Cuidar la Casa Común (III) El mito del progreso científico

El mito del progreso científico
El mito del progreso científico

Este tercer artículo, versará sobre uno de las paradojas clave del siglo XXI, como es el mito del progreso apoyándose en la ciencia y en la técnica.

En esta encíclica, el Papa Francisco cuestiona claramente el modelo de pensamiento que domina con mano de hierro la humanidad del siglo xxi: el mito moderno del progreso, basado en el poder único de la Razón, apoyada en la ciencia y en la técnica. Este mito surgió en el Occidente cristiano en una época a caballo de la Edad Media y el Renacimiento. En la LS,101 el Papa afirma: «No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica. Hay un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla. ¿Por qué no podemos detenernos a pensarlo? En esta reflexión [Laudato Si] propongo que nos concentremos en el paradigma tecnocrático dominante y en el lugar del ser humano y de su acción en el mundo». El Papa llama la atención sobre el poder desbocado de la tecnología que se ha escapado hace ya tiempo de las manos del hombre-aprendiz de brujo, debido a su egoismo, a su individualismo, a su arrogancia y sobre todo, debido al pecado original que seguimos arrastrando desde nuestros orígenes: la no acceptación de la condición humana, es decir, el querer convertirnos en Dios (en vez de convertirnos a Él), suplantando – matando, si es necesario– a Dios mismo. El problema es que este paradigma ya es homogeneo y excluyente (LS,106).

En palabras de Francisco, «El problema fundamental es otro más profundo todavía: el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. En él se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso lógico-racional, abarca y así posee el objeto que se halla afuera. Ese sujeto se despliega en el establecimiento del método científico con su experimentación, que ya es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación. Es como si el sujeto se hallara frente a lo informe totalmente disponible para su manipulación. La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano.

En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados. De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite. Es el presupuesto falso de que «existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos».

He aquí perfectamente retratado el mito del progreso en el cual vivimos todos (tan bien, por otro lado) instalados. La Razón y sus hijas, la ciencia y la técnica, pretenden que nada quede fuera de su rígida lógica, no para servir de ayuda o de promoción del bienestar (nos podríamos preguntas si la humanidad es ahora más feliz que antes de la  Revolució Industrial), sino para dominar el mundo y controlarlo. Esta es la causa invisible y profunda que está acabando con nosotros y con nuestra casa común. Hasta que no tomemos consciencia que desde hace siglos vivimos en un sistema funesto no podremos hacer nada.

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