Extraido de "Trazos de evangelio, trozos de vida" (PPC) La Iglesia: ¿Templo o comunidad, frontera o encuentro,rito o sacramento?

La Iglesia: ¿Templo o comunidad, frontera o encuentro,rito o sacramento?
La Iglesia: ¿Templo o comunidad, frontera o encuentro,rito o sacramento? José Moreno Losada

Hemos de pasar del templo de la estructura codificada y rígida a la comunidad viva de hermanos que se encuentran y caminan juntos, como levadura y grano de mostaza en la masa de lo cotidiano y de lo mundano. Templos vivos, pequeñas luces, que van iluminando las historias de lo oculto y de lo diario. Como diría el cantor: para construir este templo de la verdad y el amor, “tráiganme todas las manos… “. El sábado estuve en un templo improvisado en el salón de un albergue en Alcalá con cien jovenes estudiantes católicos de siete diocesis distintas, que estaban preparando sus campañas, el obispo celebró en la mayor sencillez. El domingo estuve con otro templo, también de cien personas muy apretadas pero agusto, levantado en un salón parroquial donde se puso la vida desnuda en la mesa y también se compartió la comida, los invitados eran los presos, sus familias, los voluntarios de la pastoral penitenciaria y los fieles de la comunidad parroquial que los quieren como hermanos.Templos alternativos de hoy, muy sagrados.

El hombre, el templo y Dios

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jec Jose Moreno Losada

La cuestión del templo va siempre conectada con el hecho religioso. El hombre terreno necesita espacios y modos de conexión con la trascendencia y los busca y construye. La tensión más fuerte es quien determina a quién, si el templo a lo divino o la divinidad al templo. El pueblo de Israel conoce a Dios en el camino, en la historia, y descubre la realidad creada como el lugar del encuentro y de la celebración.

Cualquier camino o lugar se puede convertir en sagrado, es tierra en la que hay que descalzarse porque está tocada por la presencia divina y su voluntad de salvar. Su Dios peregrina con ellos y se hospeda en una tienda como las suyas, se hace tan vulnerable que hasta puede ser robado, pero también forma parte del cortejo y se puede bailar y cantar delante de él, en el arca, y lo mismo lo puede hacer el rey que el pobre.

Al final el pueblo, propiciado por su rey, quiere seguridad ante Dios y busca en el templo el lugar de bendición, aunque queda avisado que se puede convertir en cárcel de la imagen divina y alejar de ella más que acercarse. Aun así, quieren tenerlo como todos los pueblos, pero siempre estará latente la cuestión fundamental ¿Es este el templo que quiere y desea el Señor?

Según el evangelio que hoy proclamamos parece ser que Jesús veía su templo como una realidad pervertida y lo veía más como un mercado que cómo lo que debería ser un signo de la casa del Padre.

Juan 2,13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

El Dios del porche

porche

Andamos en una reflexión un grupo de sacerdotes acerca del nuevo rostro de parroquia para tiempos postcristianos, y hoy se me ocurre que algo de esto debe ser fundamental. Así lo escribía en el cuaderno de vida.

“En la parroquia hoy hemos estrenado un porche que acaba de ser construido, junto a unas escaleras nuevas para que no haya peligro en el salón de arriba, era algo que nos exigían legalmente. Pero la idea del porche nace de otros planteamientos. La parroquia está ahí desde hace unos cuantos años, se hizo una primera parte de un proyecto más ambicioso y se habilitó el salón de actos como templo, la idea era hacerlo cuando se pudiera; sin embargo, ha sido más fácil hacer el porche que un templo nuevo. La razón fundamental es que queremos que sea una parroquia de acogida y de encuentro, nos faltaba un espacio en el que detenernos, saludarnos tranquilamente, en el que jugaran los niños cuando vienen a catequesis, donde se pudiera estar por estar, y sobre todo donde pudiéramos celebrar cosas de vida y fiesta.

De alguna manera, entendiéndolo bien, se imponía pasar del Dios del Templo al Dios del porche, al servicio de la comunidad, así que ahora tenemos un templo digno, pero un porche casi de lujo en su pobreza y en su sencillez, esto parece más casa amplia de la comunidad parroquial, en la que templo, salones y salas, amén de porche, junto al patio se conjuntan en esa armonía de hogar y taller, en el calor y en la luz de la comunidad heterogénea, abierta y luminosa.

Hoy hemos bendecido el porche con el uso, tras una eucaristía llena de símbolos y alegría en la fiesta de Cristo Rey, compartida por los niños y jóvenes de la comunidad, nos hemos instalado en el porche y hemos celebrado nuestro aperitivo solidario. En la eucaristía se ha presentado el proyecto que este año la comunidad apadrinará de la mano de Manos Unidas, será en Mozambique. Nos han explicado el por qué, el cómo, el cuándo, su sentido, etc. A mí me ha encantado eso de que vamos a conocer África porque son hermanos nuestros, y la eucaristía nos pide ir por el mundo a anunciar el evangelio. Estábamos cientos de personas y allí se sentía la ilusión de que otro mundo es posible y que nosotros vamos a colaborar.”

El templo y el culto

niños

No hay duda de que el templo ha de ser acorde con el culto que desea el Señor. El culto que él quiere ya nos lo decían los profetas: oración sincera en el encuentro con el Padre que le gusta entrar en lo oculto del corazón, donde la piedra se hace carne, allí donde sólo llega Él; limosna auténtica que hace justicia y defiende a los oprimidos y a los débiles, a los ciegos, cojos, sordos, viudas, niños, pobres…; ayuno de toda cárcel y opresión injusta apostando por la libertad y dignidad de cada ser humano en el camino hacia una fraternidad universal y una tierra y un cielo nuevo.

Jesús de Nazaret ha sido así en su vida, lugar de encuentro limpio y trasparente con el Padre, donación radical para ser buen pan para los hambrientos y sufrientes de la historia, limosna que poco a poco en lo oculto de su vida en Nazaret y en lo ordinario de los caminos de Galilea, así como en el centro del templo de Jerusalén ha sido fiel a Dios Padre y se ha puesto siempre, con su amor, a favor de los hermanos. Cuando la vida está fundamentada en el Padre se pueden caer todos los templos que construyen los humanos y que no están habitados según Dios, porque él puede levantarlo desde la fidelidad de un crucificado que salva a la humanidad.

La humanidad en Cristo nos revela la verdad del templo divino, no se puede llegar a Dios Padre sino es desde el interior profundo de un corazón del que se descubre como hijo de Dios y se abre a la historia en el reconocimiento de todo ser humano como hermano. En el encuentro con el hermano se verifica la verdad de nuestro culto a Dios.

Jesús se atreve a romper la dinámica de una ideología del templo que ha suplantado a Dios y hace un culto vacío, que se llena la boca con las escrituras pero que su corazón está lejos de su amor. Se arriesga en la proclamación de la verdadera oración y el verdadero encuentro.

El pueblo ha puesto un mercado donde debía estar la sacralidad de lo humano bendecida por lo divino. El templo se ha convertido en lugar de tensión, conflicto, dominación, división, de condena, cuando el culto de Dios sólo ha de serlo de perdón, liberación y salvación para todos. El templo cae sobre el él e intentó destruirlo en la cruz, pero precisamente esa va a ser la piedra que desecharon los arquitectos, la que se ha convertido en piedra angular. Cristo es nuestro templo y nosotros podemos ser piedras vivas en ese templo.

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jec grupo Jose Moreno Losada

Nos aguarda un trabajo arduo a nuestra Iglesia para dejar que caigan las estructuras de un templo en aquello que se ha encerrado en sí mismo y ha perdido su fundamento, ahora ha de volver a la humanidad crucificada y resucitada de Jesús de Nazaret. Ha de salir de los templos, de las tradiciones rígidas, abrir las puertas, ponerse en camino, y volver al Dios que hace de toda la realidad el lugar de su presencia, que bendice y sacraliza todos los lugares donde el hombre camina en busca de libertad y la salvación, donde quiere salir del sufrimiento y de toda esclavitud.

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