Ascensión y Espíritu Santo: Plenitud de plenitudes Fe en el Aliento de Vida
Inteligencia sapiencial para respirar en el Espíritu
| Juan Masiá SJ

¿Quién es el Espíritu Santo? Es el Espíritu del mismo Jesús, Crucificado y Resucitado, El Que Vive, el que prometió en la Cena volver como Espíritu para morar en nuestro espíritu y que seamos uno con Él como Él con el Padre. Por eso, mejor que una paloma, la expresión más apropiada para el Espíritu Santo es la que junta cruz y resurrección en la misma imagen, como la del altar mayor en la parroquia de San Ignacio en Tokyo.
El Domingo 8 celebraré con mi comunidad japonesa la fiesta del Aliento de Vida, Domingo de Pentecostés: la venida del Espíritu Santo.
Pero no me servirá la hojita dominical, que titula ese domingo: “Descenso y Aparición del Espíritu Santo”. Son cuatro caracteres (kanji) chino-japoneses que proyectan una imagen ominosa: Aparición fulgurante de Fantasma sagrado. No, al Aliento de Vida no se le puede traducir con inteligencia artificial; precisamos inteligencia sapiencial para cantar la fe como Shakamuni al alba o Maria en el Magnificat.
Mejor será usar los Kôan del Aliento de Vida del Maestro Kadowaki en su libro póstumo: Aliento de Vida y Luz del Camino. El Espíritu, intérprete de la Palabra, ed. San Pablo, 2020). Coinciden con los Köan del Espíritu que podemos destacar en los versos del Cristo de Velázquez. Ante el misterio del Aliento de Vida que descifra el enigma de nuestra vida, podemos cantar la fe así con el poeta:
Volaste al cielo a que viniera,
/ consolador, a nos el Santo Espíritu,
/ánimo de tu grey, que obra en el arte /
y tu visión nos trajo... (Cristo de Velázquez V I ,1)
¡Se consumó!¡Por fin, murió la Muerte!
Solo quedaste con tu Padre --solo
de cara a Tí--, mezclásteis las miradas
--del cielo y de tus ojos los azules--,
y al sollozar la inmensidad, su pecho,
tembló el mar sin orillas y sin fondo
del Espíritu, y Dios, sintiéndose hombre,
gustó la muerte, soledad divina.
Quiso sentir lo que es morir tu Padre,
Y sin la Creación vióse un momento
cuando doblando tu cabeza diste
al resuello de Dios tu aliento humano.
¡A tu postrer gemido respondía
sólo a lo lejos el piadoso mar! (Cristo de Velázquez II, II, 1)
Me pregunta la organista si cantaremos el Veni, Sancte Spiritus. Si, pero atentos a que nos conteste: “No me pidáis que venga o baje, porque ya estoy siempre con vosotros cada día. Más bien agradeced que estoy viniendo siempre, ya que soy el Así-Siempre-Presente (el Tathâgata como me llaman en el Sutra del Loto)”.
No rezamos al Espíritu. Rezamos a Abba en el Espíritu, que nos hace orar entrañablemente. Nos santiguamos al revés, de abajo hacia arriba: In Spiritu, per Filium ad Patrem (que no son tres pilares, sino tres momentos de una sola danza, un solo río, una sola circulación sanguínea de Vida): en vez de Pentecostés ritual (estilo Sem) o Trinidad abstracta, helénico-germana (estilo Jafet), "plenitud de plenitudes y todo plenitud: para llenarlo todo, Efesios 4, 10).
Recordaremos en esta festividad nuestro bautismo: la inmersión en un torrente de agua de vida; el nombre de esa corriente caudalosa (que no trinidad abstracta) se llama en términos grecolatinos “Pater, Filius et Spiritus”. En términos orientales, a la vez que arameos, se le puede llamar “la Fuente, la Faz y la Brisa”.
En el Origen está Ella, la Así-Siempre-Presente: la Sapiencia (“logos”) del Aliento de Vida. EL Aliento de Vida respira de cara a la Fuente de la Vida. Y la Fuente de la Vida es la Presencia misma de ese Aliento Infinito de Vida (Jn 1, 1), que desde siempre se cierne sobre las aguas en el alba de toda creación (Gen 1, 2). En una palabra, ¿Quién es el Aliento de Vida, el Espíritu Santo? Es la Presencia en mi vida de la Vida de Jesús, es "Dios como Espíritu", es El Que Vive, el Aliento de Vida de Jesús vivo para siempre.
Me preguntan si dedicaré un par de minutos en la homilía para relacionar el Aliento de Vida con la Sinodalidad de Francisco y Leo (ahora que hasta la prensa laica nipona habla de ellos estos días con el mismo desenfado con que citan a Trump por “compromiso mediático” con lo que se lleva en los medios y en las redes).
Pues sí, pero me basta con un minuto. Ls premisa mayor, sine qua non, de la sinodalidad es respirar en el Aliento de Vida, escucharle juntos y dejarle que “nos respire”. La sinodalidad es posible cuando, en vez de respirar, dejamos que el Espíritu "nos respire" (lo siento, si molesta a algún lingüista esta transitividad intransitiva del verbo respirar... es que el matiz de la voz media verbal en el lenguaje de la mística es intraducible; ni Google, ni IA la controlan...se requiere inteligencia sapiencial).
Con esa sapiencia pensaba Francisco (y seguro que Leo asiente) cuando soñaba con "una iglesia que hable menos de sí misma y más de Jesucristo; que hable menos del Papa y más de la Palabra de Dios; que hable menos de la ley y más de la gracia” (Amoris laetitia, n. 38).