean Marie Peyriguère nació el 28 de septiembre de 1883 en Trébons, al pie de los Pirineos, en un modesto hogar de obreros, hijo de padre carpintero y madre empleada de hogar. Pasa su juventud en la comarca de Burdeos. Fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1906, con dispensa de edad, porque solo tenía veintitrés años. Nombrado profesor en la escuela Gratry de Bordeaux, en julio de 1909 obtiene la licenciatura en Letras. Enviado al Instituto católico de Paris prepara la tesis doctoral en teología sobre san Bernardo y el movimiento místico del siglo XII. Allí se relaciona con personajes reconocidos en el ámbito católico como lo eran François Mauriac, André Lafond, y André Lamandé.

Camillero durante la Iª guerra mundial (1914-1919). Crea entre los soldados una asociación católica con el nombre de “los amigos de Cristo”. El ejército le concedió la cruz de guerra y cuatro condecoraciones más por sus heridas y valentía.

La lectura de la biografía de Carlos de Foucauld del escritor René Bazin le impacta grandemente. Como consecuencia de este descubrimiento espiritual pide al arzobispo de Cartago permiso para vestir el mismo hábito que Carlos de Foucauld y vivir como ermitaño atendiendo al tiempo sus parroquias en su oficio de párroco. Los acontecimientos se precipitan cuando el P. de Chatouville, padre blanco originario de Bordeaux, le propone vivir juntos el ideal de Carlos de Foucauld en una ermita del Sahara. En junio de 1926, se instala en La Daya, un pequeño oasis cerca de Ghardaia (Argelia).

El desierto del Sahara pone a prueba su salud. En septiembre abandona La Daya, dejando solo a su compañero en la recién estrenada experiencia para regresar a Francia en julio de 1927. La falta de salud y el mal entendimiento con el P. de Chatouville, estricto y exigente en el cumplimiento del reglamento de 1899, le hicieron tomar un nuevo camino espiritual a la luz de la carta de Carlos de Foucauld, de 13 de mayo de 1911, donde el eremita presentaba una concepción más abierta del ideal misionero.

Viaja a Marruecos e inmediatamente se declara una gran epidemia de tifus. El 6 de marzo de 1928 el padre Peyriguère enferma y es transportado al hospital de Mogador (actualmente Essaouira) donde luchará diez días entre la vida y la muerte. El hermano Pierre muere el 9 del mismo mes. Superada la enfermedad, en los días de recuperación, acompaña al vicario apostólico para impartir el sacramento de la confirmación por toda la diócesis. En julio de 1928 se queda a vivir en Khénifra donde una familia francesa le llevará a El-Kbab, pueblo de montaña situado a unos treinta kilómetros al sur de Khénifra. El pueblo le cautiva. Se instala en el lugar el 16 de julio de 1928.

Enamorado del pueblo bereber ocupa su tiempo en conocer su lengua y su cultura, a orar y estudiar, además de atender a los enfermos en un dispensario lleno de pobres y gentes humildes. El 26 de abril de 1959 muere en total soledad, en el hospital de Casablanca. Las exequias son presididas por el arzobispo de Rabat, Mons. M. Lefebvre, el martes 28 de abril en la iglesia de Notrê – Dame de Lourdes en Casablanca.

Un joven bereber pronunció en sus exequias esta oración fúnebre que muestra la percepción del otro diferente:
«El Marabut no tenía mujer ni hijo, / todos los pobres eran su familia, /todos los hombres sus hermanos…
Dio de comer a quienes tenían hambre. / Vistió a los que estaban sin vestido. / Cuidó a los enfermos, / defendió a los tratados injustamente, /acogió a los que carecían de casa.
Todos los pobres eran su familia. / Todos los hombres sus hermanos. / ¡Séale Dios Misericordioso!»

El joven musulmán, sin saberlo, hizo un cántico a la vida del P. Peryguère a la luz del conocido texto de san Mateo 25.

De mucho provecho será acudir a uno de nuestros boletines dedicados en su día al místico, seguidor de Carlos de Foucauld: FAMILIAS CARLOS DE FOUCAULD, “Albert Peryguère. Conducido por el Espíritu” Boletín Iesus Caritas Época V, 22 (1980).

En una frase podemos glosar y resumir la vida espiritual y apostólica del P. Peryguère: «¡Oh Dios mío: cuántos apóstoles para hablar de Cristo, tal vez bastante pocos para vivir a Cristo… Mostrar a Cristo ante el islam y mostrar su ternura
MANUEL POZO OLLER
Director