Salva reverentia, nego maiorem, ostende suppositum Cuestionar las premisas: ¿De broma o de veras?

Los cinco cardenales de las nuevas 'dubia' contra el Papa
Los cinco cardenales de las nuevas 'dubia' contra el Papa RD

~Evolución de doctrinas: tema estrella de Vaticano II, Reforma y Sinodalidad~

"Todo eso está dicho por no reconocer la evolución de las doctrinas, la ley de gradualidad, ni la reforma de la teología de la Revelación, que tan bien nos explicaba en su comentario a la Dei Verbum el biblista Alonso Shökel, gran figura de la exégesis y hermenéutica en nuestro país"

No le convencería esto a Ratzinger, que leía el Vaticano II en términos de mera ”renovación”, pero nunca de “reforma”

 ¿Cómo responder a los dubia? ¿Como quieren sus defensores, con “sí” o “no”?

 ¿Como querríamos, a veces, sus objetores, con protestas por su presunto fundamentalismo?

 ¿O como hace con delicadeza, educación y humildad el Papa Francisco, utilizando el mismo lenguaje de ellos, según el paradigma clásico preconciliar (objetivo-subjetivo etc), para que no sospechen de su ortodoxia?

 ¿O con la habilidad para “redargüir” que maneja competentemente el Prefecto de CDF, Víctor Fernández?

 ¿O como recomendó el teólogo González Faus, argumentando sin crispación, e invitándonos a sumarnos a esa reflexión compartida?

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Libro de Díez Alegría

 Permítaseme hacerlo a la vez en serio y en broma. En serio, para cuestionar la premisa mayor de todas sus preguntas. En broma, para desactivar posibles heridas a la sensibilidad ortodoxa de personas a las que reconozco que son muy coherentes y honestas al mantener la lógica del paradigma de pensamiento desde el que hablan (el problema es que no asumirán la necesidad del cambio de paradigma en la evolución de las doctrinas...)

 El chiste es malísimo, pero atina. Lo contaba el teólogo Díez Alegría, cuando contar ese chiste en Chamartín conllevaba riesgo de exilio a Roma.

 Un obispo nacional-católico le propina un silogismo: “Todo el que no defienda la propiedad privada cae por la pendiente resbaladiza del comunismo. Usted no la defiende bien en sus clases. Ergo... condenado por comunista y antifranquista”.

 Alegría sonríe: Perdone se lo diré en latín: salva reverentia, nego maiorem, ostende suppositum (con el debido respeto, niego la premisa mayor, muestre sus premisas)...  Ríe el alumnado y comenta el magister: “Lo cierto es aquel obispo no pudo demostrar sus premisas... pero en otro sentido, sí las mostró, porque se quedó, como dirían en mi tierra “con el suppositum al aire y de cara al sol”.

 Pues ahora déjenme jugar con la disputa escolástica para cuestionar en broma algo tan tremendamente serio como las premisas del “otro paradigma” de los dubia.

Gays

 La escena tiene lugar en una comunidad de mentalidad postridentina. Se defiende una tesis de quaestio disputata contra LGBT. Defiende Fortunata contra Sisebuto y Restituto.

 Arguye Fortunata así.

 Premisa mayor: Todos los actos de relación íntima entre personas del mismo sexo son intrínsecamente malos en cualquier circunstancia sin parvedad de materia.

 Premisa menor: Sisebuto y Restituto son del mismo sexo y están casados según la ley progresista de este país.

 Consecuencia: Ergo, Sisebuto y Restituto están condenados sin remisión.

 Sisebuto responde:

Reconozco tu premisa mayor porque soy tan ortodoxo como tú

 Pero sobre tu premisa menor, distingo:

si Restituto y yo tuviéramos esa clase de relación, concedo.

 Pero si no es así, niego.

 Y pruebo que no es así porque Restituto y yo somos devotos de san Juan Pablo II, el Fuerte, y vivimos como hermano y hermana, y al acostarnos ponemos una tabla en medio...

Gays

(Obviamente el autor de esta ficción no puede estar de acuerdo, ni con Sisebuto ni con la atribución de esa escapatoria a Juan Pablo... aunque los que citan el n.84 de Familiaris consortio –como hace el obispo Munilla- saben de qué va la cosa...)

 Otra versión de semejante disputa, pero esta vez Sisebuto niega la premisa mayor:

 Arguye Fortunata:

 Premisa mayor: Todos los actos de relación íntima entre personas del mismo sexo son intrínsecamente malos en cualquier circunstancia sin parvedad de materia.

 Premisa menor: No me creo lo de “como hermano y hermana”, ni siquiera aunque me digan que cuando quitan la tabla, van después a confesarse, que eso es no tener propósito de enmienda y no se les puede absolver.

 Consecuencia; Ergo, siguen estando condenados sin remisión.

 Responde Sisebuto: No tenías que molestarte en justificar la premisa menor. Desde el principio y, con perdón, salva reverentia, nego maiorem, niego la premisa mayor. No se puede decir eso, aunque lo digas citando el catecismo, la CDF ratzingeriana o la encíclica Veritatis splendor. Todo eso está dicho por no reconocer la evolución de las doctrinas, la ley de gradualidad, ni la reforma de la teología de la Revelación, que tan bien nos explicaba en su comentario a la Dei Verbum el biblista Alonso Shökel, gran figura de la exégesis y hermenéutica en nuestro país. Repito, niego la premisa mayor.

Cardenales de los Dubia

 Fortunata se altera: No puedes decir eso, caerías en herejía.

 Sisebuto insiste: “Pruébalo, muestra las premisas, los presupuestos de tu argumentación, ostende supposita, muestra tu suppositum! Muéstralo de una vez!”

Fortunata, azorada, le espeta: “¡Guarro!” ¡Eso no se enseña! 

(Ya ven el peligro de jugar con la etimología común de suppositum y supositorio... )

 Ahora sí que el autor del blog coincide plenamente con Sisebuto... y con el Vaticano II y la evolución del dogma. No le convencería esto a Ratzinger, que leía el Vaticano II en términos de mera ”renovación”, pero nunca de “reforma”. Por eso no son simple broma o chiste malo estas líneas.

 Como dije en los dos post anteriores de este blog, el tema de la evolución de las doctrinas es de lo más serio que está en juego en la reforma de la iglesia por medio del camino del discernimiento sinodal.

 Son lógicos y coherentes con su mentalidad fiel al paradigma postridentino-pre-vaticano los que se oponen a él. Han captado que  la evolución de las doctrinas es el tema estrella de Vaticano II, Reforma y Sinodalidad, pero les da miedo, porque les da apurodejar al desnudo la incapacidad para cambiar de paradigma... les respetamos, de verdad, y respetamos su coherencia consigo mismos, pero tenemos que seguir diciéndoles: salva reverentia, nego maiorem!  Y como diría Juan Pablo II: No tengan miedo...

Semper reformanda

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