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La APM, García de Cortázar o Rozalén, premios Bravo 2020
Juan del Río nos dejó hace unos meses. Como presidente de la Comisión de Medios, fue él el encargado de firmar los Premios Bravo 2020, antes de fallecer, víctima de esta maldita pandemia. El recuerdo del obispo-periodista estuvo presente durante toda la celebración, enmarcada por las medidas de seguridad y aforo derivadas de la actual situación.
Su sucesor, Lorca Planes, junto al nuncio, el portavoz Argüello, Cristau, Munilla o Taltavull acudieron a la entrega en la sede de la Plenaria. En su discurso, el obispo de Cartagena-Murcia quiso hacer memoria de “la amabilidad, audacia y buen hacer en el mundo de la comunicación” de Del Río, y para reclamar, como tantas veces hizo él, un “apoyo social para que los medios puedan seguir llevando a cabo su tarea, ahora y en el futuro”.
Los premios, prosiguió el prelado, muestran tres miradas imprescindibles: la mirada de la historia, para aprender de ella; la mirada al presente; y la mirada al futuro, para abrir ventanas de esperanza e ilusión. Porque “la libertad debe ser protegida frente a los que quieren usurpar su misión, bien estableciendo una verdad única, bien etiquetando a periodistas que buscan la verdad y ofrecerla a los demás”.
Más aún en tiempos de pandemia, que “ha dado la vuelta a nuestra sociedad”. “En ella, habéis puesto de manifiesto el valor y la grandeza, y señalado las incoherencias, confusión y errores, en los que algunos, lamentablemente, hemos participado”, recalcó Lorca, asumiendo el ‘mea culpa’ por su vacunación irregular. “Señalando aciertos y errores, señaláis los caminos que hay que seguir”.
El obispo admitió la “dificultad creciente” de los medios para contar la verdad “en medio de un mundo de negacionistas” y de poderes e intereses económicos espúreos, que quieren “conceder certificados de veracidad”. Los periodistas luchan en su contra, aunque les cueste la vida, como a “David Beriaín y Roberto Fraile, caídos en acto de servicio hacia nosotros mismos”.
“Sin periodismo no hay democracia, tampoco hay convivencia”, recalcó el obispo, quien reclamó que la comunicación sirva para “unir a las personas, facilitar relaciones, difundir conocimientos, señalar los caminos de la convivencia”. Porque “el mundo solo avanza cuando todos caminamos juntos y en la misma dirección”.
En nombre de todos los premiados, Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, premio especial en su 125 aniversario. “Verdad y libertad son valores que compartimos y defendemos. Pero no corren tiempos buenos para esos valores”, apuntó, denunciando cómo “el coronavirus nos ha sometido a una verdadera tormenta de noticias falsas, y cortinas de humo que no nos hemos cansado de denunciar”
“La verdad merece la pena”, señalaba una reciente campaña de The New York Times. “Hay que luchar por ella. No es una simple colección de hechos, es una herramienta fundamental. La verdad es el oxígeno de la democracia, y sin periodismo no hay democracia”, recalcó Antonio Caño, quien lamentó la “multicrisis de la profesión periodística”, antes de dedicar el premio al recordado Manuel de Unciti, compañero y amigo de profesión. “Manolo, es tu tercer premio Bravo”.
Por su parte, García de Cortázar, visiblemente emocionado, agradeció el galardón de prensa. “He podido cumplir el deseo de hacer público el mensaje religioso, sobre todo en un momento de liquidez cultural, en el que tenemos que hablar no solo a los que comparten nuestra fe, sino también a los cristianos culturales que ven en el Cristianismo y hecho civilizatorio cuyas convicciones necesita este mundo”.
También habló Rozalén, quien reveló que “empecé a cantar públicamente porque el párroco de mi pueblo me dijo que no podía tener un discurso sobre un mundo más justo, y que Dios me hubiera dado un don, y quedármelo para mí. Me echó tal sermón y se lo agradezco tanto…”, señaló la cantante, quien dedicó el premio a su familia. “Es muy importante”, apuntó. Su padre, sacerdote casado, seguía la ceremonia on line.
El jurado que concede anualmente estos galardones, fue constituido en Madrid el pasado 3 de diciembre. Con estos galardones se reconoce «por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos” (Normas, art. 2).
A la vista de las candidaturas presentadas y de los méritos reseñados, el Jurado ha decidido otorgar los siguientes Premios ¡Bravo!:
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