Consolidación y profundización: la Constitución Apostólica, silbato inicial El "segundo tiempo" del pontificado de Francisco

Papa Francisco
Papa Francisco

A meses de iniciar el décimo año del pontificado, el Gobierno del papa Francisco goza de buena salud y parece prepararse, con nuevos nombres y estructuras, para una nueva fase de profundización y consolidación de las reformas iniciadas

"Prediquen el Evangelio" como punto de partida de la nueva etapa y no como punto de llegada del magisterio

El tema de la elección del elenco para el "segundo tiempo" es uno de los tópicos de charla de las últimas semanas dentro de los muros

No serán salidas "por la puerta de atrás" ni derivadas de polémicas. Sino estrictamente el ingreso de personas con mayor oxígeno al equipo de Bergoglio

La lista de las reformas que el papa Francisco puso en movimiento desde su entronización en marzo de 2013 es amplia y abarcativa; heterogénea y a la vez integral. Desde lo meramente estructural hasta lo canónico, de lo político a lo teológico, el estilo de Gobierno con el que el pontífice argentino ocupa el sillón de Pedro es bien característico.

El pontificado está por entrar en los dobles dígitos que supondrán un mojón tan real como simbólico. Envalentonados incluso por declaraciones del propio Papa, no eran pocos los que imaginaban que el pontificado tendría una duración menor a la década que el primer pontífice latinoamericano de la historia empezará a transitar el próximo 13 de marzo.

Las condiciones objetivas parecen indicar que el pontificado, en ese marco, entrará en un “segundo tiempo”, si se usa la metáfora futbolera, o en un tiempo de consolidación (donde corresponda) y profundización (donde se pueda) de lo hecho hasta ahora.

La hoja de ruta del Pontificado

El silbato inicial de esa segunda parte del pontificado debería estar dado por la proximidad de la nueva Constitución Apostólica. Que según algunas voces no será, como se espera, el mero elenco en lenguaje canónico de las reformas estructurales que Jorge Bergoglio emprendió hasta ahora. Al contrario: Prediquen el Evangelio será la hoja de ruta, el playbook, de cómo el pontífice imagina los próximos años y las herramientas para transitarlos. Ya no para su eventual sucesor. Sino para su propio pontificado.

Y esas reformas desde lo estructural y desde el organigrama irán indisolublemente atadas a cambios en los nombres que quedarán al frente de los distintos organismos. Si hubo instituciones para un primer momento del pontificado que verán redimensionadas con la nueva Constitución, ¿por qué creer que no pasará lo mismo con el equipo de más estrechos colaboradores del Papa? El tema de la elección del elenco para el “segundo tiempo” es uno de los tópicos de charla de las últimas semanas dentro de los muros.

La promoción de José Tolentino a la cúspide del megadicasterio en el que confluirán la cultura, educación y letras vaticanas no será el único cambio de nombres para la etapa que viene. Otras movidas que incluirán a estrechos colaboradores del Papa, aún en altos cargos de la diplomacia y la “jefatura de Gabinete” vaticana, irán saliendo a la luz casi en contemporáneo con la nueva Carta Magna.

El futuro de la Secretaría de Estado

No serán salidas “por la puerta de atrás” ni derivadas de polémicas. Sino estrictamente el ingreso de personas con mayor oxígeno al equipo de Bergoglio. Si el Papa llegó a rotar a sus secretarios privados para defender el espíritu de rotación y renovación, ¿por qué debería, por ejemplo, quedar aislada de ese modus operandi la secretaría de Estado del Vaticano?

Los últimos meses ofrecieron varios ejemplos de los recambios naturales que el Papa fue preparando. ¿O alguien puede creer que Michael Czerny no encarna mejor las ideas bergoglianas en el ámbito social que su antecesor Peter Turkson para aplicar desde el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral?

Es la “nueva etapa”, como la describió recientemente el coordinador del grupo de cardenales que asesora al Papa, Óscar Rodríguez Maradiaga, para graficar la fase que se está abriendo y que, a diferencia de lo que muchos pensaban (¿deseaban?), tendrá a la nueva Constitución Apostólica como punto de partida y no de llegada.

Estatua de San Pablo en el Vaticano
Estatua de San Pablo en el Vaticano

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