"Ante el grito de los pobres no podemos permanecer indiferentes" La protesta indígena en Ecuador clama por soluciones que superen siglos de injusticia y exclusión

Protesta indígena en Ecuador
Protesta indígena en Ecuador

Reflexión sobre cómo sigue agravándose la situación en Ecuador, la represión aumenta y afecta no solo a los pueblos indígenas, sino también a todos los sectores populares

La falta de diálogo y la prepotencia por parte del Gobierno no permite ver una solución a corto plazo. Por eso es que "La protesta indígena clama por soluciones que superen siglos de injusticia y exclusión. La represión es ciega y agrava los conflictos"

"El amor de Cristo que se hace carne en el amor a los pobres, entendido como: el cuidado de los enfermos; la lucha contra la esclavitud, la defensa de las mujeres que sufren exclusión y violencia; el derecho a la educación; el acompañamiento a los migrantes, en la limosna que 'es justicia restaurada, no un gesto de paternalismo'" (Dilexi Te- León XIV)

El mensaje de Cristo integra un compromiso activo y preferencial por los pobres. “cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo, 25,40). En el Ecuador, los indígenas son los más pobres y excluidos de la sociedad. Entre ellos, la pobreza alcanza el 70%, duplicando la media nacional. Las cifras sobre educación, analfabetismo, desnutrición infantil y empleo confirman un cuadro lacerante heredado desde la Colonia, sin que ningún gobierno haya logrado superar esta lacra social. “El afecto por el Señor se une al afecto por los pobres”. 

Creemos. Crecemos. Contigo

El Señor escucha con claridadel grito de los pobres, contempla su realidad con dolor y angustia y los acompaña diariamente en su peregrinar. La Palabra de Dios lo confirma: Él siempre ha estado junto al pueblo.  En la revelación a Moisés junto a la zarza ardiente, declara con firmeza “He visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. [..] Por eso he bajado a librarlo» ( Ex 3,7-8.10). Dios siempre ha estado atento a la vida del pueblo, solícito hacia la necesidad de los pobres: «clamaron al Señor, y él hizo surgir un salvador» ( Jc 3,15).

Como cristianos, debemos no solo escuchar el grito fuerte de los pobres, sino identificarnos con él, vivirlo con la misma ternura, compasión y compromiso con que Dios vive y siente esas necesidades. Nunca podemos permanecer indiferentes o mirar hacia otro lado. Si somos apáticos, si despreciamos, si invisibilizamos a los pobres, simplemente estamos negando nuestra humanidad y alejándonos del amor de Dios. 

"El grito de los pobres interpela permanentemente nuestra vida, nuestra sociedad, nuestro sistema político, económico, cultural y ambiental, e inclusive a la Iglesia"

El grito de los pobres, aunque no lo sientan o lo ignoren, interpela permanentemente nuestra vida, nuestra sociedad, nuestro sistema político, económico, cultural y ambiental, e inclusive a la Iglesia. Los pobres caminan por la vida privados de todo, inclusive de la posibilidad de hablar, sin oportunidades. Su grito es potente pero casi nadie quiere oírlo, aunque ese grito taladre la vida. En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo.

Los pobres tienen muchos rostros. No se trata de un solo fenómeno, sino de una realidad completa con múltiples formas y manifestaciones: “aquella de los que no tienen medios de sustento material, la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades, la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad” (Dilexi te 9). Allí están, aunque nos empeñemos en ignorarlos. Ellos son los descartados. El desafecto por los pobres es también desafecto por el Señor.

Indígenas de Ecuador a paro indefinido por alza al diésel – DW – 19/09/2025

Los pobres no son parte del “paisaje social”, tampoco son pobres porque son vagos y no trabajan, la pobreza es consecuencia de causas estructurales, fraguadas a través de la historia, de un sistema que ha cultivado la inequidad, la injusticia, la desigualdad y la exclusión, negándoles educación, salud y oportunidades.   

"No podemos bajar la guardia frente a la pobreza"

Cuando los pobres están callados, sin incomodar al sistema, sin cuestionar al poder, se les llama “gentecita” tranquila, humilde, sencilla. Pero cuando sacan a la calle su pobreza y la exponen a la sociedad, reclaman justicia, incomodan a unos y a otros les son indiferentes, al fin y al cabo “no es su problema”. Entonces, a los ojos del poder, dejan de ser humildes: se vuelven “problemáticos”, “delincuentes”, “terroristas”. Sin embargo, ellos no buscan acumular riqueza ni dominar a nadie; lo que reclaman es dignidad: su lucha es por extinguir la marginación, la exclusión, el hambre y la pobreza, por alcanzar trabajo, salud, educación, buen trato. Por eso, no podemos bajar la guardia frente a la pobreza. Esta allí, viva, interpelándonos, exigiendo atención y solución urgente.

La protesta indígena clama por soluciones que superen siglos de injusticia y exclusión. La represión es ciega y agrava los conflictos, y las dádivas limitadas son apenas una gota de agua en el desierto.

Volver arriba